Maya Alvarado Chávez/La Cuerda

La germinación de ideas y pensamientos es posiblemente el hecho más significativo del momento que vivimos.  Los desafíos planteados por los resultados electorales del 25J suponen compromisos que los movimientos sociales hemos descuidado, y que a la luz de esa primera ronda, implican una oportunidad para avanzar en la responsabilidad que tenemos de articularnos para generar movilización de ideas, pensamientos, sentimientos, posibilidades de transformación. 

Es cierta la atomización de expresiones políticas y sectoriales en los movimientos sociales, también es verdad que necesitamos madurar, escuchar las palabras de los pueblos, la juventud, las mujeres, la niñez, la población en general. Todos han expresado sus reflexiones en defensa de una democracia que ha resultado insuficiente para que la vida digna sea posible, pero que hoy abre una puerta para avanzar en las transformaciones que durante años… siglos, hemos reclamado. 

Es el momento de retomar los pasos ancestrales que, en la espiral del tiempo, han dejado huella para avanzar hacia la justicia social plena, no de mendrugos. Una sociedad para encontrarnos, dialogar, definir rutas y avanzar, sin invisibilizar las realidades estructurales que nos atraviesan y han construido privilegios para algunos, y condenado a la miseria a la mayoría. Podemos pensar diferente, pero necesitamos vincularnos en la convicción de que es posible construir algo bueno desde lo personal, colectivo y con nuestro entorno, le llame como le llame cada quien desde su espacio. 

La cosecha de la movilización

A pesar de la incertidumbre de la institucionalidad manipulada por las élites económicas, militares y mafiosas, los análisis difundidos por diferentes medios y desde diferentes perspectivas, con sus aciertos y desaciertos, han solventado vacíos y nos han obligado a hacernos preguntas, lo que resulta más importante que darnos respuestas. Agradecemos todas esas reflexiones ofrecidas en la palestra pública para el intercambio de ideas, el diálogo constructivo, la palabra germinada. 

Todo ha contribuido a dar luces, mostrar rutas, definir posibles consensos y manifestar reflexivamente y sin enojos los disensos. Desde las movilizaciones de 2015, esta capacidad de diálogo fue acallada primero por las vuvuzelas, luego por la imposición del proceso electoral de aquel año, que llevó a la inercia de las urnas, sin antes agotar el diálogo entre movimientos para dar pauta a otras posibilidades que era posible concretar desde la legalidad. 

«En estas condiciones no queremos elecciones», dijimos en aquel entonces las feministas y otros sectores y expresiones sociales de la población que nos vimos silenciadas por esa inercia aplastante y demoledora.   

A partir de ahí varios grupos surgidos en la Plaza desaparecieron, otros se han mantenido activos. Semilla, que nació de ese grito de indignación, dio un paso más para constituirse en partido político, en medio de críticas de propios y ajenos, y asumiendo lo que ello conlleva en este país, con esta historia y su ADN.

La interpelación a «líderes» religiosos

Hemos escuchado reflexiones genuinas de personas religiosas que interpelan el conservadurismo y retorcimiento de ideas de los líderes de las iglesias a donde acuden a congregarse en su fe. Hablan desde su propio pensamiento, desde lo que ven y sienten, no solo desde el dogma impuesto y la creencia acrítica inculcada con distorsiones y prejuicios lanzados como verdades absolutas, tanto desde púlpitos eclesiales, como desde tribunas «políticas» utilizadas para envenenar y ocultar las realidades que están a la vista de quien, más allá de sus creencias, tenga también la capacidad de abrir los ojos y actuar. 

Eso es lo que ha ocurrido, la población, constituida en sujeta social y política, con pensamiento propio y por diferentes circunstancias, ha encontrado la forma de actuar y decir ¡basta! 

Mucha juventud activa en redes nos ha ofrecido bondadosamente su creatividad y su mirada fresca sobre lo que ve, siente y analiza, utilizando también su propio pensamiento, sin repetir discursos ni consignas dogmáticas. De hecho, es la juventud de los diferentes pueblos originarios, también la mestiza, rural y urbana, la que está honrando su historia y legado, y nos está abriendo caminos.

Despacio que tenemos prisa

Sabio refrán de nuestras madres y abuelas. Si bien es cierto, nuestro corazón recibe con gratitud esta semilla de esperanza, también es importante no sobrepasar expectativas. Hay que decirlo, no todos los postulados de Semilla nos convencen o convocan. 

Nosotras también hemos construido propuestas, no necesariamente para «demandar» a la institucionalidad del Estado, sino más bien para construir desde nuestras entrañas, con otras y otros. Si desean escuchar y además pueden hacer, será un gran logro, mientras tanto, seguimos caminando, y en este tramo, reconocemos su liderazgo. 

No tenemos por delante un camino fácil, hay riesgos y distractores. Mientras caminamos nos acompaña el sonido de nuestro corazón, las manos amigas, hermanas, los pasos que han dejado huella y nos llaman a tomar nuestro lugar en nuestra historia. ¡¡Aquí estamos!!