Paula Irene del Cid Vargas
La creación de condiciones para construir vidas plenas es tarea de tal magnitud que requiere un esfuerzo colectivo de mujeres con experiencias diferenciadas. Anoto a continuación pensamientos, acciones y contextos que consideramos claves para la construcción de articulaciones y alianzas entre mujeres y feministas. Las imagino como trozos de telas, tejidos de distintos tipos de telares que unidos contribuyen a un movimiento social que considera posible vivir de otro modo en este mundo.
Sospecha, autoconciencia y reinterpretación
La mayoría de mujeres que hoy conformamos el movimiento de mujeres y feminista en Iximulew, estamos rodeadas -sea en nuestra historia, sistema familiar u otras instituciones sociales- de actores cuya función es adiestrarnos en la obediencia para que entreguemos tiempo, emociones, cuerpo y trabajo al servicio de otros. Ante estos preceptos, emergen en lo íntimo de nuestro ser sensaciones de desasosiego, descontento o rebeldía, acompañadas de ansiedad, tristeza o enojo. En el ámbito del pensamiento se produce la duda sobre las justificaciones o explicaciones que da esa socialización, generalmente cubiertas con los mantos religiosos de “normalidad” o “naturalización”.
Las emociones de rechazo y los pensamientos que nos hacen sospechar de la naturalización de la obediencia, nos impulsan a la acción política de buscar otros saberes y a otras mujeres que estén con el deseo de cambiar. Entonces transgredimos el mandato de la obligada desconfianza hacia las otras, pasamos de lo personal a lo colectivo, conformando grupos. En la práctica de juntarnos se rompe con la idea de que las otras son enemigas o competencia.
Acción pública organizada
La libertad de las mujeres es medular en la propuesta política feminista. El movimiento de mujeres ha instituido la toma de las calles como mecanismo para visibilizar los obstáculos hacia nuestra autonomía. En los últimos veinticinco años, las mujeres del movimiento nos juntamos para organizar nuestra presencia en las calles cada 8 de marzo, 28 de mayo, 28 de septiembre y 25 de noviembre, fechas instaladas en el imaginario social para recordar la triple jornada, nuestro derecho a la salud, la despenalización del aborto y posicionarnos por vidas libres de violencia hacia las mujeres. Son acciones que pasaron de realizarse en la ciudad de Guatemala a organizarse en los distintos territorios, de acuerdo con sus particularidades. También salimos a las calles para mostrar avances en la construcción de derechos, defender lo alcanzado y demostrar nuestra indignación hacia los intentos de socavar los avances en la autonomía de las mujeres.
Dos ejemplos que ilustran la capacidad organizativa del movimiento feminista: Entre 2005 y 2009 se realizaron acciones para apoyar la aprobación de la Ley de acceso universal y equitativo de servicios de planificación familiar y su integración en el programa nacional de salud reproductiva (Decreto 87-2005) y la de su Reglamento (Acuerdo Gubernativo 270-2009). La consigna “Las mujeres decidimos, la sociedad respeta, el Estado garantiza, la iglesia no se mete” se coreaba como respuesta al cardenal Rodolfo Quezada Toruño, quien se posicionaba en contra de la aprobación de esta normativa, mostrando un condón y una bala, indicando que tenían el mismo propósito. Aunque dicha ley y reglamento se mantienen vigentes, el estudio “Discriminación y criminalización de mujeres y jóvenes por el ejercicio de su sexualidad” realizado por el Consorcio por los Derechos sexuales y reproductivos,1 refiere que el 90 por ciento de las mujeres y jóvenes no tiene acceso a atención sexual y reproductiva. El escaso avance que hoy vemos en Guatemala en materia de derechos sexuales y reproductivos tiene su origen en organizaciones antiderechos y sus propuestas fundamentalistas que intentan de forma sistemática obstruir la Educación Integral en Sexualidad (EIS) en las escuelas e instaurar leyes que criminalizan la disidencia a la norma heterosexual. Lo que nos indica que todavía falta mucho trabajo por realizar en este campo.
Otro ejemplos de las acciones públicas de denuncia del crimen de Estado cometido contra las niñas que vivían en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, dependencia de la Secretaría de Bienestar Social bajo responsabilidad directa del presidente en funciones Jimmy Morales, y otras actividades que han continuado hasta hoy, por la impunidad en la que ha quedado este crimen. El incendio ocurrido el 7 de marzo de 2017, inició en el espacio reducido donde encerraron a las niñas como castigo después de una jornada de escapatorias y protestas por la mala alimentación, malos tratos y violaciones sexuales sufridas en el hogar, hechos conocidos y denunciados desde 2015. Las “autoridades” quemaron a 56 niñas y adolescentes encerradas bajo candado de las cuales 41 murieron y 15 sobrevivieron con heridas y secuelas.
Esa misma semana, organizaciones de mujeres y feministas bajo la consigna “Las niñas NO se tocan, NO se queman, NO se violan, NO se matan” organizamos vigilias, plantones y pronunciamientos, denunciando la violencia institucional ejercida por los funcionarios estatales; propusimos nombrar “Plaza de las Niñas” al parque central o plaza de la Constitución; y distintos colectivos organizaron lo que hoy se conoce como “El altar de las niñas”, lugar constituido en un espacio de disputa simbólica que la institucionalidad estatal destruye periódicamente, y las organizaciones vuelven a instalar donde se realizan ceremonias mayas, rezos y rituales por su memoria.
En el marco de las acciones del día de la No Violencia y ante la falta de voluntad política para darle seguimiento judicial a la muerte de las niñas, las jóvenes feministas de Guatemala adaptaron la performa “Un violador en tu camino” y se presentaron el 30 de noviembre*. La realización de acciones públicas, al requerir de diálogo, llegar a acuerdos, redactar pronunciamientos y organizar logística y seguridad, contribuye a adquirir aprendizajes y a tender puentes entre las integrantes del movimiento, así como a visibilizar y difundir entre la población los análisis y propuestas feministas como alternativas de interpretación de la realidad.
Posicionamientos y conceptos orientadores
Los lugares de enunciación, es decir las perspectivas (conceptos, categorías y marcos político-filosóficos) desde las cuales nos posicionamos para decidir acciones, también nos proporcionan criterios para seleccionar a quiénes buscamos para construir articulaciones. En 2006, La Cuerda definió como propósito insti- tucional la construcción del sujeto político feminista, concebido como una colectividad crítica de personas que desean transformar su situación y se colectivizan, constituyen grupos autónomos con capacidad para de- cidir sobre sí, con memoria histórica y con intención de transformación. Elaboran una propuesta política emancipadora, desde un pensamiento con categorías y análisis propios de las realidades, contribuyen a des- naturalizar mitos, y son referentes para configurar la propuesta de sociedad. Esto proporciona las bases para coordinarse con otras y otros y fortalecerse como sujeto transformador.
Ese contexto influyó en las reflexiones que nos llevaron a que -además de difundir y sensibilizar desde miradas feministas- nos trazáramos el propósito de construir el sujeto político: se habían cumplido diez años de la firma de los Acuerdos de Paz y en esa década, lejos de que mejoraran las condiciones socio- económicas de la población, veíamos cómo las lógicas neoliberales avanzaban fácilmente: individualismo y consumismo se reflejaban en la política pública con la que se privatizaron empresas estatales. Era un año preelectoral y lo que prevalecía en los colectivos y partidos (que alguna vez denominamos de izquier- da), era su incapacidad para construir pactos entre sí y elaborar propuestas políticas transformadoras, y por lo tanto, se quedaron sin una base social sólida que les diera fuerza y potencial para ganar las elecciones, conformar una presencia decisiva en el legislativo que favoreciera a la población en general y particularmente a las mujeres, mucho menos hacerse de la administración del organismo ejecutivo.
También era un contexto donde las feministas Yolanda Aguilar y Amandine Fulchiron, analizaban el silencio en torno a la violencia sexual y el genocidio ocurrido en el país, e impulsaron el Consorcio “De Víctimas a Actoras de Cambio. La Lucha de las Mujeres por la Justicia”. Con su trabajo evidenciaron la relevancia de la violencia sexual en la estrategia contrasubversiva del Estado, el papel de las mujeres en la resistencia y la necesidad de generar procesos sistemáticos de empoderamiento y sanación de las sobrevivientes.2
Al mismo tiempo, acepciones nuevas de la categoría sujeto político empezaban a circular entre organizaciones como la Alianza Política Sector de Mujeres (APSM), en la academia “alternativa”, como la Maestría en psicología social y violencia política, impulsada por ECAP, así como los textos de Isabel Rauber que hacían referencia al sujeto en términos de acción: tener una conciencia concreta de la necesidad, de la voluntad y de la capacidad para construir cambios.3
Con esto llegamos a concebir el concepto de sujeto político ya no como actor único designado a realizar la transformación, como en décadas anteriores cuando se hablaba del obrero-campesino como el sujeto de la revolución, sino como la colectividad que desarrolla las capacidades de transformación, elabora propuestas políticas emancipadoras; crea pensamiento propio y acumula fuerza política para impulsarla.
Reconocimiento mutuo
A través de procesos sistemáticos de articulación construimos la idea de sujeto político feminista. Implicaba juntarnos con otras mujeres que se asumieran feministas o que no se nombraran así, pero que pasaran del desasosiego al deseo de hacer transformaciones, desde lo personal hasta lo colectivo, y con ellas fortalecer al movimiento feminista a través de la construcción de propuestas de sociedad, “con interés en dibujar un proyecto político”. Nos trazamos el objetivo de construir esa propuesta entre muchas, con la certeza de que si esa imagen o sueño de sociedad lo construimos desde distintos territorios y diversidades, será lo suficientemente abarcador como para que quienes participemos, nos sintamos y seamos protagonistas de la propuesta.
Es así que el primero de marzo de 2007, las integrantes de La Cuerda impulsamos la construcción de la “Agenda Feminista”. Convocamos a compañeras feministas con la idea de articularnos como una fuerza política en el país: empezamos con aproximadamente veinte colegas de la ciudad de Guatemala. En esa reunión, las participantes consideraron que el avance del movimiento de mujeres permitía pensar en una Agenda Feminista. Que era necesario pensar en un feminismo guatemalteco que considera la diversidad, las diferencias y desigualdades. Por ello era importante que en el espacio de la Agenda participaran feministas jóvenes, indígenas y quienes estuvieran en los diferentes departamentos. También se planteó la necesidad de desarrollar una metodología incluyente que nos permitiera escucharnos, identificar el consenso y el disenso, reconocernos.
Luego nos dimos a la tarea de buscar feministas en distintos puntos de Guatemala, a través de convocatorias. Nos reunimos con mujeres de oriente, norte y occidente del país. En estos dieciséis años hemos impulsado o participado en innumerables reuniones, encuentros, encerronas con compañeras. Iliana Tzin, de la Asociación de Mujeres de Petén Ixqik, refiere que lo que ha sostenido el tejido feminista es:
El sueño compartido, los anhelos. el ser mujeres con luchas, las coincidencias, los intercambios de conocimientos. el reconocimiento del camino de cada una,
por cada una de las organizaciones, el reconocimiento de las jóvenes que nos nombramos feministas, a quienes tienen recorridos anteriores, el que tienen las mayores.
Nos une, aunque no en todas, el vínculo de amistad y el de la sororidad.4
María Jiménez, mujer xinka integrante de la Asociación de Mujeres de Santa María Xalapan (Amismaxaj), refiere que ser reconocidas como interlocutoras por el hecho de que trabajaban “para y por las mujeres” las hizo sentirse convocadas. Para ella la articulación que hemos establecido hace que “nos sintamos acompañadas, hemos crecido en lo personal en lo familiar y en lo colectivo, porque ese reconocimiento nos ha dado la fuerza, valorando cada encuentro o asamblea que hemos realizado.”5
Escucha activa
El patriarcado produce categorías que crean un orden simbólico: organiza una madeja de significados que nos enreda individual y colectivamente en interpreta- ciones que provocan que una situación construida so- cialmente se perciba como natural o como “normal”.
Nuestro tejido feminista se nutre de los conceptos y categorías concebidos en reflexiones colectivas, debates, procesos formativos, cuando sistematizamos e investigamos. Al trazarnos la intención de desmontar ese orden simbólico contribuimos a romper esa cadena de significados patriarcales. Las reflexiones nos permiten nombrar sentimientos, acuñar palabras, acepciones y categorías para realizar análisis, comprender opresiones y elaborar propuestas.
Cuando iniciamos las reuniones de la Agenda Feminista en 2007 planteamos que las opresiones sobre el cuerpo y sexualidad de las mujeres eran tan importantes como el empobrecimiento que produce el capitalismo o el racismo, y declaramos que “las opresiones no debían jerarquizarse”.
Posteriormente, con la afro-dominicana, Ochy Curiel, conocimos los planteamientos del feminismo decolonial,6 corriente que tiene dos fuentes principales: la crítica del movimiento de mujeres de color, indígenas y negras, black feminist, a la universalización del concepto “mujer” y los postulados decoloniales.
El pensamiento decolonial hace una crítica a la narrativa europea que asume la modernidad occidental como emancipación y utopía, tiene sus orígenes en la empresa colonial, la cual requería de criterios para definir lo humano (el hombre blanco), justificar una comprensión jerarquizante de los humanos, la dominación de los que definieron como como “los otros”, considerados “inferiores” a quienes se les debe “desarrollar”. Es así que crean la noción de raza como clasificador humano.
El feminismo decolonial plantea que raza y género son ficciones creadas para clasificar, dominar y explotar.7
Con la antropóloga kaqchikel, Aura Estela Cumes, abordamos cómo la colonización trajo una forma de patriarcado proveniente de las sociedades europeas que ejerció violencia extrema en contra de mujeres, campesinos y naturaleza. El patriarca colonial definido como “El humano”, se construye en el despojo y la degradación de los despojados.8
En colectiva desarrollamos análisis sobre cómo patriarcado, heterosexualidad, racismo y neoliberalismo se imbrican de forma particular en cada cuerpo, dependiendo de las asignaciones y socializaciones que se dan en cada contexto. Y cómo religión, militarismo, heterosexualidadyracismoseinstituyencomoregímenes ordenadores que intervienen en los procesos de socialización, dando como resultado la internalización de formas de comportamiento que contribuyen a la reproducción del sistema. De ahí que su desmontaje y deconstrucción se incorpore a los caminos para el fortalecimiento del sujeto político feminista. Una herramienta necesaria para la emancipación es la crítica al orden patriarcado colonial.
Si lo que buscamos es la construcción de un sistema organizado para la vida en plenitud, la comprensión y desmontaje de las opresiones es necesaria, pero no es suficiente. Necesitamos un sistema de categorías que proporcione referentes de pensamiento que nos integre como personas y que nos muestre a la humanidad en relaciones de interdependencia entre sí y con la naturaleza.
También hemos avanzado en esa dirección: la feminista autónoma mexicana, Chuy Tinoco, nos propuso la noción cuerpodeseo, que conlleva conectar lo que deseamos con lo que hacemos para construir autonomía respecto a las lógicas patriarcales. Con la antropóloga kaqchikel, Aura Estela Cumes, hemos podido asomarnos a la epistemología maya:
En el sentido maya de la vida o cosmovisión, no existe la palabra “naturaleza” aunque ésta se ha ido adoptando. Desde la cosmovisión maya todo lo que occidente llamaría “naturaleza”, tierra, piedras, valles, montañas, bosques, barrancos, ríos, lagos, mares, aire, sol, luna, estrellas, todo, tiene vida propia. Ni ri winaq (la gente), ni “el hombre”, está por encima de todo. Las personas somos solamente un hilo más en el tejido del Rachulew (faz de la tierra), o lo que otros llamarían “universo”. Hay una tendencia a asociar a las mujeres a la “Madre Tierra”, pero ésta se venera y se respeta; cuando esto ya no ocurre, se ha caído en un rompimiento del sentido de la vida. En la actualidad, principalmente entre la gente maya del área rural, se sigue usando la expresión loq’olej (sagrado es lo más cercano en español), para referirse a todo lo que da vida y existencia: loq’lej ulew (sagrada tierra), loq’olej q’ij (sagrado sol), loq’olej ja’ (sagrada agua) loq’olej juyu’ (sagradas montañas), loq’olej ixim (sagrado maíz). Todo, además, tiene ruk’ux (corazón), tiene rajawal’ (espíritu-dueño-guardián).9
En esta forma de pensar el mundo, el territorio comprende tres espacios: Uk’u’x Kaj, Corazón del Cielo; Siwan Tinamit, espacio físico con barrancos, animales, tierra plantas y todos los seres que habitan el espacio geográfico de la Madre Tierra; y Uk’u’x Ulew, el Corazón de la Tierra. Desde esta cosmovisión el concepto de territorio tiene dimensiones físico-geográficas, simbólicas, subjetivas y culturales que definen el desarrollo de tecnología, artes, símbolos e idiomas que se orientan al cuidado de la Madre Tierra.10
Los múltiples procesos de formación y análisis que había en el movimiento de mujeres y feminista se convirtieron en territorio fértil para la creación de términos. Las mujeres xinkas de la Asociación de Mujeres de Santa María Xalapan (AMISMAXAJ) desarrollaron la idea del cuerpo como primer territorio a defender, recuperar y sanar. Entonces, el concepto de “territorio-cuerpo-tierra” emerge del análisis de mujeres indígenas, con cosmovisiones mayas y xinkas,11 sobre los efectos del despojo que realiza el Estado de Guatemala en sus territorios para un extractivismo que destruye bosques, montañas y cuerpos de agua, lugares sagrados, que amenaza sistemas de vida, producción y trabajo y formas de organización social.12 En La Cuerda lo comprendemos como “el espaciotiempo en el que se construye senti- do de vida, dignidad, pertenencia y resistencia. la conciencia de quiénes somos, la historia que nos precede y la que estamos decidiendo construir”.13
La pervivencia de las cosmovisiones maya y xinka, los espacios de articulación para intercambiar perspectivas feministas con quienes sustentan estas formas de interpretación del mundo, y la participación de mujeres de los pueblos en el movimiento de mujeres y feminista, han influido en la incorporación de contenidos y formas en las que organizamos acciones, procesos de formación-sanación y propuestas políticas.
Cholq’ij, Xukulem, Tojil
A la Asociación de Mujeres Mayas Kaqla se le reconoce como una de las organizaciones que introdujeron centros energéticos a los procesos de reflexión, donde se elabora materiales que representan agua, fuego, aire, tierra, elementos generadores de vida. Velas de colores se ponen en los puntos que corresponden a la salida del sol, poniente, norte, sur. Cada vez es más frecuente que en las organizaciones se inicie y cierre una reunión con una reflexión para ubicar a las participantes en el aquí y el ahora, invocando a las energías de la vida, trayendo a la conciencia su constante movimiento, relacionando el contenido de lo que se va a tratar con el nawal que indica el Cholq’ij.14 Elementos del Xukulem, ceremonia maya práctica que forma parte de la expresión de la espiritualidad para que los humanos recordemos que venimos de la Tierra.
Participar en espacios de reflexión sistemática, como fue la Confluencia Nuevo B’aqtun, con integrantes de organizaciones mayas y xinkas, nos brindó la oportunidad de conocer algunos de los principios de la cosmovisión maya y retroalimentar la propuesta feminista con algunos, como el Tojil, comprendido como la acción para restablecer el equilibrio.
La Asamblea Feminista también ha sido un espacio periódico que se ha convertido en una ventana para construir un sueño común a partir del análisis y perspectiva de compañeras de distintos territorios, de forma que feministas urbanas y mestizas escuchamos a xinkas y peteneras sobre formas organizativas ancestrales que se practican en sus territorios, como el trueque y la organización para el uso y administración colectiva de los bienes naturales, que la Asamblea ha retomado e incorporado como características de la propuesta política de vidas plenas.
Metodologías integradoras
Hemos aprendido que el sentido de pertenencia se retroalimenta de la definición colectiva de los objetivos de una acción; de la construcción consensuada de la metodología y de verificar qué contenidos y momentos metodológicos sean integradores y coherentes con lo que se desea alcanzar.
En estos años nuestra concepción de integralidad también se ha modificado. Antes consistía en identificar lo que se hacía, lo que se pensaba y analizar por qué era así, nombrar si las distintas formas de comprender una determinada situación o las dificultades para ponernos de acuerdo se debían al desconocimiento de unas sobre los puntos de partida de otras, o si esto se debía a que los puntos de partida políticos o conceptuales provenían de distintos lugares de enunciación. Aunque esos son nudos15 todavía están presentes en el movimiento, hay otro tipo de nudos asociados a los traumas que cargamos personal y colectivamente, originados en los procesos de adiestramiento de nuestros cuerpos y nuestros contextos sociohistóricos. Es por ello que actualmente nuestro concepto de integralidad también incorpora las dimensiones subjetivas, emocionales, corporales así como los caminos para recuperar el equilibrio, la sanación.
La preparación y realización del “Festival por la vida, cuerpo y territorio de las mujeres”, realizado en Yalambojoch, Huehuetenango, en septiembre de 2012, es un ejemplo de integralidad y creación colectiva. Este festival surgió como respuesta al estado de sitio decretado el primero de mayo de 2012 a las comunidades de Santa Cruz Barillas por el presidente Otto Pérez Molina, para imponer la construcción de la hidroeléctrica Hidro Santa Cruz, rechazada en varias ocasiones por las comunidades y por la propia municipalidad, desde 2009.
Mujeres de Barillas e integrantes de organizaciones como: Mamá Maquín, la Red de Mujeres de Aguacatán, Movimiento de Mujeres Mayas, la colectiva Actoras de Cambio, el Centro de Estudios y Documentación de la Frontera Occidental de Huehuetenango, la Asociación La Cuerda, la Alianza Política Sector de Mujeres, la Red de Mujeres Ixiles, la Voz de la Resistencia y la Asociación de mujeres de Petén Ixqik, sostuvimos reuniones a lo largo de varios meses, en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango y la ciudad de Guatemala. Nos propusimos el intercambio de experiencias, información, análisis y acción política entre mujeres por la defensa del cuerpo, vida y territorio; romper el círculo del terror en las localidades afectadas, y contribuir a crear condiciones de armonía, de alegría, de fuerza y de libertad para las mujeres de Barillas y todas las que vivimos en contextos similares; y posicionar a nivel de la opinión pública local, nacional e internacional la legitimidad de las acciones y luchas emprendidas por las mujeres de Barillas y sus comunidades en defensa de la vida, frente a la invasión militar y la expropiación de su territorio por las empresas transnacionales.
Las organizaciones compartieron recursos económicos y saberes, el esfuerzo dio como resultado la participación de aproximadamente doscientas mujeres de distintos puntos del país en una agenda que contempló momentos para la ceremonia maya, garantizando lo simbólico y la conexión espiritual; espacios para discutir y compartir experiencias, la liberación emocional con ejercicios de sanación, baile y la organización de eventos públicos para difundir el deseo de vivir en paz, que los hombres dejen de utilizar las amenazas, la violencia y la violencia sexual para dominar; para construir formas de vida basadas en el respeto y la armonía. Las formas utilizadas en su planificación y su desarrollo hicieron que nos sintiéramos protagonistas de una acción que hoy es recordada como ejemplo de articulación política entre sujetas diversas y diferenciadas con propósitos comunes.
La experiencia metodológica del festival se aplica en otros espacios como los “Diálogos de Saberes”, proceso en el que participamos integrantes de Asociación de Mujeres de Petén Ixqik, Ixmukané y Nuevos Horizontes, de la Red de Mujeres de Petén; Amismaxaj, Asociación feminista La Cuerda, mujeres mestizas y mayas; y las terapeutas, Marta Quib, q’eqchi’ y Delfina Asig, q’eqchi’ y poqomchi’ de ADICI, Alta Verapaz, con experiencia en procesos de formación-sanación. La metodología considera varios momentos: una puesta en común de las experiencias vividas; momentos terapéuticos y/o de sanación; contacto con espacios sanadores, caminatas en espacios naturales sin contaminación para realizar meditación, reflexión; análisis de la problemática, vinculando la experiencia con lo que en otros lugares se discute y propone, lo cual se hace a través de lectura colectiva y/o material audiovisual; e intercambios teóricos y prácticos de saberes de sanación.
Tejidos transformadores
Si observamos las articulaciones entre nosotras como si fueran piezas de una tela, podemos ver algunos lienzos con una estructura fuerte y otros con sus hilos ralitos o rasgados. En algunas ocasiones hemos tenido contextos que favorecen la construcción colectiva: contamos con las capacidades organizativas y económicas y nos permitimos coordinar procesos formativos o de discusión política de largo aliento, lo que nos ha dado la posibilidad de cuestionar nuestra socialización, de producir conceptos, categorías y métodos que han dado como resultado la elaboración de propuestas, imágenes, trazos de ese mundo y esa sociedad en la que queremos vivir de forma cotidiana. Otras veces, más de lo que quisiéramos, nos enfrentamos a un contexto que reclama la articulación para reaccionar, así es que se organizan manifestaciones y se elaboran pronunciamientos, y si en ese momento estamos fuertes, tenemos la capacidad para hacerlo y salir más fuertes. Otras partes del tejido se ven deshilados, a veces por falta de recursos, o porque no fuimos capaces de reconocer a tiempo los nudos, no supimos tratar con las diferencias y tensiones y nos volvemos retazos o telas flojas, esperando que lleguen otros vientos para volver a hilvanarnos.
La calidad de los tejidos depende de varios elementos: de la capacidad para reconocer el aporte de la experiencia de cada tejedora, de conectarnos con la sabiduría individual y colectiva para seleccionar la mejor puntada y utilizar el tejido para la ocasión y clima que se nos presenta e ir bien arropadas para construir el camino hacia la vida plena en el aquí y el ahora.
Cada una de las feministas que participa desde su experiencia en el anhelo de Vida Plena, se convierte en un hilo del tejido articulador, en el momento en que organiza su tiempo, abre la puerta de su casa o se conecta a internet para ir al encuentro de otras, las cómplices, sean amigas o no, para trabajar en los cambios que deseamos.
Tejemos colectividad para comprender los entresijos de los sistemas de opresión, para denunciar y manifestar nuestra indignación por sus efectos en nuestras vidas, en la sociedad; para perfilar propuestas políticas de sociedad y su organización; para organizar nuestro pensamiento y crear categorías con las cuales nombrar la realidad, provocando que aparezcan nuevas formas y líneas de acción; todo ello contribuye al fortalecimiento cuantitativo y cualitativo de este movimiento que después de veinticinco años se ha vuelto imparable.
¡El Estado opresor es un macho violador!
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer.
Y nuestro castigo
es la violencia que no ves.
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer.
Y nuestro castigo
es la violencia que ya ves.
Es genocidio.
Impunidad para mi asesino. Es la desaparición.
Es la violación.
Y la culpa no era mía ni donde estaba
ni como vestía. (x4)
El violador eras tú. El violador eres tú.
¡Son los progres!
¡Los fachos!
¡El Estado!
¡El presidente!
¡El Estado opresor es un macho violador! (x2) El violador eras tú.
El violador eres tú.
Y si denuncias con tus hermanas
las violaciones de los hogares, ellos te encierran
te queman viva
y la justicia después evaden.
El violador eres tú (x4).
(Adaptación para Guatemala del original de @lastesis)
Niñas y adolescentes fallecidas el 7 de marzo de 2017
- Achly Gabriela Méndez Ramírez, 15 años
- Ana Noemy Morales Galindo, 16 años
- Ana Roselia Pérez Junay, 14 años
- Ana Rubidia Chocoj Chuta, 14 años
- Candelaria Meléndrez Hernández, 17 años
- Celia María Samary López Aranda, 15 años
- Daily Analí Domingo Martínez, 15 años
- Daria Dalila López Meda, 16 años
- Estefany Sucely Veliz Pablo, 16 años
- Grindi Yasmin Carías López, 16 años
- Grisna Yamilet Cú Uluan, 15 años
- Hashly Angely Rodríguez Hernández, 15 años
- Indira Jarisa Pelicó Orellana, 17 años
- Iris Yodenis León Pérez, 14 años
- Jaquelyn Paola Catinac Pérez, 15 años
- Jilma Sucely Carias López, 15 años
- Josselyn Marisela García Flores, 16 años
- Keila Rebeca López Salguero, 17 años
- Kimberly Mishel Palencia Ortíz, 17 años
- Lilian Andrea Gómez Arceno, 13 años
- Luisa Fernanda Joj Gonzalez, 16 años
- Madelyn Patricia Hernández Hernández, 14 años
- Mari Carmen Ramírez Melgar, 14 años
- Mayra Haydeé Chután Urias, 16 años
- Melani Yanira de León Palencia, 15 años
- Milenie Eloísa Rac Hernández, 17 años
- Mirsa Rosmeri López Tojil, 16 años
- Nanci Paola Vela García, 15 años
- Rosa Julia Espino Tobar, 16 años
- Rosalinda Victoria Ramírez Pérez, 15 años
- Sara Noemy Lima Ascón, 17 años
- Sarvia Isel Barrientos Reyes, 14 años
- Silvia Milexi Rivera Sánchez, 17 años
- Siona Hernández García, 17 años
- Skarleth Yajayra Pérez Jiménez, 15 años
- Wendy Anahí Vividor Ramírez, 16 años
- Yemmi Araceli Ramírez Siquín, 15 años
- Yohana Desiré Cuy Urizar, 15 años
- Yoselin Beatriz Ventura Pérez, 15 años
- Yoselin Yamilet Barahona Beltrán, 15 años
- Yusbelí Yubitza Merary Maquín Gómez, 14 años
- CID Gallup, Informe de Resultados. Investigación: discriminación y criminalización de mujeres y jóvenes por el ejercicio de su sexualidad, Oxfam, Guatemala, 2022.
- * Las Tesis, colectivo feminista de Valparaíso, Chile, lo había presentado el 20 de noviembre, sólo diez días antes, en su país.
- Liduvina Méndez, Sistematización de formación sanación con mujeres sobrevivientes de violencia sexual y de la guerra en Guatemala, Actoras de Cambio, Guatemala, 2014.
- Isabel Rauber, Los dilemas del sujeto. Movimiento social y organización política en América Latina. Lógicas en conflicto, CLACSO, Argentina, 2003. https://bit.ly/3rqITO5
- Entrevista realizada en marzo de 2023.
- Entrevista realizada en febrero de 2023.
- Término acuñado por la feminista argentina María Lugones en “Hacia un feminismo descolonia”, La Manzana De La Discordia, 6 (2), 105–117, Centro de Investigaciones y Estudios de Género, Mujer y Sociedad, de la Universidad del Valle, Colombia, 2016. https://doi.org/10.25100/lamanzanadeladiscordia.v6i2.1504
- Ochy Curiel, “Construyendo metodologías feministas desde el feminismo colonial”, en Irantzu Mendía Azkue, Marta Luxán, Matxalen Legarreta, Gloria Guzmán, Iker Zirion, Jokin Azpiazu Carballo (eds.) Otras formas de (re) conocer. Reflexiones, herramientas y aplicaciones desde la investigación feminista, Hegoa y Universidad del País Vasco, Bilbao, 2014.
- Aura Cumes, “Patriarcado, dominación colonial y epistemologías mayas”, ponencia en el curso Seguimos vivos, Pueblos mayas, colonización permanente y horizontes de vida, realizado del 1 al 3 de julio de 2019, Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), Barcelona, 2019. https://bit.ly/3QauHmT
- op. cit.
- Aura Lolita Chávez, “Identidad y Territorio” en: Domingo Hernández Ixcoy, Leopoldo Méndez Martínez y Marta Lidia Matzir Miculax, Reconstitución del ser mayab. Fase I: Conceptos básicos; formación, descolonización y compromiso, Asociación Maya Uk’u’x B’e, B’oko’, s/f.
- Integrantes de la Alianza Política Sector de Mujeres.
- Los presidentes Álvaro Arzú y Alfonso Portillo dejaron las condiciones para que la institucionalidad estatal se pusiera al servicio del despojo; las administraciones de Oscar Berger, Álvaro Colom, Otto Pérez Molina, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei han recurrido a estados de excepción, suspendiendo garantías constitucionales o utilizado al sistema de justicia para “legalizar” el desalojo de tierras, quema de casas y cultivos, criminalizar y judicializar a quienes defienden sus territorios de todo tipo de violencias que ejecutan la Policía Nacional, el ejército y empresas privadas de seguridad; su presencia ha remilitarizado al país y afectado a distintos pueblos en todo el territorio.
- Maya Alvarado, Paula del Cid y María José Rosales, Sexualidades y acción política de activistas en Iximulew, La Cuerda, Guatemala, 2018, p. 16.
- El Cholq’ij o Tzolkin, es uno de los calendarios mayas, rige aspectos humanos, consta de 260 días, tiempo en el que se gesta un ser humano (nueve meses gregorianos). Se divide en trece meses de veinte días, cada uno regido por un principio, Ch’umilal (estrella) o nawal protector, está representado en los veinte dedos de las manos y pies y las trece articulaciones principales del cuerpo humano.
- En 1983, la feminista chilena Julieta Kirkwood nombró “nudos de sabiduría feminista” aquellas conflictividades que se daban entre feministas; decía que como cualquier madeja, había que encontrar la punta para hallar las verdaderas causas de esos conflictos u obstáculos para construir colectivamente. En Julieta Kirkwood, “Los nudos de la sabiduría feminista”, en Revista de las Mujeres No. 1, Isis Internacional, Roma, 1984 en Material de discusión, número 64, Programa FLACSO, Santiago de Chile, 1984. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-95084.html