verónica sajbin velásquez* / laCuerda
Hay acciones que despiertan muchas esperanzas para nuestras vidas, que se realizan con mucha fuerza de mujeres y las protagonistas son ellas. Este es un resumen del relato sistematizado por Carolina Cabarrús y Cecilia Mérida, dos compañeras imprescindibles en esta lucha por la defensa del territorio cuerpo y tierra.
Recientemente se realizó virtualmente, un ciclo de diálogos entre mujeres indígenas y latinoamericanas en defensa del territorio y bienes naturales, este fue un proceso impulsado por el Programa ACTuando Juntas, Jotay1 en Guatemala, con el objetivo de crear espacios de encuentro, debate, reflexión y aprendizaje entre mujeres indígenas de Guatemala y otros países de América Latina sobre problemas comunes y experiencias de sus derechos individuales y colectivos, de los territorios y los bienes naturales en un contexto de represión política y pandemia.
En esta actividad participaron más de 50 defensoras indígenas quienes pusieron en movimiento sus pensamientos y palabras. Fueron mujeres Kiche, Kaqchikel, Q’eqchi’, Mam, Ixil, Qanjob’al, Chorti, Chuj y también del Pueblo Xinka y del Pueblo Ladino/mestizo; junto a participantes de otros Pueblos Originarios de Abya Yala: Quechua, Garífuna y Arahuaco. Cada una de ellas fue parte de un tupido tejido histórico e identitario, a través de sus conocimientos, saberes y sobre sus luchas en defensa de la vida digna frente a los múltiples sistemas de opresión de profundas raíces colonialistas.
A través de estos diálogos, cada una de las participantes demostró con creces, sin ser esa su intención, que son mujeres fuertes, valientes, aguerridas, defensoras de la vida, de la tierra, del territorio, de los bienes naturales, sus palabras coincidían en expresiones como “por nosotras los ríos siguen sus cursos; germina, crece y se transforma el maíz en alimento; se mantienen vivos nuestros idiomas y el arte de la vida reflejado en los colores de nuestra indumentaria; nuestras prácticas medicinales, de elaboración de alimentos y la construcción desde lo colectivo. Es nuestro legado, como mujeres de los Pueblos Originarios, para vivir en un mundo mejor para todas y todos”.
Y aunque sus contextos son de despojo masivo de los bienes naturales en sus territorios, sus voces nos recuerdan a lideresas que se han transformado en símbolos de la lucha por los derechos de sus pueblos. Entre ellas, Miriam Miranda, una de las principales voces de las resistencias del Pueblo Garífuna en Honduras; Sônia Guajajara, primera precandidata indígena a vicepresidenta en Brasil; Patricia Gualinga, rostro de la resistencia Sarayaku en la selva amazónica ecuatoriana; la machi Francisca Linconao, criminalizada por su lucha a favor de los Mapuche en el sur de Chile; Virginia Pinares, del Pueblo Originario Quechua, quien se ha enfrentado a la empresa minera MMG Las Bamba, en la provincia de Cotabambas, Perú; Telma Cabrera en Guatemala, segunda mujer maya candidata a presidenta, quien ocupó el cuarto lugar en los resultados electorales del 2019.
Además de todas ellas, también están las defensoras del territorio menos conocidas pero sin quienes no sería posible el resguardo del equilibrio con la tierra, todas aquellas mujeres que, desde sus comunidades, resistentes al despojo colonial y capitalista, cotidianamente defienden los mantos acuíferos, rescatan y preservan las semillas nativas, luchan en contra de los agroquímicos, transmiten sus idiomas a las nuevas generaciones y emprenden proyectos para la soberanía alimentaria.
Son mujeres que luchan, día tras día, desde el ámbito privado y que recrean y sostienen las culturas originarias, tal y como lo expresó una de las expositoras presentes en estos diálogos. En este espacio, se evidenció también que todo lo que las mujeres aportan es invisibilizado porque el despojo colonial está atravesado por el patriarcado, por eso las defensoras luchan por la recuperación de su cuerpo, territorio siempre en disputa.
Las mujeres mayas siempre han sido atacadas porque son fundamentales en la organización de la vida de los pueblos indígenas. Este sistema de muerte sabe que atacándolas, se destruyen los hogares y las comunidades.
No obstante, las participantes en estos diálogos están convencidas de que sus luchas contra los sistemas opresores y de explotación de sus cuerpos y de su territorio van a continuar y que ahora son ellas, pero antes fueron sus abuelas, sus madres, y que después serán sus hijas y sus nietas quienes luchen por una vida feliz y sin violencia, cuidando siempre la memoria histórica, para que no se olvide nunca que sus ancestras son sobrevivientes del genocidio y que ellas están acá, ahora, transmitiendo la identidad, los idiomas, el uso de la indumentaria, las costumbres propias, entre otras virtudes de los pueblos originarios.
Que no se olviden nunca sus palabras pronunciadas en estos diálogos:
“Si no participamos nos quedamos atrás, las mujeres debemos animarnos, defender nuestros derechos… Las mujeres alzamos la voz para defender nuestros territorios… Las mujeres siempre estaremos contra este Estado patriarcal y machista… A través de nuestras luchas y resistencias estamos unidas para vivir en plenitud nuestros cuerpos, tierras y territorios”.
Finalizó este ciclo de diálogos sintiendo, todas ellas, el reconocimiento mutuo y colectivo por sus experiencias, capacidades, voluntad, liderazgo en sus luchas y resistencias.
__________________________
* La autora lo escribe en minúsculas.
1. Significa retoño en maya kaqchiquel.