Rosario Orellana / laCuerda

Abigaíl Lemus tiene 28 años y desde los nueve practica baloncesto. Es originaria de La Gomera, Escuintla y hace una década migró hacia la capital en busca de oportunidades laborales. Es una mujer trans a quien, hasta la fecha, se le ha negado tres veces el cambio de nombre en sus documentos de identificación, ha enfrentado violencia en clínicas médicas, centros de estudios y en espacios públicos, incluyendo el deporte, donde aún sueña con poder competir profesionalmente.

En este sentido, en 2021 y tras dos años de consultas, el Comité Olímpico Internacional (COI) ofreció entregar una serie de principios “de justicia deportiva” que permitan a cada federación profundizar en mecanismos aplicables a cada deporte para promover la equidad, inclusión y no discriminación contra personas trans e intersexuales. Pocos meses después de este anuncio, la Liga Internacional de Rugby y la Federación Internacional de Natación vetaron la participación de mujeres trans en competencias élite.

“El primer paso es reconocer que las personas trans existen y que tienen necesidades básicas como seres humanos, que necesitan amor, diversión, comer, vestirse, ir al doctor, así como cualquier otra persona. Sacarles de los deportes no hará que dejen de existir”, apunta Ann Fratti, integrante de la Junta Directiva de la organización Visibles.

Por su lado, Tristán López del Colectivo de hombres trans Trans-Formación, señala que la discusión sobre si las personas trans deben o no competir en deportes de ciclo olímpico “se utiliza para mover miedos, prejuicios y transfobia. Se engrandece el odio hacia nosotrxs y un ejemplo de ello fueron los comentarios en redes sociales sobre la victoria de Lia Thomas [la primera nadadora trans en ganar una competencia universitaria]…eran espeluznantes”.

Lemus relata que una de las primeras tareas a las que dedicó tiempo al llegar a la capital, fue a la búsqueda de equipos de basketball que le permitieran desarrollarse. “Me encanta jugar, ha sido la forma en la que me desprendo de los espacios tóxicos y violentos. Reconozco que, a pesar de muchas cosas, tengo privilegios que me dejan dedicarle tiempo al deporte, aunque también ha sido mi campo de batalla”, dice. Después de cuatro años de buscar una oportunidad en la Liga Nacional, Abigaíl comenzó a entrenar sola en una cancha a dos cuadras de su casa. Hizo algunas amistades y conformó un equipo de doce mujeres que ahora se reúnen todos los sábados y domingos por la tarde. “Cuando iba a los equipos para que me aceptaran, inmediatamente me decían que no porque era un hombre vestido de mujer y que de seguro quería violar o acosar a las otras chavas. Me dijeron que era un depravado y que, en lugar de buscar equipo, buscara a dios. Ahora, con la mara con la que juego me siento bien porque todas traemos una historia qué contar, pero ninguna juzga a la otra. Crecemos juntas, ninguna es mejor que las demás…hacemos un equipo”, comparte.

En este sentido, Natalia Marsicovetere, también integrante de la Junta Directiva de Visibles, menciona que es necesario cambiar la narrativa que envuelve la participación de personas trans en los deportes, entendiendo que su inclusión representa importantes avances en materia de derechos humanos y no un retroceso para otros grupos que también han luchado por espacios en el deporte olímpico y cómo los medios de comunicación juegan un papel fundamental al compartir otras miradas de las realidades trans. “Los derechos humanos son expansivos, no limitantes…¿por qué se pone en tela de duda los derechos humanos de algunas personas? ¿por tener corporalidades distintas a las hegemónicas?, lo cual es curioso porque incluso en los deportes las corporalidades nunca han sido las hegemónicas planteadas por las sociedades”, cuestiona. “Que existan más deportistas en sus respectivas categorías es positivo porque eleva el nivel de competencia. Más competencia, más diversión”, agrega Fratti.

Agenda conservadora

Según López, existe un “frente abierto en esta lucha política y cultural que tiene que ver con los derechos LGBTIQ+, el aborto y los derechos sexuales y reproductivos…tienen una respuesta coordinada para que la agenda conservadora anti-mujeres, anti LGBTIQ+, anti educación sexual mueva sus intereses y está íntimamente relacionada con la corrupción y los grandes capitales. Si hacemos un mapa de poderes, sabemos quiénes promueven leyes anti-derechos y qué organizaciones están detrás, porque fueron las mismas que en su momento querían fuera a la CICIG¹ y ahorita están persiguiendo a jueces y fiscales”, explica el entrevistado.

Tristán advierte también que existe una dinámica en la discusión pública que genera polarización a raíz de los debates, provocando que se cuestione la dignidad de las personas trans. “Hay actores interesados en promover estas conversaciones pero desde los prejuicios y sin las voces de las personas trans, por ejemplo en Estados Unidos existen más o menos 100 legislaciones queriendose pasar  en contra específicamente de la comunidad trans, muchas de ellas en el tema de deportes y no estoy hablando que estén enfocadas en los de alto rendimiento sino de categorías escolares…las que jugás en el recreo o en las clases extracurriculares, impactando de forma negativa directamente en las infancias y adolescencias trans”, puntualiza.

Ciencia y avances

Pese a que en muchos espacios se ha intentado fundamentar desde las ciencias si es oportuna o no la participación de personas trans en los deportes, López afirma que “la ciencia no funciona así” y considera que principalmente la biología se ha utilizado con ignorancia y basada en dogmas, tal y como sucede cuando se apela a la academia para sustentar el racismo, entre otros tipos de opresiones.

Se consultó al Comité Olímpico Guatemalteco (COG) sobre la creación de algún reglamento o proyecto para fomentar la inclusión y participación de personas trans en las federaciones, sin embargo, al cierre de esta nota no se obtuvo ninguna respuesta.

En el deporte guatemalteco no se tiene registro de ningún caso de persona trans que practique deporte de manera profesional y federada, únicamente casos de atletas amateur2,como el equipo de fútbol y baloncesto de mujeres trans llamado “Las indomables” de Ayutla, San Marcos, entre otros.

Tanto Lemus, como Marsicovetere, Fratti y López coinciden en que el deporte puede convertirse en una plataforma que provoque discusiones respetuosas e inclusivas permitiendo un pleno desarrollo de estructuras, marcos legales y todo un entramado que rodee al deporte, para lograr un efecto positivo en el crecimiento y avances de las personas trans en este plano.

Resaltan que, en el contexto regresivo y violento que atraviesa Guatemala, las prioridades de la lucha de la comunidad trans nos hacen volver varios pasos y enfocarnos en derechos fundamentales para la construcción de vidas digas.

 

 

_____________________

1.Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)

2. Aficionados: Practican deporte por placer y distracción, sin embargo no reciben remuneración ni apoyo económico de entes regulados para el desarrollo del deporte.