Texto y fotos: Morena Pérez Joachin / Ruda y Colectiva

En una comunidad de Tecpán, Chimaltenango, doña Pancha y su familia, desde muy temprano, salen a repartir y ofrecer hierbas cosechadas de su huerto familiar. Continuó con mayor esmero al inicio de la pandemia provocada por la Covid-19. Este año, a pesar de la situación, la familia de doña Pancha sigue con su huerto “bio-intensivo”, un método sostenible que asegura la nutrición del suelo durante mucho tiempo. 

Desde la agricultura familiar, doña Pancha se convirtió en guardiana de las semillas, promueve el intercambio para la producción de alimentos a fin de garantizar una alimentación a base de productos agroecológicos y la soberanía alimentaria. Actualmente tiene más de 63 tipos de semillas, con 15 plantas de cada una; predominan sobre todo el frijol, el maíz, el apio, el quilete (hierba mora o macuy), la acelga, el ajo y el colinabo, productos que se comen a diario.  

El tiempo aproximado para la cosecha de estos alimentos es de dos a cinco meses, dependiendo de la especie, y el cuidado en horas semanales es de una hasta 48. 

Durante los primeros seis meses de la pandemia, el 75 por ciento de los alimentos producidos fue para el consumo de la familia de doña Pancha, integrada por ocho personas, mientras el resto se vendió, intercambió o regaló. Esta experiencia sin duda ayudó a la economía familiar en tanto ahorraron un 55 por ciento de su consumo diario, y lograron invertir en la producción su propio alimento. Fundamental en esto ha sido preservar las semillas para producir y asegurar su alimento diario. 

En los campos agrícolas de Chimaltenango, muchas son las mujeres jornaleras que madrugan para labrar la tierra, este vínculo rememora la conexión con la Madre Tierra, la fertilidad y la feminidad. Las mujeres jornaleras lideran la actividad agrícola pese a que obtienen un salario por debajo del mínimo frente a muchas horas en el campo. Durante el periodo de cuarentena y toques de queda, ellas tuvieron que trabajar más, en menos tiempo; y las pérdidas de las cosechas fueron evidentes en los paisajes sombríos. 

Doña Pancha en Tecpán, Chimaltenango, Guatemala.

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Este reportaje fue realizado gracias al apoyo de National Geographic Society.