Este 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Decenas de mujeres participaron en actividades especiales realizadas en el centro de la Ciudad de Guatemala.

Jody García/laCuerda

Consuelo Turuy Oxcal es una joven indígena de 23 años que vive en las montañas de San Pedro Sacatepéquez, un municipio a 20.8 kilómetros de la Ciudad de Guatemala. Desde la ventana de su casa se pueden ver los volcanes y la niebla que los cubre casi todas las mañanas.

El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Consuelo viajó en bus desde su hogar para llegar a la Plaza Central y participar en las actividades organizadas por colectivos de mujeres.

Llegó alrededor de las 4 de la tarde. Portaba su indumentaria maya, una mochila y tres ramos de rosas, uno rojo, otro amarillo y uno rosado. Solo le faltaba una cosa: un cartel que contara por qué estaba allí.

En una tienda consiguió un cartón y una de las participantes en las actividades para conmemorar el 25 de noviembre le prestó un estuche con marcadores de colores. Con eso escribió algo que venía pensando en todo el camino:

“Arribé desde mis montañas.

Traje mis flores. 

Vine a acuerpar a mis hermanas. 

Estamos cansadas de tantos dolores”.

Consuelo conversó con laCuerda y relató que viajó sola para romper con la tendencia de la sociedad que le dice “no”, “tú no puedes”.

“Me limitan mucho, me dicen “¿qué vas a ir a hacer allá (a la Ciudad de Guatemala)?, si eso es para los de allá, los ladinos”. Cuando nos reprimen mucho llegamos a un límite de decir “ya no más, es lo que yo quiero hacer, poner un alto y dejar que tu cuerpo sienta las emociones porque siempre he creído que nos arrepentimos más de lo que no hacemos, que de lo que hacemos”, contó.

La motivación más grande de la joven fue participar en las actividades del 25N para estar allí y alzar la voz por sus hermanas, por su madre, por su abuela.

“Como mujeres indígenas nos han reprimido un montón y no quiero ser parte de eso”, dijo.

Según el Censo de Población de 2018, el 41.7% de la población guatemalteca es indígena. De esa cifra, el 75% vive en pobreza y el 58% sufre desnutrición. Según un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (Oacnudh), las mujeres indígenas del área rural constituyen el 36% de la población femenina adulta y la mayoría sufre de una grave discriminación. El contexto socioeconómico también agrava la violencia que sufren en sus hogares, lugares de trabajo, comunidad e incluso en instituciones públicas.

“La mujer indígena a través de la historia ha sufrido la explotación económica y la opresión cultural”, señala el informe de Oacnudh.

Con ese peso, Consuelo salió a protestar, preparó su cartel y regaló sus flores a las otras mujeres que participaban en el plantón.

“De alguna manera escapé de mis montañas y vine a la Ciudad. Estoy muy feliz y emocionada. Es como darme cuenta de que no solo son fotos, es estar aquí, vivirlo, representarlo y siendo mujer indígena también es darme a conocer”, compartió.

Un día de marchas

Junto a Consuelo hubo cientos de mujeres marchando y realizando actividades en la Plaza Central. La Coordinadora 25 de Noviembre convocó a una caravana que salió de la Corte Suprema de Justicia y llegó hasta la Plaza Central. La misma fue encabezada por las niñas y adolescentes de la Asociación Coincidir, quienes viajaron desde Chimaltenango y Jalapa con sus bicicletas y tambores.

En esta caminata participaron organizaciones como Mujeres Transformando el Mundo (MTM), el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG), un grupo de mujeres mayas, garífunas y xinkas, Tierra Viva, la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y de Maquila (ATRAHDOM), Otrans (Reinas de la noche), la Alcaldía Indígena de Palín, la Red Multicultural de Mujeres Trans, el Consejo Departamental de Mujeres Kaqchikeles de Chimaltenango, entre otros grupos de mujeres diversas.

La Coordinadora también realizó una vigilia durante la noche del 24 de noviembre y un día antes, el 23 de noviembre realizó el foro Juntas Resistimos.

Entre las consignas en la caravana destacaron el cese a la represión en El Estor, a los embarazos en niñas y adolescentes, a la impunidad en los casos de violencia contra las mujeres, femicidio y acoso callejero. También se escucharon demandas de justicia en el caso Hogar Seguro, de educación sobre derechos sexuales y reproductivos, a que las mujeres decidan por su propio cuerpo y resaltó el grito de las más jóvenes que decía: “las niñas queremos ser libres para jugar en paz”.

Por la noche del 25 de noviembre, un grupo de mujeres feministas autoconvocadas, prendió 5 mil velas para llamar la atención a las demandas a las instituciones públicas para que garanticen la atención a las mujeres víctimas de violencia física y sexual.

A la luz de las velas otro grupo de mujeres interpretó a coro la “Canción sin miedo” de Vivir Quintanilla, una pieza en el que se nombró a quienes este año fueron víctimas de femicidio, entre ellas Litzi Cordón y Sharon Figueroa.

 

Otro de los momentos más emotivos durante el día fue la develación de una nueva placa en memoria de las 41 niñas víctimas del incendio en el Hogar Virgen de la Asunción, ocurrido el 8 de marzo de 2017. Con esta pieza las familias piden nombrar a la Plaza Central como Plaza de las Niñas, como una forma de recordar que su lucha por la justicia no terminará mientras el caso siga en la impunidad.