Liduvina Méndez /Actoras de Cambio

No es sólo tu muerte violenta por ser mujer la que me conmueve, es especialmente tu vida, la mía, la de todas las que seguimos aquí.

Cuando una y otra vez constatas que nuestras vidas como mujeres penden de un hilo macabro llamado machismo, patriarcado, racismo, explotación capitalista, y que una y otra vez entras en el juego de la víctima y el perpetrador en ciclos que parecen indestructibles, pero que no lo son, y tomas conciencia de ello, ya no hay marcha atrás.

Somos “educadas/entrenadas” para encajar y depender de esos hilos macabros que a veces nos conducen irremediablemente, no a la muerte porque hacia ahí vamos todas y todos, no, hacia la destrucción a pausas o violenta o feminicida y te pierdes a vos misma y dejás de saber quién sos, tus sueños y tus sentidos.

Como mujer pierdes el miedo a hablar, de romper esquemas viejos, dogmáticos y a veces religiosos y empiezas a cuestionar, desentrañar y destruir la sumisión, las mismas cadenas en las que creíste y reprodujiste. Rompes la subordinación como se rompe una piedra, sintiéndola en el cuerpo con explosiones intermitentes; y eso te hace fuerte y te quita o arranca velos y velos que te han puesto o que por nosotras mismas pusimos, y escudriñas las trampas de la obediencia ciega, de la sumisión, del servilismo, de la esclavitud, del abuso, de cómo dejaste de ser vos y te perdiste y empiezas a hacerte cargo de vos sin más.

Esa fuerza desatada, desenredada, se hace constante y paso a paso nos reencontramos y descubrimos que, a pesar de tanto, aún somos capaces de amarnos, aceptarnos y honrarnos, y cultivamos ese amor cada día construyendo un círculo amoroso y de protección con otras y con otros que por diferentes senderos están en esa búsqueda.

El miedo, la inseguridad, la desconfianza no son nuestra realidad. Hablemos de nuestras historias, de nuestros caminos, hablemos de cómo cada una rompió con las cadenas de esas historias o hablemos de cómo ser libres, hablemos de cómo estamos encerradas en esos muros que son prisiones de infelicidad, hablemos de toda la energía que ponemos por mantener secretos, silencios, abusos… de cómo sostenemos relaciones infelices, o de cómo hacemos parte de esa infelicidad porque no sólo somos víctimas, somos parte de ese sistema o sistemas de opresión.

Hablemos hermana de cómo ser libres, cómo protegernos y cuidarnos.

El ejemplo de libertad es esencial para nuestras hijas, hijos, humanidad, tomemos la responsabilidad de nuestras vidas y decidamos y elijamos lo que queremos vivir, o estaremos atrapadas y repitiendo los mismos ciclos.

No hay rutas o caminos únicos, cada ser construye el propio, pero es urgente ver hacia la vida, con alas y raíces, tomando decisiones autodeterminadas, colaborativas, amorosas.

El llamado al cambio del amor es en todo el planeta, es el imprescindible momento de la humanidad de vernos como una totalidad en sincronía amorosa con todo lo que existe y actuar.