Por: Red feminista antimilitarista

 

Cortesía: Correo de Canadá

Un 7 de agosto de 2002 se posesionó como presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez y con él una década de muerte, odio, acumulación legal e ilegal de la tierra, expansión del modelo de seguridad basado en la guerra total a la guerrilla desde las fuerzas legales y grupos paramilitares que ya operaban desde los años ochenta.

Corrió mucha sangre, se impuso un sentimiento compartido por una mayoría popular urbana: eliminar la guerrilla, el socialismo. Chávez y Cuba eran los enemigos de la democracia y había que utilizar la guerra para combatirlos. Pasaron doce años1 bajo una lógica de muerte. Sólo en 2012 comenzó a emerger la posibilidad de negociación política al conflicto armado interno, concretado en el programa electoral del segundo mandato de Juan Manuel Santos, cuyo eje central era lograr la paz para Colombia. El 25 de noviembre de 2016 se firmó el acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC-EP, entonces se abrió la posibilidad de encontrar un camino para la transición democrática en el país. Sin embargo, una parte de la población se sostenía en la idea de la política de la muerte. El reto sería contrarrestar el odio impuesto y ganar las elecciones de 2018 con una propuesta de continuidad para la paz. 

El 7 de agosto de 2018 la política de la muerte volvió, la transición democrática se truncó de nuevo. En medio de tormentas y malos presagios Iván Duque se posesionó como presidente. Pero el acuerdo de paz había generado un quiebre con la hegemonía de la muerte, y con la campaña del Plebiscito por la Paz2 nuevas fuerzas emergentes ocuparon las calles y las redes sociales, con innovadoras formas de hacer política: con alegría, amor, pedagogía, colores y la convicción firme de que las mayorías no aguantaban más el mal gobierno y la crisis económica postpandemia.

Nos vemos en las urnas3

El 28 de abril de 2021 se decretó paro nacional y se levantó en junio del mismo año a raíz del retiro de la reforma tributaria propuesta por Iván Duque que ocasionó el levantamiento popular. Aunque aumentó la impopularidad del gobierno, sostener los bloqueos y la represión, condenaría las protestas a un remolino que no tendría salida a corto plazo. Varixs líderes del paro afirmaron: “Nos vemos en las urnas”. Era el presagio que la transición y la vía electoral podría ser protagonizada por las mayorías sociales. Esta podría ser la posibilidad para un país que era apático a la política electoral por estar en medio de una guerra interna, y podría aumentar la participación, ganarle al bloque que continuaba vociferando la política de la muerte.

19 de junio de 2022 por siempre en la memoria colectiva

Las tres semanas de la campaña electoral a la segunda vuelta fueron tensas, con la experiencia del plebiscito y el empate técnico que daban las encuestadoras, cualquier resultado era posible. Concretar el sueño de poder derrotar a la ultraderecha en las urnas, tener un voto por una candidatura soñada había llegado. Ese día fue la recompensa más grande para habitantes de municipios que jamás contaron con las políticas de redistribución de las riquezas que generaban sus territorios y para lideresas, feministas, ambientalistas, amas de casa, organizaciones, víctimas del doloroso conflicto interno, de adultos y adultas mayores que esperaron desde el asesinato de Gaitán para ver ganar un gobierno popular. Por primera vez después de tantas lágrimas de dolor, pudimos llorar de alegría, ¡SÍ SE PUDO, GANAMOS, SOMOS MAYORÍA!, fueron las palabras con las que comenzó por fin la transición democrática en Colombia. 

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El pueblo necesitaba una victoria, subir su autoestima.

Necesitábamos ganar con votos, porque las balas sólo lograron profundos dolores y tristezas.

Es clave que el gobierno del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez amplíen el campo popular para apoyar la transición democrática y garantice su continuidad antes de terminar el periodo legislativo. Además: 

  • Avanzar en todas las reformas políticas que garanticen la redistribución económica, el mejoramiento de la vida de la población especialmente las regiones por fuera de la región mestiza y rica, como la región Andina.
  • Política de desmilitarización, negociación y sometimiento a la justicia de las bandas criminales narcotraficantes, que hoy son en mayor medida las responsables de los asesinatos de lideresas y líderes sociales en los territorios donde mayor defensa se hace del cuidado de los bienes naturales, explotación minera y sustitución de cultivos ilícitos.
  • Redistribución económica y de poder como garantía para diferenciarse de una ultraderecha que robó el presupuesto nacional, la dejó endeudada y sumida en la inflación de la canasta familiar que produce hambre. Es fundamental contar con una mayoría legislativa, que junto con el gobierno del cambio continúen trabajando por ser hegemonía política que pueda derrotar en el campo de la gobernabilidad con estética y ética la política de muerte.

La posibilidad de la emergencia de una nueva agenda de izquierda en Colombia, la brindó la presencia, el discurso y la propuesta de Francia Márquez. Esto como es de esperarse, entrará en tensión con una vieja izquierda antidemocrática, antipopular, recelosa del feminismo y las diversidades sexuales, bien lejos de combatir el racismo estructural, pero que es un dúo perfecto en lo que se merecía Colombia, un proyecto que garantice la posibilidad de tránsito a una agenda política de una nueva izquierda articulada a los procesos de integración, reflexión y acción en América Latina.

 

 

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  1. Períodos presidenciales Álvaro Uribe Vélez: 2002 – 2006 y reelegido: 2006 – 2010. Períodos presidenciales Juan Manuel Santos: 2010 – 2014 y reelegido: 2014 – 2018. Periodo presidencial Iván Duque: 2018 – 2022. 
  2. El Plebiscito por la Paz se realizó el 2 de octubre de 2016. Se debía elegir SI o NO al acuerdo de paz. El nivel de participación fue del 37.43 por ciento. Muy bajo, lo que reflejó el miedo y la desinformación dando como resultado el NO que se impuso con el 50.21 por ciento.
  3.  Frase utilizada por jóvenes cuando se decide dar por terminado el paro nacional, después de una terrible represión por parte de la policía, principalmente en Cali, capital del Valle del Cauca.