Mélina Nantel / periodista laCuerda

Fotos: Mélina Nantel


El 25 de junio, las ciudadanas y ciudadanos de Guatemala acudieron a los centros de votación para elegir un nuevo presidente y vicepresidente, 160 diputados para el Congreso, 20 representantes para el Parlamento Centroamericano y 340 alcaldes municipales.

A pesar de la participación de 30 partidos políticos, las mujeres están prácticamente ausentes de la agenda política. En esta serie de dos artículos queremos poner nuestras lentes en los desafíos, oportunidades y posibilidades que existen para las mujeres en la política. En segundo lugar, queremos dar un espacio de reflexiones para pensar más allá del sistema político actual, con el fin de construir un futuro más igualitario y un sistema político verdaderamente transformador.

Parte I – Mujeres y elecciones : ¿dónde estamos?

Aunque se han logrado avances en algunos países de América Latina en cuanto a la representación política de las mujeres, en Guatemala aún queda un largo camino por recorrer. A diferencia de otras naciones de la región, Guatemala carece de políticas de paridad o cuotas de género que garanticen la participación política de las mujeres.

Actualmente, las mujeres ocupan apenas el 13 por ciento de las diputaciones en el Congreso de la República. Además, en 26 de los 30 partidos políticos, los cargos de secretarios generales nacionales, roles de gran relevancia en la estructura política, son desempeñados exclusivamente por hombres..

En las elecciones anteriores de 2019, solo el 20.5 por ciento de los cargos públicos eran mujeres, y en las corporaciones municipales, este porcentaje apenas alcanzaba el 19.93 por ciento. Incluso en el puesto de mayor jerarquía dentro de las municipalidades, el de alcalde, solo el 7 por ciento corresponde a mujeres, según registros de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies).

Estas cifras reflejan la imperante necesidad de abordar la participación de las mujeres en la política, pero no son suficientes para representar la totalidad del problema ni tampoco la solución. Una participación política feminista real va más allá de los porcentajes de mujeres y abarca varias dimensiones. No se limita únicamente al acto de votar, sino que también garantiza que los problemas y desafíos que enfrentan sean comprendidos y considerados en las políticas públicas, y que el sistema político que las produce sea pensado e implementado desde una perspectiva de bien común.

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Participación política de las mujeres: catalizadora del cambio social

Para Tita Godínez de la Alianza Politica Sector de Mujeres, no se trata simplemente de añadir mujeres al sistema existente, sino de permitir la participación de aquellas que desean contribuir al bienestar colectivo. “Tenemos que romper con esas estructuras de poder que son fundamentalistas, racistas y que no nos permiten tener libertad. Consideramos que la participación política de las mujeres definitivamente va transformando los imaginarios, las actitudes y prácticas cotidianas, pero también debe de haber transformaciones estructurales en todas las esferas de la vida”, dice.

Es importante reconocer que muchas de las mujeres que están participando en la política reproducen las estructuras patriarcales debido a las limitaciones y estrategias políticas existentes, admite Godínez. El simple hecho de tener a una mujer en un cargo político no garantiza que ella tenga conciencia de género o comprenda las realidades y desigualdades que atraviesa el país, según Tita Godínez. “A veces, las mujeres pueden tener la identidad de mujer, pero no necesariamente tener una comprensión política de las necesidades vitales, las propuestas y las condiciones que viven las mujeres. Las mujeres que sean candidatas o que sean electas tienen que hacer un proceso de formación y de transformación de su visión y de su conmoción o de su apuesta política desde aportar a la emancipación”.

Rompiendo barreras: desafíos y valentía

A pesar de la importancia de la participación política de las mujeres, la realidad muestra que las opciones para votar a favor de candidatas mujeres en Guatemala son limitadas. Como ejemplo, el partido Unión Republicana tiene a una mujer como secretaria general nacional, pero sus candidatos presidenciales son hombres. El candidato a la presidencia es Giulio Talamonti, quien fue condenado en 2013 a más de seis años de cárcel por violencia contra la mujer. Además, en algunas ocasiones, como en el caso de Thelma Cabrera del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, la única mujer indígena con aspiración presidencial, las candidaturas son truncadas.

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Las barreras sistémicas son numerosas y tienen un impacto directo en la participación de las mujeres en la política. Uno de los obstáculos es el financiamiento, ya que en muchos casos las candidatas son responsables de recaudar fondos para sus campañas. Esto puede ser especialmente difícil para las mujeres debido a las dinámicas sociales que les otorgan menos acceso a la educación y los recursos económicos.

Incluso una vez involucradas en el ámbito político, el ambiente suele ser muy hostil para ellas. Las mujeres se enfrentan a numerosos desafíos y obstáculos que dificultan su participación plena y efectiva en la política. “Se les menosprecia, se les descalifica, no se les reconoce, no se les da la palabra”, explica Godínez. “A veces, estamos proponiendo propuestas, pero si viene un hombre, pues lo felicitan”.

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Las barreras no son las mismas para todas las mujeres. “Como es un país desigual, un país que marca a la sujeta, las barreras van a ser diferentes. Una de las barreras es la cuestión del idioma”, explica Tita Godínez. “Las comunidades a veces no se atienden o no se les proporciona información en su idioma materno. Hay un nivel de agresividad y racismo con el que se trata a las poblaciones de pueblos originarios. Esta cuestión tiene un nivel subjetivo, un nivel material político: el racismo”.

Fotos: Mélina Nantel

Las condiciones de participación también varían, según si se trata de áreas urbanas o rurales, así como la disponibilidad de representación local y territorial en comparación con la nacional.

El acceso a recursos también juega un papel importante. Muchas mujeres no cuentan con los recursos necesarios para transportarse, alojarse y cubrir los gastos asociados con la participación política. Además, la falta de valoración de los conocimientos y experiencias cotidianas de las mujeres es otro obstáculo que dificulta su participación.

Es importante destacar que el miedo también es una barrera que muchas mujeres y feministas enfrentan. “Creo que cada una de las mujeres y feministas hemos tenido, de alguna manera, miedo. Miedo porque la participación de las mujeres en la política se ve mal, se castiga, se cuestiona. Hay muchos mitos, hay muchos prejuicios”, explica Tita Godinez. “Este miedo es una barrera que cada una de nosotras tiene que romper. Y tenemos que ver cómo nos apoyamos mutuamente en esto”. Aunque la participación política tiene dimensiones privadas y personales, «también implica cómo nos apoyamos de manera colectiva», concluye.