Silvia Trujillo/laCuerda
La decimoquinta edición de estas jornadas comenzó ayer, lunes 18 de julio, en la sede de la Universidad Rafael Landívar (URL), en la ciudad de Guatemala y se extenderán hasta el próximo viernes 22. Las JALLA han sido espacios de intercambio, diálogo, reflexión, así como, fomento de las miradas críticas. Se han desarrollado previamente en distintos países de Abya Yala (México, Brasil, Bolivia, Costa Rica, Perú, Chile, Colombia, Ecuador y Argentina). De acuerdo con Lucrecia Méndez de Penedo, directora de la Cátedra Miguel Ángel Asturias de la URL, y organizadora de las jornadas en este país, el evento convoca el interés, no solo de personas dedicadas a la literatura, sino también de otras vinculadas a las distintas disciplinas académicas que “analizan experiencias de lecturas e interpretaciones, arqueologías de la imagen, huellas de la memoria y la palabra, genealogías y formas de vida”.
En la sesión inaugural, el Rector de la URL, P. Miquel Cortés Bofill S.J, destacó que esta edición es una oportunidad para “generar redes de investigación, favorecer el liderazgo nacional en estudios culturales como herramientas de análisis propositivos, desarrollar proyectos de cooperación, generar unidades de aprendizajes en todo el sistema universitario e impulsar nuevas alternativas académicas, sociales y políticas”. Agregó que su realización y el enfoque desde el cual se ha convocado “refleja la pertinencia oportuna en esta coyuntura social y política que vivimos y nos proyecta a un futuro deseado más justo y equitativo de los seres humanos y nuestra casa común”.
Letras palpitantes, pervivencias: mujeres, primeras naciones, afrodescendientes y seres de la Tierra
Este es el título con el que se convocó a la actual edición, porque, como manifestó el investigador y novelista Arturo Arias en la conferencia inaugural, “a pesar de la brutal cantidad de matanzas que ha operado sobre las primeras naciones y pueblos de Abya Yala, las mujeres, las personas afrodescendientes y otros seres que habitan esta tierra, perviven letras, glifos, pueblos, culturas y su sensibilidad en el entender del mundo gana terreno conforma avanza el ecocidio. Por eso, dedicarles estas jornadas a invisibles, seres victimizados, inmolados, considerados desechables, condenados en sus propias tierras milenarias por una necropolítica forjada por 500 años de violencia colonial, cuyo legado podría ser el exterminio de la vida en este cuerpo celeste que consideramos nuestro hogar, lo sentimos como una obligación y una ética”.
Durante toda la semana se están llevando a cabo más de 150 conferencias, lecturas y presentaciones de libros en el marco de un proceso donde aproximadamente 300 personas están intercambiando ideas, elaborando reingenierías para pensar el territorio, diseñando horizontes posibles y metas comunes para enfrentarse críticamente a la destrucción del planeta operada por el capitalismo neoliberal. (Se puede consultar el programa AQUÍ)
Frente a un sistema que privilegia la muerte, la XV JALLA es una apuesta por la esperanza, contra la indiferencia y la apatía. Por eso Lucrecia Méndez de Penedo cerró su intervención en la ceremonia de inauguración con estas palabras extraídas del texto de Luis Cardoza y Aragón, titulado Guatemala, las líneas de su mano: “jamás el peso de la noche pudo sumirme en sus ojos, clavarme en sus actos perennes, poner plomo en el ala, coserme los labios y los parpados. Amanece y el sol salta tras los cerros de Antigua, húmedo de rocío y cantos de pájaro como en mi sueño”.
Contra las nuevas formas de violencia extractiva
En la conferencia inaugural, Arias presentó su ponencia “¿Literaturas de primeros pueblos? ¿El antropoceno? Equivocaciones teóricas y embrollos conceptuales”. Destacó que “la invasión española marcó el inicio del capitalismo extractivo en las Américas y el genocidio resultante fue producto de la codicia. El continente se volvió una región ocupada, expoliada de sus recursos y domada a la fuerza por aventureros cuya mirada extractiva invisibilizó la rica complejidad de las civilizaciones que configuraron sofisticados mundos cosmocéntricos durante milenios”. Hizo énfasis en su intervención en que “el materialismo anticipado convirtió los recursos naturales en bienes de consumo global y por eso el extractivismo está ahora acabando con el planeta y amenazando la supervivencia de todas sus formas de vida. Las grandes potencias están ancladas a esta herencia megaextractiva”.
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Explicó que el concepto de antropoceno fue acuñado por un grupo de personas dedicadas a la investigación y creación de conocimiento para “nombrar a nuestra época geológica caracterizada por el impacto humano en el planeta”. Sin embargo, criticó el concepto por estar plagado de una visión que “no considera al racismo, ni el colonialismo como factores diferenciadores entre sectores humanos, y se enfoca tan solo en las fuentes de la destrucción global, ignorando voces de los primeros pueblos y naciones del sur global. No menciona el colonialismo o la constitución de cuerpos racializados al interior de geografías diferenciadas, nada dice de la destrucción sistematizada que despojó a los primeros pueblos y naciones de tierras, cultura y espiritualidad. Tampoco menciona la esclavitud que acabó con millones de seres humanos”.
Como voces enfrentadas a esa visión hegemónica, nombró a quienes desde los años 80 del siglo XX han estado creando literatura en idiomas de los pueblos originarios de Abya Yala, cuyas narrativas rechazan el antropocentrismo, encarnan proyectos descolonizadores, señalan rupturas epistemológicas con la teleología civilizadora eurocéntrica, evidencian una amplia comprensión de espacios e historia y denuncian la posición de gobiernos, así como de poderes empresariales y su lógica depredadora.
“En efecto la originalidad de las literaturas de los primeros pueblos y naciones no se limita a escribir en sus idiomas, más allá de logros formales o estéticos, su fuerza se encuentra en la mirada ontológica que informa y configura sus significados” remarcó el investigador. Por eso, mientras para el pensamiento materialismo occidental, las montañas, ríos, lagos, la naturaleza en general, es una mercancía condenada al despojo extractivista, para los pueblos originarios del continente son consideradas entidades vivientes y son parte de una epistemología relacional donde se fusiona lo social, lo económico, lo ecológico y lo cosmológico.
Si la humanidad no logra revertir esta mirada que conduce a la muerte “el antropoceno perpetuará su mirada colonizadora occidental y le impondrá más necropolíticas al sur global” explicó Arias. Agregó que “estas nuevas formas de violencia extractiva exigen otro tipo de respuestas, reconsiderando hacia donde se dirige la especie humana. Existen muchas respuestas entre las ricas complejidades de las culturas de los primeros pueblos y naciones. Posibilita un futuro diferente. Hoy en día mantenerse anclado en perspectivas eurocéntricas es una condena a muerte”.