Maya Alvarado Chávez/ La Cuerda

La libertad, ese concepto tan evocado en el mundo, posiblemente es también el que posee los significados más dispares. La libertad ha sido nombrada en poesías, ensayos, novelas, teorías diversas, incluso económicas y de mercado. Pero ¿qué es la libertad? ¿un sentimiento? ¿una experiencia? ¿un ideal? ¿un horizonte? ¿Libertad de qué? ¿de quién? ¿para qué? ¿en nombre de qué?

El actual contexto del mundo y el de nuestro territorio nos lanzan a la cara el despojo de su sentido alejado de toda alienación y ejercido desde el poder de la convicción comprometida. De hecho, la derecha y ultraderecha mundiales asocian la libertad a la acumulación de capitales a costa de lo que sea: la vida humana o la del planeta.

Sin pretender hacer un catálogo de significados, relato algunas imágenes que en estos días hemos visto, sobre el ejercicio de la libertad desde la integridad de las conciencias.

Con las acciones desesperadas de los corruptos, hemos tenido que afrontar el encarcelamiento de amigas y amigos, personas queridas, íntegras, valientes. Nos ha dolido verles, pero su entereza nos fortalece. Claudia González, por ejemplo, encarcelada bajo acusaciones sin fundamento, en lo primero que pensó al entrar a la bartolina a la que la confinaron injustamente por 81 días, fue en pintarla como gesto de su libertad de espíritu. Más de dos meses después, en la Torre de Tribunales, ella misma se encontró con Marcela Blanco, la joven comunicadora landivariana detenida por pronunciarse a favor de la Autonomía Universitaria y en contra de los corruptos. Aunque ambas estaban engrilletadas, se abrazaron, lloraron juntas con la convicción compartida de la justeza de la causa que defienden. Las dos detenidas por el crimen atroz que en este país significa creer en la justicia, la dignidad, la posibilidad de libertad para crecer, estudiar, vivir plenamente.

Engrilletada también, hemos visto a Virginia Laparra, presa de conciencia, defendiéndose del cargo de “abuso de autoridad”. Varias de las imágenes que han circulado en la demanda nacional e internacional demandando su libertad, reflejan su amplia sonrisa de fe en la solidaridad, en la amistad, en el deseo compartido por miles de alcanzar justicia y que ella se reúna con   su familia, con sus amistades, que regrese a su cargo, tan brillantemente desempeñado.

Eduardo Velázquez, analista y profesional sancarlista criminalizado, a pesar de estar retenido y encadenado en una radiopatrulla, con “sonora carcajada” canta “La Chalana”, himno universitario que de forma satírica devela las dolorosas realidades de nuestra historia.

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El encarcelamiento o la amenaza palpable de padecerlo, no ha mermado la voluntad de los pueblos y sus liderazgos, que, a pesar del sometimiento colonial, racista y misógino, saben lo que es recorrer los caminos y los siglos con sueños de libertad en el corazón e historias de resistencia en la memoria transmitida por generaciones y que crecen en el espiral del tiempo.

Acá cerca, en nuestro pecho, hemos tejido nuestras propias alegrías y dolores, hemos parido o cuidado seres pensando en su sonrisa, en el barrilete que elaborarán con sus colores y desplegarán libres y felices, jugando con él, haciéndolo volar en los aires de noviembre en Guatemala, sabiendo siempre dónde está la verdad y dónde la vergüenza.

Hablando de libertad, es imperativo nombrar al pueblo palestino. A pesar del genocidio que se vive en aquella tierra ensangrentada, no tan lejana de nuestra humanidad y nuestra historia de invasiones coloniales, hemos visto en los pasillos de los hospitales bombardeados, a las mujeres palestinas: madres, abuelas, tías, hermanas, vecinas, amigas, contar a las niñas y niños de aquellas tierras, las historias de su pueblo. Ojalá, si sobrevive toda esa semilla de dignidad sacrificada, recuerde con dulzura esas historias, más allá del sonido ensordecedor de las bombas y las balas.

Allá, acá o en los caminos y océanos que recorremos, migrando, cruzando fronteras que no son nuestras sino impuestas, siempre tendremos la memoria de estos días en los que la libertad se nos escurre, pero vuelve a nuestro corazón con fuerza, sin grilletes ni candados, la libertad que busca a su hermana encarcelada: LA JUSTICIA.