Mariela Castañón / LaCuerda

Fotos: Diego Silva

La atención prenatal a mujeres embarazadas disminuyó durante la pandemia de COVID-19.  El débil sistema de salud colapsó. El personal médico tuvo que priorizar la atención de pacientes afectados por coronavirus, vacunar y detectar los casos. Mientras que algunas mujeres gestantes se alejaron de los hospitales por temor a contagiarse.

Evelyn Vásquez, tiene 24 años, es madre de una niña de tres años y de la bebé que nació en septiembre de 2021. Evelyn vive en Varsovia, San Juan Ostuncalco en Quetzaltenango.  La joven madre sostiene a la niña con fuerza.  La cubre con una frazada de colores.  Con un tono de voz bajo explica que su parto fue domiciliario.

“Decidí tener a mi bebé con una comadrona porque todo estaba bien desde el principio”, explica Vásquez.

La lluvia se escucha en el techo de lámina de la casa de Evelyn.  La temperatura baja y el frío empieza a sentirse. Evelyn no pierde de vista a su primera hija que juega en su casa.

Evelyn continúa con la conversación.  Dice que, aunque recibió atención prenatal en un centro de salud y con una comadrona, ella y su esposo decidieron que el parto sería en casa debido a que tenían temor de que se contagiara de COVID-19.

En los últimos casi 5 años, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) ha atendido 196,600 embarazos de mujeres adultas y de adolescentes en la red hospitalaria pública, pero durante la pandemia de COVID-19 la tendencia ha ido a la baja: un año antes de la pandemia, en 2019, fueron atendidos 53,359 embarazos; en 2020, 49,170 y hasta agosto de 2021, 38,134.

Eliú Mazariegos, director general del Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS) del MSPAS, admite que hubo una disminución en la atención materno neonatal e infantil, debido a la afectación del personal médico que tuvo que priorizar la atención y detección de casos de coronavirus y, también, porque algunas mujeres se alejaron de los hospitales y centros de salud por temor al contagio.

Mirna Montenegro, directora del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (Osar), opina que la maternidad debe tener la protección del Estado, porque es un tiempo vulnerable para las mujeres, sin embargo, la pandemia de COVID-19 provocó la disminución del acceso a métodos de planificación familiar, redujo los controles prenatales,  la atención del parto y controles post natales. Según los datos preliminares del Ministerio de Salud, del año 2017 al 31 de agosto de 2021, hubo 1,943 muertes maternas y durante la pandemia de COVID-19, entre 2020 a 2021, hubo un registro de 673 casos.

Las causas de esas muertes maternas fueron hemorragia, hipertensión e infección.  Durante la pandemia del coronavirus, los decesos ocurrieron principalmente en hospitales públicos, en domicilios, en Centros de Atención Integral Materno Infantil (CAIMI) y en Centros de Atención Permanente (CAP).

La labor social de las comadronas

Aunque Jessica Elías quisiera que su parto fuera atendido por una comadrona, como lo hizo Evelyn Vásquez, su situación es más compleja porque en su primer embarazo tuvo complicaciones y dos amenazas de aborto. Ahora, con su segundo hijo, considera que es necesario buscar atención médica especializada en un hospital.

En octubre de este año, Jessica tenía 4 meses de embarazo.  Era asistida en un centro de salud y también por una comadrona. Su temor era tener que ser atendida en el Hospital de Occidente, por el contagio al COVID-19, sin embargo, no tiene muchas opciones, tomando en cuenta el antecedente de su primer embarazo.

Jessica estaba trabajando en la tortillería de una familiar cuando la entrevistamos en Quetzaltenango.  Ese día comentó que ella y su familia adquirieron una deuda de Q7,000 para pagar por asistencia médica en una clínica privada en su primer parto, en agosto de 2020.

En esa fecha, Jessica temía ser positivo a coronavirus porque días antes su papá había sido contagiado, pero no fue así, al ingresar al hospital privado le realizaron el hisopado y dio negativo.  Allí tuvo a su primer bebé aunque su deseo era ser asistida por una comadrona.

Mirna Montenegro, del Osar, estuvo en mayo de este año en Quetzaltenango y a través de una de las epidemiólogas de la localidad, identificó que la atención del parto por comadronas pasó de un 17% a un 45%.

Por la misma razón que Evelyn y Jessica, Handi Elías, quien actualmente tiene seis meses y medio de embarazo,  decidió que su parto será domiciliar y atendido por una comadrona.

“El temor es cuando nazca el bebé, a la hora del parto. Por lo mismo que le he comentado, es mejor con una comadrona para que uno no tenga el riesgo de contagiarse”, dice Handi.

Handi, indica que regularmente no sale de su casa para evitar el coronavirus.  Usa gel y mascarilla para protegerse.  Ella desea tener buena salud al momento de dar a luz.

Berta Juárez, presidenta de las Abuelas Comadronas de San Juan Ostuncalco, en Quetzaltenango, explica que durante la pandemia de COVID-19 ha aumentado la atención prenatal y los partos en casa asistidos por comadronas; coincide en que el temor al contagio en hospitales es una de las causas por las que las mujeres las buscan.

En la visita a Quetzaltenango, observamos que las comadronas siguen con su labor social, a pesar de los riesgos, de las condiciones climáticas adversas y de la ausencia de una remuneración económica acorde a sus funciones.

Además de estos desafíos, explica Juárez que al principio de la pandemia no tenían gel, lentes, batas y alcohol, esto representaba temor para ellas por el contagio de coronavirus, sin embargo, continuaron apoyando en su comunidad.

Según el Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS) aproximadamente hay 25 mil comadronas en todo el país.

Desabastecimientos

La vigilancia de muerte neonatal se implementó en el año 2019 por parte del Ministerio de Salud, por esa razón la información disponible y preliminar indica que, de enero de 2020 a agosto de 2021, se habían reportado 3,203 muertes neonatales.

Por otro lado, al impacto de la pandemia del COVID-19 en la atención prenatal, se suman otros problemas como la falta de insumos para la atención a mujeres embarazadas, según el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva.

Además, no ha habido suficientes dosis de vacunas para las mujeres gestantes, aunado a las falencias en la coordinación y la aplicación de vacunas contra el coronavirus.

Nohemí Racancoj, representante del Osar en Quetzaltenango y de la Red de Organizaciones de Mujeres Indígenas por la Salud, Educación y Nutrición (Redmisar), explica que tras las visitas a los servicios de salud a nivel comunitario y municipal han identificado que hay limitaciones en el acceso a pruebas de embarazo, así como al albendazol, ácido fólico, zinc y sulfato ferroso, esto se debe a los desabastecimientos en la red hospitalaria.

Eliú Mazariegos, del SIAS, admite que durante la pandemia pudo registrarse algún desabastecimiento, aunque no menciona en qué medicamentos y en qué tiempo específico, argumenta que esto se debió a que debían enfocarse en otras áreas relacionadas con la pandemia, para funcionar.

Falta de primeras dosis

El Ministerio de Salud habilitó el pasado 31 de agosto la vacunación contra COVID-19 a mujeres embarazadas a partir del cuarto mes de gestación. Según lo expresado por las fuentes del propio ministerio, lo hizo hasta esta fecha porque no tenían aprobación o datos científicos para aplicar la vacuna a este sector de la población.

Para las mujeres embarazadas las vacunas que se aplican son Moderna, AstraZeneca y Pfizer, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, cuando a principios del mes de octubre visitamos el centro de vacunación de la Universidad Mariano Gálvez en Quetzaltenango, no estaba programada la vacunación contra COVID-19 para mujeres embarazadas porque no contaban con primeras dosis.

Luego de consultar las razones por la falta de vacunación, al siguiente día las mujeres embarazadas fueron convocadas para ser vacunadas.

Hasta el 20 de octubre de este año, el MSPAS había aplicado 18,765 primeras dosis a mujeres embarazadas mayores de edad, así como 6,092 segundas dosis. A adolescentes menores de 18 años embarazadas había aplicado 723 primeras dosis y 98 segundas dosis.

Los datos solicitados a través de la Unidad de Información Pública de Salud reflejan que del año 2020 al 6 de octubre de 2021, hubo 8 muertes de mujeres embarazadas por COVID-19, en los departamentos de Chimaltenango, Suchitepéquez, Totonicapán, El Progreso, Huehuetenango, Sacatepéquez y Sololá.

Estas muertes no son una estadística, se trata de mujeres que tenían una vida y que su ausencia afecta a sus hijas e hijos, esposos, papás, mamás y hermanos.

Te invitamos a escuchar el Podcast con más detalles sobre Mujeres desprotegidas en la pandemia de COVID-19. 

Además, la autora de esta pieza periodística produjo un video que retrata la situación de las mujeres embarazadas durante la pandemia provocada por la COVID-19.

Este reportaje fue realizado con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones.