María Dolores Marroquín / La Cuerda

Ha resultado difícil continuar como que no sucediera nada en el mundo, comiendo lo que se te antoja, llegando a casa a arropar a tus hijas o hijos y dormir en un lugar caliente, bajo techo, resguardada y segura, cuando sabés que en un lugar del mundo, un pueblo entero está siendo víctima de un esfuerzo dirigido a su desaparición, tal como sucedió en la época más triste del genocidio en Guatemala contra el pueblo Ixil.

Ya van más de 120 días del genocidio perpetrado contra el pueblo palestino. El 7 de octubre del 2023 empezó esta vorágine de masacre desproporcionada, frente a los ojos del mundo, que en su mayoría sigue en silencio, aunque millones se han movilizado en diferentes países exigiendo el cese al fuego inmediato.

Según las fuentes que recolectan información del avance del daño, se han cometido más de dos mil trescientas masacres; hay más de 34 000 personas asesinadas o desaparecidas; de ellas más de 12 000 son niñas o niños, más de 8 000 son mujeres.

El 47 por ciento de la población de gaza son niñas y niños. La niñez de Gaza ha perdido un total de casi 197 000 años de educación, el 75 por ciento de las escuelas están dañadas o destruidas. Más de mil niñas o niños han perdido uno o más miembros de su cuerpo durante los bombardeos israelís.

En este genocidio, además de ir contra la población civil, el estado de Israel se ha ensañado contra quienes están dando ayuda humanitaria para colaborar con el rescate de las víctimas de este infame delito de lesa humanidad. Se reportan más de 400 personas del personal médico y más de 125 periodistas asesinados. 

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Los ataques de Israel han dañado o destruido más de 360 000 viviendas, además de hospitales, escuelas, lugares históricos y mezquitas. Se dice que tomaría 995 años reconstruir todos los hogares de Gaza si se pudiera reconstruir un hogar cada día.

Las feministas palestinas y toda la población palestina lo que pide, además del cese al fuego inmediato, es que no les olvidemos, que no seamos cómplices de su desaparición paulatina, proceso que inició hace más de 75 años ya, pero que está en un momento de repunte, hacia la apropiación del territorio palestino.

Sudáfrica, junto con otros aliados, han levantado un caso contra Israel en la Corte Internacional Penal, que con declaraciones claras pero tibias han pedido un alto al fuego inmediato.

Lamentablemente, los gobiernos que tienen intereses económicos en la usurpación de ese territorio se hacen cómplices de la ayuda armamentista o del cierre de apoyo a quienes dan ayuda humanitaria.

Palestina y su sufrimiento nos dicen hoy lo que le espera al mundo. Si permitimos que se siga cometiendo esa barbarie con la complicidad de la indiferencia al asalto por parte de los poderes coloniales, estaremos abriendo las puertas para que eso suceda en nuestras casas, en nuestros pueblos, en nuestros países, en nuestros continentes.

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Hoy, las feministas palestinas nos recuerdan que su derecho a vivir libres, de autodeterminar su futuro, de proteger su territorio es lo que les mantiene vivas y es lo que quieren contagiar al mundo. Para muchas de ellas hoy es el momento decisivo, o mueren o liberan su territorio; porque es posible, a pesar de los poderes de la muerte, mantener viva la esperanza y el sueño de vivir en paz.