Desinformación, discriminación y estigmatización son los ingredientes principales de la iniciativa 5940, una propuesta de ley que avanza lentamente en el Congreso y que básicamente busca “prohibir por decreto” la existencia de personas trans en el país. Detrás de esta iniciativa, y del rechazo a la población trans, rondan una serie de estigmas basados en ideas equivocadas y ofensivas.
Kimberly López /laCuerda
En países como Guatemala, las personas trans viven en una situación de indefensión e invisibilidad. Existen aún muchos prejuicios y tabúes que se reproducen, incluso, desde instituciones públicas como el Congreso de la República, desde donde actualmente se promueven propuestas de ley perjudiciales.
Muestra de ello es la iniciativa 5940, conocida como la Iniciativa que dispone aprobar la Ley para garantizar la Protección Integral de la Niñez y Adolescencia contra los Trastornos de la Identidad de Género, misma que fue presentada en julio de 2021 por un grupo de diputadas y diputados oficialistas y de clara posición conservadora.
Aunque la propuesta apenas fue conocida por el pleno, serán tres comisiones las que deben analizar y emitir un dictamen a favor o en contra, Comisión de Derechos Humanos, de Educación, Ciencia y Tecnología y de Gobernación. Su avance ha sido lento pero cuenta con el respaldo de congresistas como Allan Rodríguez, presidente del Congreso y Shirley Rivera, quien ocupará el cargo el próximo año.
La exdiputada Sandra Morán describe esta propuesta de ley como una expresión extrema de conservadurismo y, peor aún, como un intento por imponer una forma de pensar. “La iniciativa 5940 es una amenaza para las personas trans, que se suma a la 5272. Es una propuesta de diputados que no están de acuerdo con la existencia de las personas trans”, resume.
La iniciativa se plantea el propósito “garantizar la protección (de las niñas y niños) a ser expuestos a contenido pornográfico que represente la sexualidad por sí misma o promueva o muestre variaciones de la identidad del sexo de nacimiento o reasignación de género”. En sus 7 artículos plantea reformas a normativas vigentes, con la intención de limitar el acceso a información sobre identidad de género desde el sistema de educación pública, medios de comunicación e instituciones públicas.
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Según Morán, de ser aprobada, la normativa pondría candados a la posibilidad de que exista una ley de identidad de género o a que el Ministerio de Educación trabaje en una reforma. “Es una amenaza a cualquier posibilidad de cambio y de avance en los derechos de las personas trans”, advierte.
La normativa fue apoyada por 3 diputadas y 13 diputados, entre quienes figuran representantes del partido oficial, Valor, PAN, Humanista, UCN y Viva, organizaciones políticas caracterizadas por sus posturas conservadoras. Los argumentos de quienes han manifestado su apoyo a esta propuesta están relacionados con ideas tergiversadas sobre la identidad de género y la importancia de la educación sexual integral.
Argumentos para combatir la desinformación sobre la población trans
Desde instituciones públicas, redes sociales y algunos medios de comunicación se difunden estigmas contra el derecho a tener una identidad de género. Ante la desinformación que existe, compartimos estas verdades que botan por completo los argumentos de la iniciativa 5940:
- Ser trans tiene que ver con identidad de género
No es cierto que esta sea una “enfermedad que se puede curar con terapias o remedios”. No se trata de una patología o trastorno.
“Ir a terapias conversivas que tienen un toque religioso, más que nada con profesionales poco éticos, representa un alto riesgo de suicidio”, explica Andrea Bonilla, psicóloga, sexóloga y activista LGBTIQ.
Este tipo de creencias pone en riesgo a la población trans, porque crece con la idea de que su identidad es algo perjudicial, algo que hace daño y que debe curarse.
“La persona crece con rechazo, incluso, hacia su propio cuerpo, desarrollan conductas auto-lacerantes, se cortan, se queman, utilizan un lenguaje ofensivo hacia sí mismos”, agrega la profesional.
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Ser trans rompe con las normas impuestas (heteronormatividad)
Incluso en espacios como el Congreso de la República, en donde actualmente se promueve una iniciativa de ley que pone en riesgo la libertad de tener una identidad de género, el fundamento es que “las personas trans son anormales” o que “van en contra de la naturaleza”.
Andrea Bonilla, psicóloga y sexóloga, explica que ha escuchado todo tipo de comentarios equivocados. “Dicen que están poseídos, que es algo demoníaco, circulan memes donde dicen que alguien nace perro pero quiere ser jirafo. Es absurdo. Esto se trata de entender el cuerpo, entender la identidad, la psicología. Creo que nos hace falta entender la complejidad de la sexualidad humana”, aclara.
- La identidad trans es un proceso
Las personas trans reconocen su identidad a temprana edad. En el caso de las niñas y los niños, es un mito creer que “están confundidos”, “están haciendo un berrinche” o que “no saben lo que quieren”.
“No hay una consciencia de qué es la identidad, todos nacemos con una y yo les invitaría a que se recuerden cuándo decidieron que iban a ser mujeres u hombres. Nadie lo decide, simplemente lo sentimos. En el caso de los niños transgénero sienten esta identidad en su cerebro y en su corazón, sin que nadie se los diga”, explica Anneliza Tobar, integrante de Familias por la Diversidad, una organización de familias aliadas de la diversidad sexual.
Tobar agrega: “En mi familia tenemos 8 años de vivir ese proceso y más bien se reafirma. No fue una etapa, no fue confusión”.
- Entender la identidad trans más allá de los prejuicios
La identidad de género no está relacionada con la forma en la que una persona fue criada. No se trata de una decisión tomada a partir de un estilo de crianza. Esta afirmación es errónea y prejuiciosa.
Según Anneliza Tobar, muchas personas tienen la idea equivocada de que la identidad de una persona, que empieza a definirse desde la infancia, es producto de una mala crianza. “Piensan que es algo que se puede arreglar con cinchazos o nalgadas, o con terapias de conversión. Dicen que la culpa es de una mala crianza y que en nuestras casas no hay disciplina, que las familias no sabemos educar”, explica.
Otro de los prejuicios que persigue a la población LGBTIQ es que su estilo de vida, su identidad, su orientación sexual responde a situaciones traumáticas vividas en la infancia. Es decir, la creencia de que ser trans, gay, bisexual, lesbiana, etcétera, es la consecuencia de una violación u otra experiencia desagradable. Otra idea que no tiene ningún sustento.
“Ser trans no tiene que ver con un trauma por violación, tampoco es por la ausencia de un papá. Esta idea es común sobre todo con mujeres trans, que nacieron con genitales masculinos, se cree que deciden ser trans porque no tuvieron una figura masculina”, explica Bonilla.
La identidad de género, añade, no es una decisión o una consecuencia de un trauma. Se trata de identidad, de autoconocimiento, de asumirse y vivir dignamente como toda persona merece vivir.
- Nada justifica la discriminación
Morán, Bonilla y Tobar coinciden en varios puntos. Muchas ideas absurdas con las que se intenta justificar la discriminación hacia personas trans carecen de sentido y son sumamente ofensivas, al punto de transgredir derechos fundamentales. “Nada justifica el abuso, la violencia, el estigma y los insultos a las personas trans”, concluyen.