Paula Irene del Cid Vargas / laCuerda

Cada 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, feministas latinoamericanas posicionamos en la opinión pública las múltiples iniciativas que se pueden realizar para evitar que las mujeres mueran por causas prevenibles, como las hemorragias e infecciones durante los partos; para evitar embarazos y maternidades no deseadas; para sacar del ámbito del tabú y el silencio al ciclo menstrual, reivindicando la necesidad de una educación sexual integral que conlleva hablar con naturalidad de la menstruación e introducir una gestión menos contaminante. 

Estas acciones contribuyen a que las mujeres tomen decisiones informadas, para que contemos con recursos materiales y simbólicos, así como con servicios suficientes y de calidad, mostrando con ejemplos concretos que somos las titulares de nuestras vidas. 

Guatemala es uno de los países de la región latinoamericana con las menores asignaciones presupuestarias para el sector salud, por lo que La Cuerda se suma a esta acción continental, cuestionando al gobierno por la escasa cobertura e inversión en prevención y atención a la salud de las mujeres.

También llamamos a todas las mujeres a que incorporemos el autocuidado en  nuestras agendas personales como una acción política. El autocuidado es la capacidad de promover la salud, prevenir y/o hacer frente a enfermedades y discapacidades de forma personal, colectiva y comunitaria. 

En lo personal, el autocuidado es la capacidad para incorporar hábitos que nos permiten estar atentas a cómo nos comportamos con nosotras mismas. Es el resultado de un estado de alerta a lo que nos sucede físicamente, a lo que pensamos y sentimos. Esta atención nos permite identificar aspectos, creencias y prácticas de nuestra vida cotidiana que contribuyen a perder el bienestar. También es la actitud que nos conduce a buscar información sobre lo que es mejor para cada situación y para cada momento de nuestro ciclo vital, en cuanto a la alimentación, las horas de sueño, el tipo de ejercicio y movilidad que nuestro cuerpo requiere. 

Para cuidarnos a nosotras mismas es necesario hacer un plan derivado del análisis de la interacción que tenemos en el ámbito familiar, laboral y comunitario. Es el momento de identificar la posibilidad de corregir una distribución inequitativa de tareas y de tiempo, de poner límites y/o de buscar apoyo para poder establecerlos.  Si tenemos dificultad para ello, si no podemos hablar, es el tiempo de buscar apoyo en otras. El autocuidado es un acto de reconexión cotidiana con nosotras mismas, con las otras personas y con la naturaleza.

En la dimensión comunitaria, las amigas y colectivas con quienes nos articulamos son quienes nos pueden facilitar o apoyar para cambiar, e introducir hábitos para recuperar equilibrio.

Vivimos en un contexto que reduce las condiciones para el bienestar individual y colectivo, así que tener información, espacios y tiempo para el cuidado, como plantea la Red de Salud Latinoamericana: el autocuidado para la salud de las mujeres se está convirtiendo en acto de transgresión y resistencia. Nos queremos vivas, sanas y trascendentes.