Un grupo de jóvenes en alerta por las inquietantes cifras de violencia contra las mujeres y niñas en Guatemala, lanzó, durante tres días, una campaña en redes sociales que motivó cientos de reacciones. Así se vivió el movimiento #TengoMiedo. Un llamado para romper el silencio. 

Rosario Orellana/laCuerda

En apenas mes y medio del 2021, las cifras y la brutalidad en cada caso de violencia contra mujeres y niñas en Guatemala han causado zozobra, desconcierto y rabia. No es para menos, solamente en enero, 60 mujeres fueron asesinadas. Como si fuera poco, diariamente se activan cinco alertas Isabel-Claudina por mujeres desaparecidas y, de acuerdo a las cifras del Observatorio de las Mujeres del Ministerio Público (MP), cada día se reciben 205 denuncias por múltiples hechos de violencia contra mujeres. Esto se suma a los 455 femicidios que el MP reportó en 2020 y las 402,941 denuncias interpuestas entre 2014 y 2019, por algunas de las agresiones contempladas en la Ley contra el Femicidio y otras formas de violencia contra la mujer (física, psicológica, sexual y económica). 

La realidad de la niñez y adolescencia no dista por mucho. Las 706 alertas Alba-Keneth que se activaron entre el 28 de diciembre del año pasado al 14 de febrero de 2021, lo confirman. Casos como el de Sharon, Hillary y Misleidy, entre otros, movieron la indignación de la población que accionó en las calles y en las redes sociales.    

Los datos son irrefutables. La violencia existe y genera un estado de alerta permanente que no permite el desarrollo de una vida digna. “[La campaña] Es una oportunidad para mostrarle a la gente que el miedo es real, que genera estrés y sobre todo en un país donde la salud pública no existe y la salud mental pública aún menos, entonces ¿por qué no reconocer el miedo?”, compartió Alejandra Colom, antropóloga que ha apoyado la campaña, durante una entrevista en el programa radial Voces de Mujeres. 

La entrevistada señaló, además, que #TengoMiedo generó reacciones diversas y destacó que para muchas reconocer el miedo es una muestra de debilidad. “Me he puesto a pensar muchísimo que el occidente y el patriarcado nos ha impuesto una dicotomía que es falsa. Somos valientes, pero también podemos tener miedo. Hablando desde mi experiencia, calculo mis salidas para asegurarme que no me voy a exponer demasiado, pero al mismo tiempo salgo. Tengo miedo y de todas maneras siento cólera, tengo miedo y de todas maneras soy activista, de todas maneras soy investigadora y creo que esta campaña ha abierto las puertas también a esa conversación”, dijo. 

Calificó también como “una señal positiva” que la propuesta tocara hebras sensibles en las estructuras patriarcales y machistas desde sus más altas esferas, tanto así que el mismo gobierno y los netcenters reaccionaron inmediatamente a través de las redes sociales. 

Desde la raíz

La violencia contra las mujeres en sus diversas manifestaciones ha sido utilizada históricamente como un mecanismo de control. El miedo ha sido una de sus tantas estrategias para perpetuar las relaciones opresivas, ese sentimiento se ha heredado por años. Sin embargo, la historia da cuenta de las mujeres que, organizadas en distintos contextos y territorios, decidieron transformar su realidad y la de futuras generaciones, al interpelar al sistema y normalizar nuevas prácticas en beneficio de todas.

Como ejemplo de ello, Colom se identificó en la campaña recordando su infancia en los años 80, cuando, en el contexto de la guerra, aspiró el miedo de su familia, creció con él y lo somatizó, para después encontrar espacios de terapia y así poder expulsarlo de su vida. “Pienso que, si no reconozco mi miedo a que me ataquen por ser mujer, por ser mujer que opina; que haya hombres que me quieran violar para demostrar que ellos mandan, que me pueden controlar, entonces cuáles van a ser las consecuencias no solo en nuestra salud mental individual, sino en la colectiva”, añadió. 

Instó también a prestar especial atención a la imposición de las dicotomías, “porque estas fragmentan”, y explicó que “en la medida en que hablemos de ellas, vamos a empezar a soltar amarres que posiblemente son innecesarios hoy en día”. 

Lo personal es político 

La campaña #TengoMiedo pretende, según sus creadoras, además de visibilizar la gravedad de la problemática que atraviesa a las mujeres, busca evidenciar la rabia y el hartazgo que acuerpa la lucha y que invita a seguir las movilizaciones para transformar los diferentes espacios. Sugiere la creación de propuestas colectivas concretas que pongan fin a esta realidad, para normalizar una vida digna para las mujeres y las niñas. 

Planteamientos que nos permitan retomar y apropiarnos de la frase “lo personal es político” comprendiendo que, al modificar las experiencias en lo privado, también se apuntará a las estructuras sociales y políticas, garantizando una vida en equidad. 

“Si el machismo y el patriarcado es cultural, quiere decir que se puede cambiar, que depende de la voluntad de los grupos para hacerlo y hacia eso vamos”, agregó la entrevistada.