La palabra lo dice claramente: ver con anticipación lo que puede venir; ante las contingencias, tomar medidas para algo que pueda acontecer. Precaver, evitar o impedir una cosa. Prevenir es una clave muy importante para sobrevivir la avalancha que se nos vino encima de males generados por la corrupción, que van desde lo nacional hasta lo personal. Si queremos evitar una catástrofe mayor, de consecuencias expandidas, debemos detenernos a reflexionar y con base en ello, tomar acciones pertinentes. Repitamos de nuevo: Más vale prevenir que lamentar.

Está muy cantado que el actual gobierno, sus financistas y socios, así como las instituciones que lo sostienen, han desalojado de todos los espacios del Estado a personas e iniciativas a favor de la justicia para imponer un régimen de abusos, una cultura de desfachatez, políticas de despojo y, en suma, la corrupción como forma de vida. Es decir, la acumulación, el sarcasmo, el odio como actitudes de poder. La violencia. Porque no hay corrupción sin violencia, dado que es necesario usar la fuerza para doblegar voluntades o comprarlas; es con la intimidación o a través de la extorsión que se involucra a otras personas en la delincuencia. Es necesario taimar el alma con violencia para cometer atrocidades y defender la impunidad.

Una herramienta muy servicial para enfrentar dictaduras fascistas es la resistencia. Esta puede tomar formas diversas, desde la emisión y divulgación libre de ideas y propuestas democráticas, hasta la lucha clandestina contra los poderes destructores. En el medio hay múltiples maneras de enfrentar a un enemigo tan poderoso: podemos construir en los márgenes espacios seguros donde nutrirnos y albergar las fuerzas que sostienen el bienestar, como el apoyo mutuo, la solidaridad, la colaboración, el bien común.

Existen comunidades identificadas con la búsqueda de relaciones más igualitarias y dignas, donde no se aceptan exclusiones ni privilegios que lastiman a otras personas o seres vivos. Están funcionando en distintas partes del mundo grupos donde se intercambian bienes sin mediar el dinero. Hay sociedades donde se toman las decisiones en asamblea, no en órganos jerárquicos elitistas. A lo largo de la historia han existido hermandades pacíficas que procuran vivir en armonía con el entorno.

En las islas del Caribe se toman previsiones cuando se acerca la época de huracanes. No sólo se hace acopio de víveres e insumos necesarios, sino que se tapian puertas y ventanas, se aseguran instalaciones eléctricas, se protege a la población más vulnerable y hasta se preparan para los efectos psicológicos que provoca una tormenta de grandes dimensiones. Gracias a las previsiones, en Cuba, por ejemplo, es raro que la gente muera en eventos de este tipo, porque justamente se toman previsiones.

Aquí hemos perdido esa sabiduría vital. Así como perdimos la confianza en el prójimo, así dejamos de lado nuestra empatía y capacidad de ayudar. Sumergidas en este océano de podredumbre, de odios, de ignorancia planificada, precisamos dotarnos de fuerza interior y unidad colectiva para impedir que los grupos delincuenciales tradicionales y emergentes destruyan todo con tal de sacar sus grandes tajadas. 

Guatemala puede ser un país hermoso para vivir con dignidad. Todo es que lo decidamos y lo pongamos en práctica, lo cual quiere previsiones, por supuesto, pero también decisiones y determinación.