Tras un año de confinamiento obligado, en muchos rincones del país estudiantes y docentes recibieron con alegría la noticia del retorno a las aulas. Solo en 136 municipios del país, infantes y adolescentes intentan retomar sus actividades académicas bajo la sombra de la pandemia. La débil infraestructura, la falta de insumos para prevenir contagios y la reducción de los horarios de clases son algunos de los obstáculos que enfrentan en los departamentos más pobres.

Kimberly López / laCuerda

Desde diciembre del año pasado, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) emitió un tablero de alertas sanitarias para escuelas y colegios. Este mecanismo establece que los centros educativos trabajarán según el semáforo de Covid-19. En los lugares identificados con alerta roja, la educación es desde casa; para los señalados con color naranja, la educación es híbrida; y los de color amarillo pueden volver a las aulas con algunas restricciones de espacio.

Actualmente las clases presenciales ya se retomaron en 136 municipios; en 107 la educación es híbrida y en 97 sigue siendo a distancia.

La meta en Quiché: Que los niños aprendan a leer y escribir

En el municipio de Sacapulas, al sur del departamento de Quiché, los alumnos han retomado sus actividades presenciales. A la fecha el municipio reporta 162 casos acumulados de Covid-19 y tiene una población de más de 54 mil personas.

Rafael Castro es maestro de primero primaria, padece de diabetes y está a cargo de un grupo de 19 niños y niñas.

En el caserío Pachuch, Rafael relata que desde febrero imparte clases bajo un método nuevo. Debido a que solo pueden permanecer 8 estudiantes por aula a Rafael le toca repetir la clase con cada grupo, es decir, impartir el mismo contenido dos veces. Por eso antes recibían 5 días de clases a la semana, pero ahora solo cuentan con dos días para aprender nuevos temas y un día para reforzar lo que no lograron aprender.

“Todo es muy diferente. Cuesta un poco porque hay que dar la clase dos veces, nos atrasamos pero estamos felices porque los niños tenían muchas ganas de regresar a la escuela”, cuenta.

Explica que una de las preocupaciones que comparte con el resto del personal docente es cómo resolver la falta de tiempo porque les resulta muy difícil cubrir todos los contenidos en menor cantidad de clases. “Lo que queremos es que aprendan a leer y a escribir”, dice.

La meta de Rafael es ambiciosa si se toma en cuenta que en el ciclo escolar anterior un bajo porcentaje de estudiantes logró ese objetivo. Hoy cursan el segundo grado pero con mucha dificultad.

“Los maestros tenemos muchas ganas de trabajar, los niños están muy contentos. A veces me preguntan si puedo darles clases los sábados, quieren aprovechar el tiempo porque el año pasado, con la educación a distancia, no aprendieron nada”, enfatiza.

En Quiché, según hallazgos reportados por la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), las escuelas enfrentan problemas por la deficiente infraestructura con la que cuentan. En el área urbana en Santa Cruz del Quiché, por ejemplo, hay escuelas que carecen de muros perimetrales. En San Pedro Jocopilas, por su parte, el agua es un recurso que llega con irregularidad. Sumado a eso, los sanitarios no están en las mejores condiciones.

Totonicapán sin acceso a tecnología

En Totonicapán, en el municipio de San Andrés Xecul, se encuentra la escuela Juan Ruperto Chuc. Allí las y los estudiantes enfrentan con optimismo la nueva modalidad de las clases presenciales e híbridas.

Acisclo Rivelino Cux, director de la escuela, tiene a su cargo 21 docentes que deben atender a 527 estudiantes de primaria. En esa dinámica, explica Cux, la colaboración de las familias es vital. Sin embargo, no todas, por sus condiciones sociales y económicas, están en la disposición de dedicar tiempo para apoyarles.

El departamento acumula más de 1 mil 700 casos positivos de Covid-19,  el cambio en el color de las alertas es frecuente y eso obliga a que se deba tornar de la modalidad presencial a la virtual con mucha frecuencia.

En ese proceso, explica la delegada departamental de la PDH, Karin Linares, una de las principales dificultades de las familias ha sido el acceso a tecnología para poder recibir las clases A nivel departamental, según el censo poblacional, el 75% de personas no usa computadora y  31% no cuenta con celular.

No hay suficientes insumos en Sololá

Sololá, a nivel departamental, acumula más de 2 mil casos positivos de Covid-19. El hospital general enfrenta una situación de colapso por la falta de espacio y camas para atender a todos las personas en estado crítico. En ese contexto, algunos municipios han vuelto a las aulas, con el temor de no poder combatir el virus de la mejor forma.

Según Ovidio Paz, auxiliar departamental de la PDH, las y los maestros han manifestado su preocupación por la falta de insumos para cumplir con el protocolo de regreso a clases. Las mascarillas, caretas, alcohol en gel, limpia zapatos y termómetros son insumos escasos en las escuelas públicas. Otro de los problemas, según los reportes de la institución, es la falta de acceso a agua potable.

“Hay municipios que sufren escasez de agua cuando no llueve. Sumado a eso los baños están en malas condiciones y, desde hace años, necesitan remozamientos”, explica Paz.

Docentes enfatizan que a pesar de la falta de tecnología, insumos para prevenir el virus, acceso limitado al agua y mala infraestructura, quienes estudian han vuelto a las aulas con entusiasmo. En palabras del profesor Rafael Castro: “están felices y están aprendiendo, eso es lo que nos motiva”.