Rosario Orellana / laCuerda

Foto: elsevier.com y redcomunica.csuca.org

Pensar en un modelo de sociedad con equidad y plenitud supone reconocer, entre tantos otros, los múltiples campos de las ciencias como espacios donde niñas y mujeres puedan desarrollarse en condiciones dignas, con oportunidades suficientes para escalar a puestos de toma de decisiones y alcanzar su máximo potencial. Históricamente, para las mujeres involucrarse en estas tareas ha implicado, y sigue siendo, una férvida lucha en la que aún no se logra erradicar las profundas desigualdades. 

La asimetría entre géneros, por ejemplo, se refleja en la reducida cantidad de investigadoras en todo el mundo, representando únicamente el 28 por ciento del total, según el informe “Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM)”.1 Este documento, da cuenta de las múltiples razones por las que muchas niñas ni siquiera se sienten motivadas para enfocarse en las materias y carreras STEM, considerando que los estereotipos y roles desproporcionados, designados desde la niñez por las sociedades, impactan grandemente en su poca participación. 

Por otro lado, vincula factores familiares y escolares que pueden influir positivamente en las niñas y mujeres, como reforzar constantemente las aptitudes intelectuales y otorgar acceso a experiencias de vida de profesionales en estas disciplinas, contribuyendo así a desvanecer patrones machistas y patriarcales que limitan su desenvolvimiento durante el proceso formativo y profesional.

En complemento, el documental Picture a Scientist [Retrato a una científica], elaborado en 2020, y proyectado en Guatemala gracias al esfuerzo de Mujeres – Escuela de Ciencias Físicas y Matemáticas (ECFM)2 de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC)3, visibiliza la mirada de varias expertas en diversas ramas de las ciencias que hacen un recorrido desde los brutales hechos de violencia y acoso, hasta los sutiles desaires que han experimentado en el campo.   

Las científicas evidenciaron, al menos, 20 diferentes formas a través de las cuales se perpetúa la idea de que las ciencias son espacios bajo el dominio masculino, y señalaron: comentarios sobre sus cuerpos, sabotajes en los propios equipos de trabajo, constantes cuestionamientos a sus capacidades; gestos y correos electrónicos obscenos o vulgares; ser ignoradas en reuniones y colaboraciones, entre muchos más. 

En capacidades de contratación, tutorías y salario inicial, las mujeres reciben, al menos, el 12.34 por ciento menos de ganancias que los hombres.

Menos de una de cuatro ponentes, en conferencias de química, son mujeres. Menos de una de cada 25, es mujer negra.    

En las principales universidades de investigación, el siete por ciento de decanaturas y menos del tres por ciento de rectorías, son dirigidas por mujeres negras. 

Tan solo el 37 por ciento de profesores STEM con representación en los medios de comunicación, hasta 2018, son mujeres. 

19 mujeres (tan solo una de ellas es mujer negra), han recibido el Premio Nobel en Ciencias entre 1901 y 2019.  

Ser científica en Guatemala… 

Desde pequeña, María Eugenia Cabrera se apasionó por las materias STEM. Siempre contó con el apoyo de su familia y en su etapa escolar, participó en Olimpiadas Nacionales e Iberoamericanas de Ciencia. En 2001 ingresó a la carrera de Física Aplicada en la USAC. Al culminar su licenciatura, realizó el diplomado predoctoral en Física de Altas Energías en Italia; cursó el doctorado en Física Teórica en Madrid, y continuó con dos postdoctorados, en Ámsterdam y Brasil. En 2016 volvió a Guatemala, y desde entonces es docente en la ECFM, investigadora y activista en actividades que enlazan a las niñas y mujeres con las ciencias. A través de sus investigaciones, estudia la física a escalas subatómicas y se orienta a teorías que podrían explicar la física a muy altas energías. Además, propone la existencia de un “sector de Higgs” o sea candidatos de partículas relacionadas a la “materia oscura” del universo, que ocupa aproximadamente el 80 por ciento del mismo. 

Cabrera reconoce que ser científica en un país en vías de desarrollo es complejo y vienen consigo muchos retos: “La física, para la humanidad, ha sido una herramienta importante para entender cómo funciona la naturaleza. Conlleva mucha responsabilidad en varios aspectos: primero como investigadora, porque en el momento en que volví a Guatemala, era la única mujer en el grupo de investigación y sentía que debía mostrarle a los demás que podía pertenecer a ese grupo, participando activamente en publicaciones, en organización y divulgación para que estudiantes y otras personas investigadoras se dieran cuenta que estábamos al mismo nivel. Sentí mucha responsabilidad de tener que cumplir con todas las expectativas que la gente tiene sobre alguien que hace estos procesos, siendo la única mujer”, señala. 

Además, la entrevistada explica que, tras darse cuenta del ambiente agresivo y hostil en las facultades, esencialmente contra las mujeres, se siente comprometida a crear espacios más seguros y justos. “El problema es bastante grande, está normalizado, no hay respeto ni tolerancia para todas las personas”, advierte. 

Galardonada 

A inicios de febrero de 2021, la científica guatemalteca fue ganadora del OWSD-Elsevier Foundation Award, un reconocimiento mundial que se entrega a investigadoras con aportes significativos en el desarrollo de las ciencias. María Eugenia admite que postuló al premio, sin estar del todo convencida, debido a la insistencia de su colega y amiga Susana Arrechea4 y que, al recibirlo, comprendió la importancia de visibilizar la figura de las mujeres en el campo. “Con este premio aceptamos volcarnos a la sociedad, a crear redes y representar la ciencia en nuestros países. Sentí satisfacción, una palmada en la espalda que me indica que estoy haciendo bien las cosas. Cada publicación es un granito de arena para una investigación a nivel mundial, crear nuevos conocimientos. Se trata de ir aumentando la frontera de lo que la humanidad conoce sobre la naturaleza”, remarca. 

Conexión con la ciencia

Cabrera asegura que es preciso crear ambientes dignos donde las mujeres puedan involucrarse en las ciencias. “Si estás en un ambiente no óptimo, lleno de críticas, menosprecios, burlas y comparaciones, no logras conectar ni interesarte en algún tema. Yo sí creo que, para aceptar el reto de ser investigadora en cualquier área, debes sentirte apoyada, cómoda y motivada, sobre todo cuando estás en el proceso de formación”, añade. 

Sin titubeos, afirma que uno de sus principales motores ha sido la indignación de muchas jóvenes frente a actitudes machistas en sus facultades y escuelas y, también, la solidaridad con la que han entretejido sus propias redes. “Verlas me ayudó a despertar, a darme cuenta del ambiente en el que estoy ahora, y a pensar en cómo crear esos nuevos espacios para las estudiantes que vengan”, concluye.  

De esta cuenta, María Eugenia, como complemento de su labor investigativa, continuará impulsando y participando en actividades de divulgación que acerquen a las personas, principalmente a las mujeres, a las ciencias, abriendo puertas a las futuras generaciones.

 

 

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  1. Elaborado en 2019 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
  2. Es la primera vez que se utiliza la figura de Mujeres-ECFM para identificar a las que forman parte de la Escuela de Ciencias Físicas y Matemáticas. 
  3. Esta proyección también fue posible gracias al esfuerzo de la Asociación de Estudiantes de Física y Matemática de la USAC. 
  4. Ganadora del galardón otorgado por la Organización para las Mujeres en Ciencia para el mundo en Desarrollo (OWSD) en 2020, por sus investigaciones en nanotecnología para la creación de materiales de construcción más sostenibles.