Andrea Tock

Existe, aunque poco discutida en el ámbito público guatemalteco, una importante intervención de los movimientos feministas y de mujeres en el debate sobre la refundación del Estado. Un debate que ha sido parte de los movimientos sociales campesinos e indígenas por varios años y en los cuales también los movimientos feministas y de mujeres han aportado reflexiones y estrategias.

En la construcción de la nación guatemalteca han habido procesos generizados1 que vale la pena analizar para situar los papeles y roles que fueron asignados a los cuerpos femeninos en la fundación del Estado a partir del siglo XIX hasta los debates actuales sobre la refundación del mismo. Por su parte, las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista han desafiado esas nociones generizadas de la nación y el Estado.

Aunque vienen presentándose desde hace más de veinte años, estos debates han cobrado más relevancia en la década más reciente. Frente a ellos, los movimientos de feministas y de mujeres se han posicionado en formas de hacer política que, siguiendo a autoras como Patricia Hill Collins2 y Nira Yuval-Davis3, caracterizaré como solidaridad flexible y políticas transversales. Estas posiciones buscan intervenir dentro de propuestas políticas que se asumen como transformadoras para cuestionarlas críticamente en la búsqueda de horizontes emancipatorios para mujeres y personas no binarias. Este texto se nutre de mi experiencia como participante por varios años de la Asamblea Feminista y en espacios de confluencia en diferentes movimientos sociales en Guatemala.

Procesos generizados en la construcción de la nación guatemalteca

En su libro Gender and Nation, Yuval-Davis4 ofrece una visión general y una crítica de los escritos sobre género y nacionalismos, argumentando que la construcción de la nación implica nociones específicas de “virilidad” y “feminidad”. Así mismo, examina la contribución de las relaciones de género a las dimensiones clave de los proyectos nacionalistas (la reproducción de la nación, su cultura y ciudadanía), así como a los conflictos y guerras nacionales, explorando las relaciones conflictivas entre feminismo y nacionalismo. 

Yuval-Davis reflexiona acerca de las mujeres y la reproducción biológica de la nación. Una de las intersecciones que encuentra entre el rol reproductivo de las mujeres y la construcción de naciones tiene que ver con el discurso eugenista. Con esto se refiere a una preocupación que tiene que ver con la “calidad” de la nación, que ha sido compartida en círculos más amplios que aquellos de los autodeclarados eugenistas. Estas construcciones nacionales no tienen que ver únicamente con la salud física de las próximas generaciones, sino también con nociones de “inventario nacional” y la biologización de rasgos culturales. Por otro lado, Yuval-Davis también brinda un importante aporte para entender la reproducción cultural y las relaciones de género. Ella afirma que, en discursos culturalistas sobre la nación, los cuerpos generizados y la sexualidad juegan roles esencia- les como territorios, marcadores y reproductores de las narrativas de las naciones y otras colectividades. Las relaciones de género están en el cora- zón de las construcciones culturales de identidades sociales y colectivas, así como de la mayor parte de los conflictos culturales y sus respuestas. Son las mujeres a quienes frecuentemente se les requiere que carguen con el “peso de la representación” al ser construidas como las cargadoras simbólicas de la identidad y el honor del colectivo.5 Las mujeres con un comportamiento y un vestuario “correctos” encarnan la línea que traza los límites de la colectividad.

Inspirada por la obra de Yuval-Davis, argumento que existe una intersección de la dimensión de reproducción nacional con la dimensión de cultura nacional en el proyecto del Estado y la nación guatemalteca. Aura Cumes6 y Emma Chirix7 han señalado enfáticamente que las mujeres en Guatemala han sido históricamente diferenciadas de acuerdo con su raza.8 Que una mujer sea designada como blanca, mestiza, indígena, negra o xinka juega un papel muy importante en sus experiencias de vida. La conocida investigación Linaje y racismo de Marta Elena Casaús9, así como una más reciente investigación realizada por Marcos Chivalán10, han demostrado que las mujeres criollas y mestizas durante la colonia tenían a su cargo la protección de la blancura de sus familias. Este proyecto eugenista colonial fue posteriormente reforzado por la eugenesia biólogica popularizada por el imperio británico en sus colonias a finales del siglo XIX e inicios del XX.11 Este es el precedente directo de la aún popular frase “mejorar la raza”. Mientras que a las mujeres que denotaban rasgos de blancura se les asignó la protección de la frontera de la diferencia racial -una frontera profiláctica en palabras de Chivalán-, a las mujeres racializadas, especialmente a las indígenas, además de asignarles la realización de trabajos extenuantes que nunca tuvieron que hacer las blancas, se les asignó la responsabilidad de ser guardianas de su cultura. Durante el siglo XX fueron ellas quienes continuaron con el uso de la indumentaria tradicional, mantuvieron los distintos idiomas mayas y quienes, desde su trabajo doméstico, conservaron muchas de las formas tradicionales de vivir. También fueron convertidas en el principal objetivo de los ataques racistas. La importancia del rol asignado a las mujeres indígenas como guardianas de la cultura quedó especialmente evidenciada en los distintos testimonios de sobrevivientes de las violencias genocidas ocurridas durante el conflicto armado interno. En un tribunal de justicia en 2013, así como en varios estudios antropológicos realizados por la ONU e investigadores independientes, se demostró que las violaciones sexuales y la esclavitud sexual fueron usadas como armas de guerra de una manera sistemática. La racionalidad del Ejército era que, atacando a las mujeres mayas se estaba atacando a la cultura maya.12

Mujeres y Nación

En la construcción de la nación guatemalteca y la fundación del Estado, se puede observar las diversas formas en que la reproducción de la nación fue pensada como responsabilidad de las mujeres: por un lado las mujeres blancas como responsables de dar a luz a los futuros líderes de la nación y, por otro lado, las mujeres indígenas como responsables de la reproducción cultural13 y de proveer de fuerza de trabajo no remunerado para el mantenimiento de la economía nacional. Es así como el relato nacional se cuenta y reproduce actualmente.

Ante las características opresivas de estas dimensiones del proyecto nacional guatemalteco, las mujeres han resistido y luchado por transformar tanto las instituciones que las han excluido como los roles asignados de acuerdo con la raza y estrato social. Los movimientos feministas y las organizaciones de mujeres, han sido claves en la imaginación de nuevos horizontes de transformación social. Más recientemente, han sido importantes interlocutoras y sus intervenciones en los debates sobre la refundación del Estado son importantes. Ejemplos de estos son los conversatorios sostenidos en 2015 y 2016 entre la Asamblea Feminista, el CPO y Codeca, y el posicionamiento de las mujeres por un estado Plurinacional y antipatriarcal alrededor de las elecciones de 2019. Debates que, como he mencionado anteriormente, cobraron relevancia luego del destape de los casos de corrupción a altos niveles que no sólo evidenció a los culpables directos, sino la forma en que el Estado había sido construido de forma que la corrupción estaba en el centro del mismo.

Luchas anticorrupción y la refundación del Estado

En abril de 2015 la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP) hicieron público el caso “La Línea” que involucraba una red criminal ideada para desbancar al Estado, la cual estaba dirigida por el presidente y la vicepresidenta de la república en ese momento.14 Éste vendría a ser el primero de una serie de casos que revelaron que la corrupción en Guatemala es estructural y no sólo un problema de unos pocos individuos corruptos. Evidenciaron que el Estado había sido, efectivamente, cooptado y desataron una crisis política durante 2015 que se dio por finalizada al llevarse a cabo las elecciones generales en septiembre de ese año.15

Según datos del índice Gini del Banco Mundial16, Guatemala es el noveno país más desigual del mundo. Estos deplorables datos económicos son aún más severos cuando se entrecruzan con factores como raza y género; de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, la pobreza se concentra más en las comunidades indígenas: el 39.8 por ciento de las personas indígenas son pobres, mientras que sólo el 12.8 por ciento de las personas no indígenas son pobres; además, las mujeres ganan el 84 por ciento de lo que ganan los hombres y los indígenas ganan el 63 por ciento de lo que ganan los no indígenas. No hay datos para mujeres indígenas17. Estos datos indiscutiblemente evidencian las injusticias socioeconómicas y culturales que existen en Guatemala, resultado directo de la configuración del Estado cooptado. Evidencian tanto injusticias económicas como raciales y de género.

Los datos de pobreza y desigualdad evidencian, siguiendo a Nancy Fraser18 una mala distribución, mientras que la intensificación de éstos para las mayorías racializadas y para las mujeres, denotan un mal reconocimiento. Aunque la injusticia socioeconómica y la injusticia cultural están interconectadas y se refuerzan mutuamente, es interesante analizarlas por separado, ya que eso nos permite pensar en las interferencias mutuas que pueden surgir cuando se hace reclamos de redistribución y reconocimiento simultáneamente. Llevar a cabo un análisis de esta manera, facilita diferenciar las propuestas que efectivamente se plantearon para solucionar la crisis política del 2015.

Siguiendo la argumentación de Fraser, las soluciones que se plantean a los problemas de la mala distribución y el mal reconocimiento suelen ser contradictorias. Los reclamos de reconocimiento usualmente llaman la atención a la especificidad de algún grupo y luego reafirman el valor de esa especificidad y, por lo tanto, tienden a promover diferenciación entre grupos. En cambio, los reclamos de redistribución, usualmente hacen un llamado a abolir los arreglos económicos que apuntalan la especificidad grupal y, por lo tanto, tienden a promover des-diferenciación de grupos. Por lo tanto, las políticas de reconocimiento y las políticas de redistribución parecen tener objetivos mutuamente contradictorios: mientras que las primeras promueven diferenciación grupal, las otras promueven terminar con ella. Esto es a lo que Fraser se refiere como el dilema de redistribución- reconocimiento. Las personas sometidas tanto a la injusticia cultural como a la injusticia económica necesitan reconocimiento y redistribución.

¿Cómo se puede remediar este dilema? Fraser plantea esta pregunta de manera abstracta, pero creo que es útil en el contexto guatemalteco. La mala distribución y el mal reconocimiento no son nuevos aquí, sin embargo la lucha anticorrupción abrió momentáneamente el campo político para remediar esto. Como posibles soluciones a la crisis de 2015, surgieron dos posiciones políticas diferenciadas con remedios distintos para resolver los reclamos de redistribución y reconocimiento.

La primera posición política provino de las élites intelectuales urbanas que hicieron una lectura que decía que la inestabilidad política se resolvería reformando las instituciones democráticas ya existentes. Pensaron que era importante que las elecciones generales se celebraran como estaba programado -septiembre de 2015- a pesar de la corrupción de varios partidos políticos en diferentes etapas de la campaña electoral. Esas elecciones se llevaron a cabo apoyadas en distintas reformas legales. Esta fue la posición reformadora que vio una buena parte de su trabajo culminado cuando el gobierno postcrisis conspiró para deshacerse de la CICIG e hizo retroceder muchos de los intentos reformistas.

La segunda lectura que surgió en la crisis provino de sectores lejanos a las élites urbanas, es decir, pueblos indígenas, organizaciones campesinas y feministas. Vieron la inestabilidad política como un claro ejemplo de la fragilidad del Estado-nación y sus instituciones. En 2015 pidieron posponer las elecciones generales, ya que se demostró que diferentes partidos políticos habían recibido dinero ilícito para sus campañas y que los candidatos a cargos públicos electos también estaban involucrados en escándalos de corrupción. Pidieron un “Consejo de Gobierno Plurinacional y Multisectorial”. Desde esta perspectiva, resolver la crisis política reformando algunas leyes significaba una realineación de las élites políticas y económicas que no abordaba los problemas estructurales. Propusieron una Asamblea Plurinacional que crearía una nueva Constitución que finalmente podría llevar la justicia social y económica a las mayorías oprimidas en lo que vendría a ser un Estado Plurinacional. A esto le llamo la posición refundadora.

Estas dos posiciones y los remedios que cada una propuso, siguiendo con Fraser, pueden clasificarse como políticas afirmativas o políticas transformadoras.

La política afirmativa se refiere a propuestas que apuntan a corregir injusticias sin perturbar las fuerzas subyacentes que crean o refuerzan esas injusticias. Lapolíticatransformadora, porotrolado, apunta a corregir esas injusticias reestructurando o cambiando el marco subyacente que las genera.

Fraser tiene claro que el contraste entre afirmativo y transformador es sobre los resultados del estado final versus los procesos que los producen. Aplicar esta distinción es útil para separar los remedios propuestos por las dos posiciones.

Es dentro del marco de la política transformadora que las intervenciones feministas se hacen presentes. Como se dijo en la sección anterior, ante los opresivos mandatos de la construcción generizada de la nación guatemalteca han existido numerosas resistencias. Esto ha conllevado a la construcción paulatina de un movimiento feminista plural que, con y desde distintas miradas, analiza y actúa sobre la realidad guatemalteca. Vale la pena resaltar a las estudiantes universitarias, los colectivos de mujeres trans, las feministas cibernéticas, feministas anti-especistas y mujeres antirracistas. Esta pluralidad de feminismos interviene en las tradicionales formas de hacer política desde la izquierda en Guatemala.

Solidaridad flexible

Después de que se destapó el caso de corrupción “La Línea” y se llevó a cabo la primera de varias manifestaciones masivas en la capital durante 2015, diferentes organizaciones populares decidieron establecer la Asamblea Social y Popular (ASP). Ésta se convirtió en un espacio de confluencia para más de noventa organizaciones sociales provenientes de diferentes movimientos: indígenas, campesinos, trabajadores sindicales, estudiantes universitarios y feministas. Además de ser un espacio para debatir acerca de las posibles salidas a la crisis política que atravesaba el país en ese momento, también se convirtió en un lugar para debatir las propuestas acerca de la formación de un Estado Plurinacional, concepto político familiar en varios países de América Latina que ha sido la bandera de movimientos indígenas en el sur del continente, con mayor resonancia política en Bolivia y Ecuador.

El desarrollo de las elecciones y el plan reformista fue la ruta que siguieron las élites de la capital del país para salir de la crisis política posterior a 2015, la cual tuvo su debacle con la rearticulación de las élites mafiosas que a partir de 2017 se unieron en un pacto de corrupción que desbarató los procesos reformistas en marcha.19 En este contexto se puso sobre la mesa la discusión sobre el Estado Plurinacional gracias a Thelma Cabrera, una mujer mam líder en el movimiento campesino por mucho años, electa para ser candidata a la presidencia del recientemente establecido partido político Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Partido que se autodescribió como un instrumento político del movimiento campesino CODECA. Cabrera logró un cuarto puesto en las elecciones generales, con uno de los porcentajes de votos más altos para un partido de izquierda en la historia reciente del país.

Las mujeres indígenas, mestizas y trans articuladas en organizaciones y cercanas al movimiento feminista, han visto la apertura del debate plurinacional como una oportunidad política para posicionar sus propias demandas y reclamos. En este sentido, los debates sobre el Estado Plurinacional presentan una posibilidad para redefinir las dimensiones históricas de género y nación que puedan desafiar las intersecciones de opresiones. Aunque estos debates han sido en gran parte dominados por perspectivas poco reflexivas de las relaciones de género e incluso han defendido posturas masculinistas, también han permitido que el movimiento feminista y organizaciones de mujeres puedan desarrollar formas de acción política que pueden caracterizarse como lo que Patricia Hill Collins llama solidaridad flexible.20 Esto se refiere a la creación de relaciones de compromiso y contestación continuas.

Para comenzar a entender las intervenciones feministas en el debate sobre la plurinacionalidad, es necesario tener presente que la historia de las luchas de las mujeres y las feministas en Guatemala es de larga data. Aunque indudablemente han existido historias de resistencia desde la época colonial hasta nuestros días, hago el recuento de las experiencias organizadas en el siglo XX, antecedentes cercanos y directos del movimiento feminista guatemalteco actual. Durante las décadas de la guerra contrainsurgente muchas mujeres se organizaron en torno a problemas de tierras y búsqueda de justicia para personas forzosamente desaparecidas y asesinadas por las fuerzas del Estado. Con la llamada transición a la democracia a fines de los años ochenta, el movimiento de mujeres comenzó a construir espacios reflexivos e investigaciones sociológicas y a realizar manifestaciones públicas. Al inicio estaba formado principalmente por mujeres mestizas, urbanas, profesionales y de clase media. Esto comenzó a cambiar a mediados de los noventa, cuando las mujeres indígenas se organizaron en torno al movimiento de mujeres y también en torno a los movimientos indígenas y campesinos.21 Con las negociaciones de paz, nació el Sector de Mujeres que se convirtió en un espacio de confluencia para más de treinta grupos de mujeres mestizas, indígenas, garífunas y xinkas.

A principios de 2000, se convirtió en la Alianza Política del Sector de Mujeres, que abarca el mayor movimiento feminista organizado en Guatemala. En los últimos años, las organizaciones de muje- res indígenas dentro de esta alianza política han ganado impulso y actualmente abogan por un feminismo que sea comunitario y antirracista. Concentran sus esfuerzos en la educación política feminista y la producción de conocimiento, la organización de los territorios en torno a la propuesta de cuerpo-territorio-tierra, memoria e historia y el concepto de Buen Vivir. También incorporan la sexualidad y el erotismo como una demanda central del movimiento. La confluencia de más de 150 feministas produjo en 2010 una agenda feminista y el establecimiento de la Asamblea Feminista como un espacio donde feministas se reúnen para discutir el contexto actual y las acciones políticas a desarrollar para promover las demandas del movimiento feminista. Una buena parte de las propuestas que se han ido elaborando en la Asamblea Feminista están reunidas en, al menos, dos publicaciones: Sueños feministas para una vida plena22 y Reflexiones feministas en Guatemala, memorias de un proceso23.

He participado activamente en la Asamblea Feminista por varios años y, entre las discusiones que hemos tenido, han estado presentes dudas acerca de las consecuencias de un Estado Plurinacional para las mujeres, personas disidentes de género y disidentes sexuales. Con la creación de la ASP en 2015, se comenzó a hacer intentos por posicionar la agenda feminista dentro de las demandas sobre la refundación del Estado. Las propuestas discutidas y consensuadas en la Asamblea Feminista están organizadas de acuerdo con temas articuladores como: a) nuestra sexualidad, b) organización del cuidado, c) el cuidado de la Red de Vida.

Las reflexiones hechas en la Asamblea Feminista están lejos de darse por concluidas, y las publicaciones difundidas, así como las exposiciones en espacios públicos, dan cuenta de un esfuerzo por la construcción de un pensamiento propio, primer paso en un proceso que tiene como objetivo que el movimiento feminista se constituya en un sujeto político de transformación en la sociedad guatemalteca.

Tal y como se dice en Reflexiones feministas en Guatemala, memorias de un proceso:

Develar al patriarcado en nuestros cuerpos, en nuestras vidas y en nuestras ideas es un intento por desmarcarnos de él.

Queremos apostarle a construir otra vida, otra sociedad y otras relaciones, por eso hemos puesto nuestros esfuerzos en imprimir en papel ese sueño futuro,

no como utopía que no será lograda, sino como un referente que pueda ser posible iniciar a construir hoy, desde las energías y las pasiones que nos tienen ancladas en esta rebeldía de ser libres.24

Dentro del movimiento feminista hay una cantidad importante de personas que aboga por las ideas contenidas en la filosofía social del Buen Vivir que ha inspirado a diversos movimientos en América Latina, y para quienes es importante pensar en una solidaridad con las organizaciones indígenas y campesinas para luchar conjuntamente contra el racismo y el sexismo como sistemas de opresión que se refuerzan mutuamente. Pero esta solidaridad de las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista no es incondicional ni incuestionable, sino una práctica colectiva autorreflexiva. Muchas de las organizaciones de mujeres y feministas en Guatemala han aprendido de las experiencias de otras mujeres en el mundo, particularmente de las mujeres negras en los Estados Unidos, quienes de acuerdo con Hill Collins en determinados momentos históricos vieron la solidaridad como una necesidad, sin embargo evaluaron sus ideas y acciones en una comprensión crítica de la solidaridad que podría adaptarse a sus proyectos particulares.

Políticas transversales

Éstas se refieren a coaliciones estructuradas, pero al mismo tiempo dinámicas que están “enraizadas” en un contexto social particular pero que son “desplazables” para poder involucrarse en diálogos transversales. La descripción de Yuval-Davis acerca de la política transversal requiere procesos de cambio que no significan perder el propio enraizamiento dentro de las comunidades históricamente situadas y la sensibilidad intelectual y política que engendra el enraizamiento. Lejos de subordinar los problemas de uno a un bien mayor, como se sugiere en los entendimientos predominantes de solidaridad, permanecer enraizado mientras se desplaza, constituye una opción política viable, si no es que esencial.

Un ejemplo de cómo las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista en Guatemala ponen en práctica la política transversal, se encuentra en el IV Congreso de los Pueblos que se llevó a cabo en 2014 y que ha sido uno de los espacios donde los reclamos feministas resonaron más fuerte entre las organizaciones campesinas indígenas y no indígenas. El documento final que recogió lo discutido en dicho congreso incluía demandas específicas de las minorías sexuales, así como un enfoque feminista de la sexualidad, el erotismo y los cuerpos. La intención fue trazar una ruta en la que “nosotros [los pueblos] construimos nuestra articulación como parte de la construcción de un poder popular; como una expresión de la acumulación de fuerza capaz de cambiar la correlación de fuerza en el país”.25

El IV Congreso de los Pueblos, así como la ASP, son espacios donde los principios de enraizamiento y desplazamiento pueden ejercerse muy bien. Esto se refiere a la capacidad de mantenerse centrado en las propias experiencias y ser empático con las de las socias en el diálogo. Esto permite tener diferentes perspectivas en lugar de sólo una. En este sentido, los límites del diálogo son establecidos por el mensaje y no por los diferentes mensajeros. El resultado del diálogo podría seguir siendo proyectos políticos diferentes, pero su solidaridad se basaría en un conocimiento común dentro de un sistema de valores compatible. Para que las demandas de las mujeres sean más visibles, la idea del diálogo transversal es importante (Yuval-Davis, 1997).

También es importante mencionar que la política transversal no siempre es posible porque los posicionamientos específicos no siempre son conciliables. Así como las posiciones de reforma y refundación no son reconciliables, las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista en Guatemala deben ser conscientes de esto, en cuanto sus intervenciones en el debate sobre el Estado Plurinacional pueden toparse con posiciones masculinistas.

Para que las mujeres avancen en su agenda particular, los conceptos de solidaridad flexible y política transversal, así como los principios de enraizamiento y cambio son esenciales. La política transversal puede ofrecer “una forma de apoyo mutuo y probablemente una mayor efectividad en la lucha continua hacia una sociedad menos sexista, menos racista y más democrática, una agencia dentro de los contextos políticos, económicos y ambientales continuamente cambiantes en los que vivimos y actuamos.”26 Los próximos años presentan un reto difícil para las fuerzas progresistas en el país, ya que la rearticulación de estructuras de corrupción dificulta la transformación del sistema político y económico hacia sistemas que trabajen para las mayorías precarizadas del país. Las personas interesadas en el debate del Estado Plurinacional, tanto desde la academia como desde la política institucional, no pueden tomar a la ligera las intervenciones feministas y así mismo, las intervenciones feministas tendrán que seguir haciendo uso de políticas transversales como estrategia para formar coaliciones que puedan frenar a los corruptos de toda la vida.

Seguir pensando(nos)…

En este texto quise hacer un recorrido acerca de las formas de construcción generizada de la nación que han producido una idea de las mujeres guatemaltecas como las encargadas, por un lado, de la reproducción biológica y el mantenimiento de una ficticia pureza racial y, por otro lado, como las encargadas de salvaguardar la cultura ancestral que posteriormente es mercantilizada en detrimento de estas mismas mujeres.

Este recorrido me permitió plantear las formas en que las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista han resistido y luchado contra estas ideas generizadas de la nación guatemalteca y cómo, en la actualidad, realizan intervenciones dentro de los debates sobre el Estado Plurinacional para evitar que los procesos generizados anteriores se sigan reproduciendo en políticas progresistas de transformación social.

Hacer una referencia al debate entre reformismo versus refundación, también permitió montar el escenario dentro del cual se insertan los debates sobre el Estado Plurinacional en los cuales las feministas intervienen.

Este ensayo concluye en que las organizaciones de mujeres y el movimiento feminista practica una solidaridad flexible con las organizaciones mixtas indígenas y campesinas y hace uso de políticas transversales que les permiten enraizarse en sus demandas específicas y la agenda construida por años, mientras que se desplazan para formar coaliciones con otras fuerzas progresistas.

 

#SueñosFeministas

 

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  1. Aquí adapto el sustantivo “género” al adjetivo “generizado” para hacerlo equivalente a la palabra gendered en inglés, que se refiere a algo relacionado con o específico de personas de un género particular.
  2. Collins, P. H., “On violence, intersectionality and transversal politics”, Ethnic and Racial Studies, 40(9), 2017, pp.1460–1473. https://doi.org/10.1080/01419870.2017.1317827
  3. Nira Yuval-Davis, Gender and nation, Sage, London, 1997, p. 34
  4. Ibíd.
  5. Op.cit. p.39
  6. Aura Estela Cumes, “Mujeres indígenas, patriarcado y colonialismo: un desafio a la segregación comprensiva de las formas de dominio”, Anuario de Hojas de Warmi, 2012 (17), pp. 1–16.
  7. Emma Delfina Chirix, Una aproximación sociológica a la sexualidad kaqchikel de hoy, Flacso, 2008.
  8. Con raza no me refiero a un término biologicista, ya que ha sido comprobado que no existen marcadores biológicos que hagan posible diferenciar a la humanidad en razas. Con raza me refiero a la construcción histórica de origen colonial que sirvió para justificar espuriamente la opresión y sometimiento de grandes masas poblacionales en todo el mundo por considerarlas inferiores.
  9. Marta Elena Casaús, Guatemala: Linaje y racismo, F&G Editores, Guatemala, 1992.
  10. Marcos Chivalán, “Nodrizas e infantes a finales del siglo XVIII: biotanatopolítica de la lactancia”, En: Sexo y Raza Analíticas de la blancura, el deseo y la sexualidad en Guatemala, Serviprensa, Guatemala, 2015.
  11. A. McClintock, Imperial Leather: Race, Gender, and Sexuality in the Colonial Contest, Routledge, London,1995.
  12. Marta Elena Casaús, Genocidio: ¿La máxima expresión del racismo en Guatemala? F&G Editores, Guatemala, 2001.
  13. En la actualidad el Instituto de Turismo utiliza los tejidos de las mujeres para promocionar al país en el exterior, mientras que a su vez diseñadores y empresas de ropa expropian los diseños de las tejedoras para lucrar con los conocimientos y habilidades.
  14. Bill Barreto, “‘La Línea’: una red de corrupción y una crisis política”, Plaza Pública, Guatemala, 2015. https://bit.ly/46ASeST
  15. F. Solano, “La Cicig en cifras: los casos, los implicados y los procesos”, Plaza Pública, Guatemala, 2019. https://bit.ly/3rtDUwQ
  16. World Bank. (2018). GDP per capita. from https://bit.ly/46zrqlT, recuperado 25 febrero 2020.
  17. INE, Encuesta Nacional de Condiciones de Vida,Guatemala, 2014.
  18. Nancy Fraser, “From redistribution to recognition? Dilemmas of justice in a ‘post-Socialist’ age”, New Left Review, (212),1995, pp. 68–93. https://bit.ly/48H8mnW
  19. J. Estrada Tobar, “El Pacto de Corruptos 2.0, resumido en 5 puntos”, Nómada, Guatemala, 2018. https://bit.ly/3rGydLZ
  20. Patricia Hill Collins, “On violence, intersectionality and transversal politics”, Ethnic and Racial Studies, 40(9), 2017. Pp.1460– 1473. https://bit.ly/46BzPoZ
  21. Ana Silvia Monzón, “Entre mujeres: la identidad étnica, factor de tensión en el movimiento de mujeres en Guatemala, 1990-2000.”, Flacso, Guatemala, 2004.
  22. Asamblea Feminista, Sueños feministas para una vida plena, Asamblea Feminista, Guatemala, 2011.
  23. Asamblea Feminista, Reflexiones feministas en Guatemala, memorias de un proceso, Asamblea Feminista, Guatemala, 2013.
  24. Ídem. p.11
  25. IV Congreso de los Pueblos, 2014, Documento Político Final IV Congreso de los Pueblos, Comunidades y Organizaciones. Guatemala. p.16
  26. Nira Yuval-Davis, op.cit., p. 34