Silvia Trujillo/ laCuerda 

(Re) crean un movimiento de mujeres que cuestiona las múltiples opresiones producidas por el colonialismo patriarcal capitalista, se nutren de la memoria y de la esperanza. Son las mujeres del Chixot, de los cuatro cerros guardianes de Comalapa.

¿Se reconocen como feministas? les pregunto. Rosario Tuyuc, mujer maya kaqchikel, responde: “Muchas de las acciones que hacemos tienen que ver con el feminismo. Yo tengo muchas críticas, pero me considero feminista y no tengo miedo de decirlo. Decir que el movimiento de mujeres Chixot lo es, ahí sí que hay que discutirlo”.

Mientras lo debaten y logran consenso, siguen construyendo, se alimentan de su conciencia histórica y sueñan con un movimiento fortalecido. La pandemia solo retrasó un poco sus planes, pero ellas se imaginan juntas en los próximos años “y no por obligación”, aclara Rosario, “juntas, porque esto ha sido algo que hemos querido hacer y hemos impulsado desde el consenso”.  

La conversación que sostuvimos se llevó a cabo un 5 N´oj, día del conocimiento, de la palabra, de la rememoración de la lucha de otras mujeres “de nuestras abuelas, ellas abrieron el camino para que hoy estuviéramos aquí hablando, seguiremos jodiendo al patriarcado, aunque no les guste”, afirma Rosario. “Nuestro objetivo principal es apoyarnos entre mujeres. Se vale soñar, ¿no? Aspiramos a una vida con plenitud donde yo no tenga miedo, donde mi hija o mis amigas no lo tengan. Eso me gustaría para ellas y para todas las mujeres del mundo”, explica. Ana Lucia Morales, integrante del movimiento y su comunicadora, agrega: “tenemos un proyecto muy prometedor, poco a poco vamos a poner a andar nuestro plan de trabajo al que hay que echarle raíces para que dé frutos en nuestro pueblo”. 

Nacer por necesidad y desesperación

Es controversial que sea la muerte la que mueva a la lucha, pero así fue para el movimiento Chixot. Nacieron como respuesta al dolor y por la necesidad de aferrarse a la vida. “Quiero recuperar algo que el feminismo me enseñó y es que todo lo que una aprende debe pasar primero por el cuerpo, y digo esto porque este movimiento nació a partir del asesinato de dos mujeres de Comalapa. Entonces, surgimos por la necesidad de contrarrestar este tipo de violaciones que se estaba dando contra nosotras. Al principio ni pensamos hasta dónde iba a llegar o cómo se iba a llamar, sino que fue esa desesperación de ver lo que estaba pasando”, argumenta Rosario.

Como otros movimientos de mujeres de América Latina ligados a los feminismos populares, las mujeres del movimiento Chixot, se organizaron también porque necesitaban colocar en la agenda política sus propias demandas, cansadas de no ser escuchadas en otras organizaciones mixtas. “Ese ha sido el sentir de muchas, que no se nos escucha, por eso nos organizamos para escucharnos y acuerparnos entre nosotras” esgrimen.

El 11 de febrero de 2020 se hizo un llamado a través de las redes sociales y se congregaron más de 100 mujeres, en la segunda convocatoria la respuesta fue masiva. Se reunieron en el salón municipal y decidieron organizarse por comisiones para afrontar los distintos temas de interés. 

Dos femicidios

El 22 de enero de 2020, Brenda Elizabeth Carina Chacach, de 33 años originaria de San Juan Comalapa, fue víctima de femicidio en la ciudad de Antigua Guatemala. 

El 30 de enero de 2020 el cuerpo sin vida de Sonia Marleny Choguix López, de 21 años fue encontrado en el sector Bosque Xecupinaj, en la zona 3 de San Juan Comalapa. Había desaparecido tres días antes.

Acciones posteriores

El Día Internacional de la Mujer “fue una de las más grandes caminatas de Comalapa” explica Ana Lucía. “Nuestro objetivo ese día era llegar a la juventud y a los establecimientos educativos para que entendieran la magnitud de la inseguridad que existía en Comalapa. Participaron 500 personas de distintas edades, incluso se sumaron hombres: maestros y estudiantes. Fue inédito aquí”. Les quedó el recuerdo del último evento masivo organizado por “el movimiento” como ellas prefieren llamarle. Luego vino el encierro por la pandemia. Durante la misma organizaron colectas de víveres para ayudar a las mujeres con dificultades económicas, han acompañado a aquellas que han sufrido violencia y continuan las acciones de protesta.

Foto: Archivo Organización de mujeres Chixot

Cuestionando el verticalismo

El nombre del movimiento surgió en medio de la logística del 8 de marzo. “Estábamos empezando a hacer las notas para la invitación, no sabíamos con qué nombre convocar a la marcha.  Le pusimos Movimiento de Mujeres Chixot. Otras compañeras hicieron el logo del movimiento, Ester Miza, entre ellas. En nuestras reuniones decidimos que no queremos seguir con la estructura que ya conocemos jerárquica y lineal. Nosotras queremos que sea de consulta y consenso entre todas. Y se ha logrado. Creemos en la validación de nuestras voces y de nuestras experiencias”, explica Rosario Tuyuc. 

Foto: Archivo Organización de mujeres Chixot

Entre los intentos de invisibilización y la criminalización

Una de las formas de violencia más extendida contra las mujeres que se organizan son los rumores que se esparcen en las comunidades para desmotivarlas a seguir participando. Y en Comalapa no ha sido la excepción. Han sido señaladas como “buscamaridos”, “lesbianas” y “prostitutas”. 

Pero, la situación de violencia hacia ellas empeoró luego de la llegada del presidente Alejandro Giammattei a Comalapa (17 de junio de 2020 y 12 de marzo de 2021). En ambas oportunidades el movimiento se enfrentó a su presencia. Por ello han sufrido intimidación, amenazas y señalamientos. “La alcaldía indígena sacó un comunicado pidiendo una disculpa pública y en ningún momento se solidarizó con el movimiento de mujeres, hemos sido nosotras las que hemos puesto el cuerpo, las que pusimos en peligro nuestra vida y nos acusaron de querer el protagonismo”, explica Rosario. 

Además, “se nos ha querido invisibilizar, dicen ‘la población organizada’, ‘las ciudadanas’, pero no reconocen el papel protagónico de las mujeres en todas estas luchas”. 

Desde ese momento “sentí mucha vulnerabilidad porque no somos muchas y estamos bien fichadas”, explica Cecilia Tuyuc. “Incluso los alcaldes auxiliares de Simajuleu, la comunidad a la cual llegó el presidente, sacaron un comunicado diciendo que ellos estaban totalmente de acuerdo con la labor del presidente y que ‘son cuatro personas las que están en contra y que no quieren el desarrollo para el pueblo’. Hicieron correr comentarios como ‘cuando vengan acá las vamos a rostizar’, y otros igual de violentos. Por eso, mejor ya no salimos o no regresamos tarde, tenemos temor.” 

Aunque a veces siente ganas de abandonar todo, persiste. Sobre todo, porque sabe que con estas acciones de hoy contribuye a cambiar la vida de las jóvenes y las mujeres de su comunidad. “Yo soy maestra y si yo conozco lo que está pasando no me puedo quedar callada, porque estoy velando porque no haya más violencia. La violencia es un problema muy grande y aquí en Comalapa el machismo está bien impregnado”, sentencia Cecilia.