Lucía Escobar / Periodista 

El documental El Silencio del topo, dirigido por Anaïs Taracena y fotografiado por Carla Molina cuenta la historia de Elías Barahona, un periodista infiltrado en uno de los gobiernos más represores de América Latina.  “La película, aunque habla del silencio, ha hecho al público hablar, contar sus historias, romper ese miedo” comenta Taracena. A continuación, algunas ideas, frases y recuerdos de ambas cineastas sobre la creación cinematográfica y sobre su experiencia en esta producción que ha sido reconocida con múltiples premios a nivel nacional e internacional.

Anaïs Taracena

  • Conocí a Elías a través de su hermano David Barahona cuando filmé mi primer corto De tripas corazón con David. El corto es sobre el exilio. David y yo éramos muy amigos y me compartió el libro El aprendiz de topo.
  • La amistad de Elías comenzó a principios del 2012, cuando yo llegué y le entregué una copia del corto y un VHS que un cineasta italiano me había pasado y en el cual aparecía él dando testimonio 2 minutos. Elías nunca había visto esas imágenes y fuimos a digitalizar la cinta VHS a la Cinemateca Nacional que yo no conocía.
  • En el 2013, me instalé a vivir en Ciudad de Guatemala ya éramos amigos y le propongo a Elías filmar nuestras conversaciones como una forma de registro. Un día me pide que filme su testimonio en el juicio de la quema de la embajada de España. Llegamos con Rafa González y Mapi Godoy.  Él estaba enfermo desde hacía unos meses y murió 18 días después de que lo entrevisté. Su muerte me impactó, yo sabía que él quería su historia fuera contada.  
  • La escritura de la voz en Off tuvo un proceso de escritura de guion. Yo me grababa sola, editaba la voz y se la mandaba al editor. Pero se fue transformando inclusive hasta el último día. Porque la voz tiene un ritmo también y está profundamente ligada a la edición y al diseño sonoro.  
  • Hay muchísimos archivos de la historia contemporánea de Guatemala que se perdieron, que fueron destruidos, confiscados en los cateos de la policía, que se pudrieron o que en algunos casos permanece oculto por personas que no quieren que esos archivos salgan a la luz.  Eso es otra consecuencia de la guerra. También imágenes esparcidas de Guatemala en instituciones de otros países, pero hay que tener recursos y tiempo para buscar y para pagar los derechos de imagen. 
  • Para mí es una postura política usar y mostrar esas imágenes que se fueron encontrando porque mi generación y las generaciones más nuevas, no las hemos visto.
  • La historia del Topo no es solamente la historia de Elías Barahona es la de muchas otras personas. Pese a que en esas historias de vida haya mucho dolor, son muy humanas, con sus complejidades y contradicciones, pero llenas de dignidad, de resistencia, con posturas asumidas. 
  • También hay un deseo de dialogar con la generación de nuestros padres, pero es darle ese lugar a esa historia subjetivada.
  • Yo quería navegar en el espacio y la imaginación de las memorias personales con todas las contradicciones y complejidades que eso implica.
  • Ahora estoy terminado la postproducción del cortometraje Tras la vida.  Y empezando la investigación de mi nuevo largometraje El palpitar de los volcanes.

Carla Molina 

  • Conocí la historia de Elías Barahona cuando estaba filmando La Isla. Anaïs y yo no nos conocíamos de nada, le recomendaron mi nombre y me fue a buscar a mi casa. 
  • Mi aporte en la película fue en la dirección de foto y en la narrativa visual, también en apoyar a Anaïs porque era su primera pelicula. Se filmó con un equipo muy básico y nos la ingeniamos para que saliera bien. 
  • Rescatamos todas esas cosas del pasado, de los silencios que están ahí en las paredes de Guatemala y que ahí permanecen, y aunque parezca que se olvidan, en realidad no se olvidan.
  • Me gustan narrar con imágenes; plantarme en un lugar y entender la realidad a partir de verla con mi cámara, y con esa realidad poder narrar el tema que estoy tratando. Creo que, si no me emocionaran los temas yo no lo haría.
  • Cada vez somos más mujeres contando historias desde nosotras y uno de mis objetivos es que cada vez más, contemos con calidad las cosas. Lo más importante para mí es ser cómplice de otras mujeres para seguir contando buenas historias.
  • Las cosas que se cuentan muchas veces no son ni placenteras ni fáciles. Es una realidad fuerte la que vivieron en esa época. Al final nuestra generación ha sido privilegiada de poder expresarse.