Numa Dávila / Estudiante de antropología. Integrante de la colectiva Cuirpoétikas

La interseccionalidad es una perspectiva teórica y metodológica que nace en la práctica política de los movimientos sociales. Es una forma de comprender la realidad, que busca explicar cómo se reproducen las relaciones de poder y dominación, en las diversas posiciones que encarnamos en lo social, es decir, a partir de las experiencias concretas que vivimos, dependiendo de qué lugares ocupamos en la estructura social. Si somos cisgénero o transgénero, jóvenes o adultas, indígenas, mestizas o afro, con discapacidad o sin discapacidad, de clase baja o clase alta, lesbianas o heterosexuales, etcétera. 

Autoras como Mara Viveros (2016) han investigado la historia, los usos y alcances de este concepto analítico, así como las múltiples perspectivas que desde los feminismos han surgido de este. De acuerdo con ella, es una perspectiva con más de dos siglos de existencia en contextos europeos y latinoamericanos.   

Aunque como concepto, fue acuñado por Kimberly Crenshaw (1989) quien, en el marco de un caso legal por violencias y discriminaciones por género y raza, “buscaba crear categorías jurídicas concretas para enfrentar discriminaciones en múltiples y variados niveles (…) su pretensión nunca fue crear una teoría de la opresión general, sino un concepto de uso práctico para analizar omisiones jurídicas y desigualdades concretas”. La interseccionalidad empezó a divulgarse en el ámbito académico a partir de 2008, con el trabajo de mujeres académicas como Patricia Hill, Kathy Davis, Elsa Dorlin, entre otras. 

Entre los grandes aportes de las perspectivas interseccionales ha sido desafiar el modelo de La Mujer” en universal, representado por el feminismo blanco y comprender que existen múltiples y diferentes experiencias que viven las mujeres según su posición en relación a la clase y la raza, así como múltiples estrategias de acción política. “Los parámetros feministas universales son inadecuados para describir formas de dominación específicas en las cuales las relaciones se intrincan y se experimentan de diversas formas” (Vigoya, 2016). 

Según Viveros, los análisis interseccionales en y desde los feminismos nos permiten ver: la multiplicidad de experiencias de sexismo que viven diversas mujeres y el hecho que no todas las personas sufren marginación ni discriminación y más bien encarnan la norma. 

Dentro de los feminismos han emergido diversas críticas a la interseccionalidad, en especial desde los feminismos latinoamericanos y decoloniales, autoras como María Lugones y Ochy Curiel, señalan que la interseccionalidad naturaliza la opresión y no cuestiona al sistema de dominación articulado que produce esas condiciones de opresión. 

Otro elemento importante es el riesgo que tiene esta perspectiva de caer en escenario de las olimpiadas de la opresión, es decir, “la competencia de ver quien está más oprimidx, simplemente sumando factores de opresión”. (Smith) 

Experiencias situadas e imbricación de opresiones

Autoras como Donna Haraway (1995) plantean que los feminismos han venido a cuestionar el modelo de objetividad científica como única vía para la producción de conocimiento, y han colocado las experiencias específicas de las mujeres como fuentes de conocimiento, que, desde sus lugares situados, gestan nuevas narrativas en base a sus prácticas políticas, de vida, de organización, que alimentan las formas de pensar y comprender el mundo. 

A partir de las experiencias situadas es que autoras como Ochy Curiel plantean la reflexión en torno a la perspectiva de la imbricación de opresiones como una alternativa al concepto de interseccionalidad. Para esta autora, es necesario siturar la imbricación de opresiones en el marco de un sistema mundo colonial occidental que inició desde la colonización de América y que continúa operando a través del capitalismo global. Este concepto propone entender cómo se articulan las opresiones que producen las nociones de género, raza, clase y sexualidad, entre otras. Como parte de un mismo sistema de dominación patriarcal, colonial y capitalista. 

Desde los feminismos son muchas las formas que, a través de los lentes y las experiencias de vida de mujeres de diversos territorios, nos permiten comprender el mundo y las realidades actuales. Los horizontes de liberación y las estrategias de resistencias y emancipación de las mujeres y de los pueblos. 

Si en algo hay claridad, es que no existe una sola forma de lucha, ni todas las mujeres buscan las mismas formas de liberación a través de las mismas vías. Hablar desde nuestros lugares situados es trazar límites de empatía y respeto, haciendo uso de lo que sabemos y lo que desconocemos para construir y aprender junto con otrxs. 

 

 

 

Fuentes: 

Curiel, Ochy, Los aportes de las mujeres afro: De la identidad a la imbricación de opresiones. Un análisis decolonial, 2014.  

Haraway, Donna, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995.

Smith, A. (2016). Heteropatriarcado y los tres pilares de la supremacía blanca. Repesando la organización de las mujeres de color. En INCITE! Women of Color Against Violence (Ed.), Color of Violence The INCITE Anthology (pp. 66-73). 

Vigoya, M. V., “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación”, México, Debate Feminista, 2016, pp. 1-17.