Ana Cofiño / laCuerda

 

Ser librepensadora es una elección política que conlleva tomar posiciones en el mundo y asumir la responsabilidad de las decisiones propias. Creer en las energías o en las diosas es una opción, no una obligación. Descubrir que en nosotras mismas están las respuestas es liberador. 

Vivir en una sociedad cachureca implica recibir mandatos y prohibiciones, y poner en práctica rituales que muchas veces no tienen sentido, y sí malas intenciones. Gracias al feminismo hemos entendido el efecto que ello ha tenido en nuestras vidas y con esfuerzos logramos trascender las barreras impuestas por esa institución patriarcal por excelencia.

laCuerda conversó con Alma Odeth Chacón, feminista guatemalteca de larga data, integrante de la organización de mujeres Tierra Viva, preguntándole sobre la relación entre las mujeres y las religiones:

Las religiones van creando preceptos, valores éticos, morales, costumbres, formas de vida, esto va generando cierta identidad, y por eso pesan tanto. En muchas de estas religiones te rigen las comidas que puedes consumir, cuestiones para la salud, muchas tienen relación con el ejercicio de la sexualidad y cómo te manejas con tu cuerpo. 

La mayoría de religiones dicen que la familia es primero, una familia constituida sobre la base del matrimonio monogámico. Te dicen cómo ejercer tu sexualidad dentro de ese marco, no hay posibilidad a la disidencia o a hacerlo de otras maneras, lo que es muy difícil porque marca tu identidad, esto se vuelve muy complicado. 

Las religiones te dicen a quiénes aceptar, de acuerdo a sus orientaciones y deseos sexuales, esto básicamente no ha ayudado a las mujeres. Las religiones las encuadran en una situación donde el ejercicio de su sexualidad se limita a la reproducción, en el marco de la heterosexualidad. Todo ello te margina de alguna manera. 

Otra cuestión que se sigue discutiendo se refiere a cuándo es vida, cuándo no, y eso se relaciona con la interrupción del embarazo, al aborto. Estos mandatos religiosos nos limitan la libertad de conciencia y de expresión.

laCuerda: ¿Por qué las feministas exigimos un Estado laico?

La Constitución de 1985, vigente hasta hoy, declara que Guatemala es un Estado laico. No obstante, desde la presidencia hasta los órganos judiciales y legislativos, se invoca a dios y se declara al país como creyente. Alma responde:

En una democracia, va a haber una pluralidad de creencias, pero tú tienes libertad de conciencia, todas la tenemos. ¿Cómo haces entonces con las diversas formas de ver el mundo?, ¿Cómo haces para proteger los derechos de todas las personas en un Estado? 

Ya hay un proceso de secularización, donde la iglesia no interviene en el Estado, que debería estar libre de dogmas. En ese sentido, las políticas que se girarían serían para el bienestar de todas las poblaciones, independientemente de cómo piensen. El Estado laico tendría que respetar la diversidad. Todo el mundo tendría que tener derecho, y tener la libertad de manifestarse desde cómo piensa, cómo siente, sin censura.

Como mujeres y feministas se nos hace ultranecesario que el Estado cada vez sea más laico en este país donde el pensamiento único rige. Necesitamos más posibilidades de pensar de maneras diferentes. El ejercicio de nuestra sexualidad está en juego y el derecho a la diversidad. Están impidiendo que pongamos en discusión o debate si defiendes los derechos de una mujer o de un no nato. Un Estado laico sí daría esa posibilidad.

laCuerda: Espiritualidad o religión

Esa identidad y valores muchas veces son muy patriarcales, masculinos y misóginos. Varias mujeres están tratando desde la diversidad que somos de reflexionar sobre esto. Hay la necesidad de valores espirituales, de ritos, de la convivencia, que te acogen en un momento dado. Los grupos evangélicos se acercan en las dificultades, te acompañan. En los católicos es de otra manera, pero sí hay una cercanía. 

Las mujeres deben cuestionar la desigualdad que hay al interior de los sistemas religiosos. Yo he visto grupos de mujeres releyendo la Biblia, replanteándose cuestiones de la diversidad sexual, manteniendo su espiritualidad de maneras más libertarias. Otras van perdiendo la energía para estar allí y buscan otras cuestiones, como la emocional de pertenecer y que te permite reconocerte. Yo creo que eso pasa con las religiones. El asunto no es dejar de ser religiosa, sino cómo te propicia libertad de conciencia, de expresión, que te sientas bien a raíz de eso, y que te deje participar ciudadanamente. 

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De esa manera, las mujeres ya no aceptan la religión en la forma en que han sido socializadas, van planteando cuestionamientos. Todas las personas tienen derechos a un ejercicio libre de su espiritualidad.

Conscientes de la necesidad de profundizar más en el tema, laCuerda virtual publicará artículos y notas para aportar a la discusión.