Diriá Berna / laCuerda

Foto: Kristhal Figueroa

El actual contexto de defensa de la democracia tiene referencias históricas de larga data, pero también en lo inmediato. El 27 de abril del 2022, se llevaron a cabo las elecciones a rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), luego de un proceso plagado de ilegalidades, inconsistencias y actos violentos que culminaron en un fraude electoral que impuso a Walter Mazariegos como rector. Estudiantes de diferentes unidades académicas en defensa de la autonomía universitaria, toman el Museo de la Universidad de San Carlos (MUSAC) como una medida inmediata para exigir unas elecciones justas y transparentes, y desconocer un proceso que vulneró la democracia y limitó la participación de varios cuerpos electorales. Este hecho da inicio a una resistencia pacífica que tuvo el apoyo de varias instancias de la comunidad sancarlista y que se extendió hacia las diferentes sedes académicas y centros universitarios de la USAC en varios puntos del territorio nacional. Rita* quien participó desde los inicios señala: “Me movió la defensa de la educación pública, y que dejen de ver a la universidad como un motín al cual saquear.”

Cabe señalar que como parte del pacto de corruptos, Walter Mazariegos y su equipo se han caracterizado por la arbitrariedad y la violencia, sobretodo en contra de la población estudiantil, profesionales y trabajadoras/es posicionados en contra de la usupación de la rectoría de la universidad. 

Memorias de la toma

Las circunstancias, experiencias y las memorias de todo lo vivido son extensas, fueron días, noches, tiempo y energía invertida en resistir dignamente, con un propósito claro de defender y resguardar la única universidad pública del país, a pesar de que en varios casos la violencia fue un componente visible que formó parte de esta vivencia.

Rita menciona: “Vivir tomas es muy diferente para las mujeres, para nosotras es más hostil y violento. Había muchas que teníamos la claridad política pero que no se nos tomó en cuenta” agrega: “los hombres viven diferente esos espacios porque para ellos la violencia es una herramienta”.

En el transcurso de la toma diversas personas fueron señaladas, criminalizadas y acosadas de distintas formas “desde denuncias ante la Contraloría General de Cuentas, denuncias penales ante el Ministerio Público, la usurpación de la universidad, el abuso de poder, represión académica por medio de procesos ilegales”, señala Andrés García, Secretario General Adjunto AEU 2019-2021 y estudiante de Derecho y Ciencia Política de la USAC. Además, agrega que a pesar de que la mayoría de personas criminalizadas son estudiantes, esto también lo sufrieron  profesionales, profesorado de distintas unidades académicas y sedes, así como decanaturas dignas.

Esta criminalización afectó a varias personas, pero tuvo impactos específicos en las mujeres Rita* menciona “para las mujeres fue más vulnerante ellas se iban, bajaban sus perfiles y el impacto psicológico fue muy fuerte. Hubo muchas chicas que por lo mismo de la violencia no se acercaban, pero apoyaban y gestionaban las cosas que se necesitaban, también hubo profesoras que apoyaron” 

Es importante rescatar las dinámicas y las acciones que las mujeres articularon para poder sobrellevar una resistencia que en varios momentos fue “caótica y densa”. Rita* señala como “fue vital la participación de las chavas. Sin sus gestiones no hubiera durado tanto tiempo la toma, quizás por fuera muchas veces no se reconocía y visibilizaba su trabajo, pero gracias a ellas se tenía alimento, dinero.” Sobre esto una estudiante de medicina agrega: “Cumplimos diversos roles, como por ejemplo cocinar, el control de la seguridad en las instalaciones, realización de flyers y posters virtuales para difusión de información acerca del fraude electoral, realización de actividades artísticas dentro de las instalaciones, entre otras.”

La expectativa inicial era que la toma de las instalaciones y el paro estudiantil duraría un periodo corto de tiempo. La extensión tuvo diferentes implicaciones, sobre todo para el estudiantado. Por eso se buscó abrir un diálogo que tuvo el objetivo de retomar la presencialidad. Esta acción nunca significó que la digna resistencia estudiantil acabara, sino que se debía buscar nuevos mecanismos y formas de seguir haciendo resistencia desde las aulas, desde el encuentro y el vínculo que podía restablecer la presencialidad.

Foto: Kristhal Figueroa

Un regreso digno y de calidad

Después de 408 días de toma, el 9 junio del presente año, la Coordinadora General de Estudiantxs de la USAC (CGE), convocó a una conferencia de prensa para anunciar la entrega formal de las instalaciones, luego de haber entablado un diálogo con las autoridades universitarias. “Era fundamental retomar la presencialidad para recuperar el tejido estudiantil a través de las organizaciones y asociaciones que hacen vida política dentro de la universidad, así como para el crecimiento personal y profesional de lxs estudiantes” indica Andrés García.

La modalidad de clases virtuales en la Universidad de San Carlos de Guatemala ha sido la constante en los últimos cuatro años. En 2020 la situación que estaba atravesando el país con la llegada del COVID-19 al territorio nacional requería del distanciamiento físico. La virtualidad fue la medida asumida para hacer frente al contexto sanitario.

Con la toma de la Universidad en el año 2022, esta medida se reanuda. Aunque fuera por ese medio “se solicitaba a las autoridades clases de calidad, virtualmente la educación fue deficiente y carente en contenido y aprendizaje” menciona una estudiante de medicina.

A pesar de haberse cumplido casi cinco meses de que se entregaran las instalaciones, la universidad sigue sin abrir por completo, esta ha sido la decisión, pero: ¿Cuál es la intención detrás? “No quieren que lxs estudiantes nos organicemos para ser un grupo de poder que pueda exigir mejoras, quieren que los procesos de elección queden estancados, quieren que nos conformemos con una educación mediocre. Requerimos una educación virtual de calidad y que se brinden las condiciones necesarias para que sea accesible, no hay garantías” señala Andrés García. La Administración Universitaria no ha facilitado las medidas necesarias para un pronto regreso y han recurrido a la criminalización de quienes participaron en la toma para retrasar aún más este proceso.

“La organización surgida en la toma ha ido perdiendo fuerza, por ello, es necesario retomar el encuentro físico para fortalecer el tejido estudiantil. Estamos en la búsqueda de una articulación real y un horizonte claro” señala *Rita. 

Como parte de este objetivo, se han generado varias expectativas respecto a algunos de los escenarios posibles, señalados por las personas entrevistadas:

  1. Retomar la presencialidad por completo, demanda que se ha mantenido y que surge de un amplio sector de la comunidad estudiantil. Esto permitiría consolidar la articulación entre la comunidad universitaria y generar condiciones para exigir la repetición del proceso electoral universitario. 
  2. Una modalidad hibrida. En el caso de algunas unidades académicas, sobretodo las que requieren del ejercicio práctico, es una medida que ya ha sido asumida. 
  3. Que prevalezca la virtualidad como una medida impuesta que seguirá debilitando el tejido universitario, en beneficio del pacto de corruptos, en un contexto de criminalización y desinformación. 

Foto: Kristhal Figueroa

Al momento de culminar este reportaje fueron ejecutadas 27 órdenes de captura contra estudiantes, profesionales y activistas que se pronunciaron en contra del fraude electoral de la USAC, entre ellas cinco mujeres. Esto debido a denuncias que carecen de sustento legal, presentadas por la actual administración de Walter Mazariegos. La persecución política y la criminalización es evidente.  La libre expresión es un derecho vulnerabilizado en el actual contexto. La defensa de la autonomía universitaria continúa, pese a las acciones de intimidación y silenciamineto de las voces que claman por una universidad libre y autónoma.

En el actual contexto de defensa de la democracia en el país, por parte de amplios sectores, incluido el estudiantil, es relevante tomar en cuenta estas experiencias que se vinculan a la historia de las luchas sociales y políticas de transfromación en Guatemala.