Rosalinda Hernández Alarcón / La Cuerda

En las expresiones diversas que auguran el triunfo de Bernardo Arévalo como el próximo presidente de Guatemala, sobresale un ambiente de alegría. Figuran personas de todas las edades (principalmente jóvenes), indígenas y mestizas, activistas sociales de distintas ideologías y campos de acción, incluso líderes de opinión y académicos mesurados. Lo que sigue siendo una incógnita es qué piensan los sectores más empobrecidos.

Nadie puede negar la importante corriente de opinión que llama a votar por el Movimiento Semilla. La consigna “Florecerás Guatemala” cobra un significado relevante, porque se refiere a una exigencia generaliza de cambios democráticos para beneficio de un país y sus habitantes (en su mayoría excluidos social y políticamente), no a una opción política determinada.

Hay poca información acerca de cuáles son los cambios posibles en los próximos cuatro años, con una correlación de fuerzas adversa en el Congreso, con la existencia de una estructura estatal corrupta -enraizada a todo nivel- y un aparato propagandístico sin escrúpulos que genera miedo y enorme confusión. Además de la amenaza de declarar ilegal al Movimiento Semilla y de capturar a algunos de sus dirigentes.

Existe un panorama adverso, tomando en cuenta los hechos represivos ocurridos en Guatemala, por ejemplo, los asesinatos para acallar voces progresistas, incluso las que reclamaban derechos reconocidos, entre ellos, la regularización de la tenencia de la tierra, acceso a un salario digno y respeto a la libre emisión del pensamiento. Es urgente proporcionar mayor seguridad a Arévalo y a otros líderes de oposición al régimen actual.

Cabe tener presente el papel histórico que han jugado los sectores de poder en Guatemala. Se les reconoce por su conservadurismo extremo, su actitud voraz para obtener recursos económicos y sus vínculos con el crimen organizado y el narcotráfico. Desde el periodo de la Guerra Fría, políticos, empresarios y militares de derecha desataron políticas represivas de Estado, amparados en la consigna de “salvar al país del comunismo”.

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Bajo esa misma lógica, quienes hoy se ven amenazados con el triunfo de Arévalo, califican de comunistas a quienes integran el Movimiento Semilla, reproducen una narrativa falsa que supuestamente defiende la familia, la religión, las tradiciones y al país, ya que en los hechos son autoritarios porque solo avalan una democracia de fachada.

Las fuerzas conservadoras durante décadas han sembrado la desesperanza hacia cualquier cambio, coartado libertades, gobernado con diferentes partidos, utilizado cargos públicos para constituirse en poderes que gozan de impunidad y beneficio personal. Ante la exigencia de un “Florecerás Guatemala”, ¿será que la unidad del pacto de corruptos se está agrietando? Es difícil que eso ocurra, ya que significaría reducir sus prácticas corruptas y enfrentar la justicia.

Algunos analistas sostienen que hay dirigentes de las cúpulas empresarial y militar que no están dispuestos a avalar una medida autoritaria ante el triunfo del Movimiento Semilla. Quizás lo que sucede es que han preferido guardar silencio en estos momentos porque avizoran la necesidad de una “apertura democrática”, haciendo algunas concesiones para que nada cambie.