Maya Alvarado Chávez / La Cuerda

En la traducción del Popol Wuj (Ed. Cholsamaj, 2008) con notas de Sam Colop (+) se interpreta el agua como origen del mundo: «No había nada que estuviera levantado sólo agua reposada, sólo el mar apacible, sólo reposaba la soledad».

Esta poética descripción del origen de la vida, es un ejemplo de cómo diferentes culturas vinculan al agua con ese momento catalizador y citan deidades propias de las cosmovisiones originarias. En la actualidad, el agua ha sido cuidada y defendida por comunidades cercanas a ríos, lagos y mares en todo el planeta. La mayoría de estas comunidades y sus liderazgos han sido criminalizados por ello en diferentes países del mundo, incluida Guatemala. 

La escasez de agua y el esfuerzo por llevarla a los núcleos humanos ha recaído mayormente en las mujeres. El esfuerzo físico de acarrearla por caminos sinuosos las ha expuesto a padecimientos físicos, pérdidas de embarazos y violencia sexual.

No obstante, también sucede que las mujeres se organizan para ir a buscar el agua, lavar ropa, bañarse en los ríos y celebrar juntas su frescura mientras platican y ríen entre sí. El vínculo de las mujeres con el agua también proviene de la relación con las mareas, los océanos, bosques, la producción de alimentos, el disfrute, la fecundidad.

Son ellas las que conocen lo que implica obtenerla, es de voces de mujeres comunitarias de donde hemos escuchado el significado del agua en sus vidas, la alegría que produce su contacto; la angustia por su escasez, el efecto de la contaminación de sus fuentes de abastecimiento y el despropósito del desvío de los cauces de los ríos.

En el año 1992, en el marco de la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Naciones Unidas declaró el 22 de marzo como Día Mundial del Agua. Con dificultad, estas iniciativas han logrado algo más que fijar fechas conmemorativas, para que los Estados actúen y las sociedades tomen conciencia de lo que ha generado la acción humana contra sí misma, todos los seres vivos y los elementos de la vida en el planeta.

Vandana Shiva, filósofa ecofeminista, en su libro, Las guerras del agua (2017), señala que en 2025 el número de personas que no dispondrá de agua suficiente será de 817 millones. Para ella, esta crisis «es la faceta más grave de la devastación ecológica de la tierra».

La palabra «agua» vinculada a guerra y devastación, profundiza el estremecimiento. Actualmente suceden más guerras de las que los medios masivos informan. Guerras genocidas como la de Israel contra el pueblo Palestino, se replican en países africanos como Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. En algunas de estas confrontaciones, además del despojo y el colonialismo, también subyace el acceso al agua por diferentes causas, incluido el cambio climático, presente desde el origen del planeta, pero, como señalan especialistas, la situación actual es responsabilidad de la acción humana.

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En Guatemala, se estima que para el año 2025 (el próximo año), habrá un déficit de más o menos 200 millones de metros cúbicos de agua[1].

Asimismo, los datos proporcionados por el Departamento de Ciencias Ambientales del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA)[2] explican qué dinámicas económicas y sociales demandan mayor consumo de agua y dan cuenta de la complejidad del tema y las implicaciones de la agroindustria, la ganadería y la minería, para citar algunos. 

No es suficiente el llamado de organismos internacionales. Los retos que plantea el cuidado del agua, más que por los Estados, pasan por sostener el vínculo y el compromiso personal con ella; hacernos conscientes de su significado, valorar las acciones comunitarias en defensa de ríos, lagos y mares, unirnos a ellas. Analizar críticamente el modelo económico de despojo, acumulación y consumo, a nivel local y global. 

Ese elemento vital que calma nuestra sed y hace posible la hierba fresca acariciando nuestros pies, también nos regala nuestro reflejo en una pequeñísima gota de agua y nuestra fuerza en la extensa y apacible soledad del mar.

 

 

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[1] Gerardo Paíz, Colectivo Madre Selva: Foro sobre el Agua 2020. Casa Cervantes, Ciudad de Guatemala

[2] Virginia Mosquera y Jaime Luis Carrera; Agua: Serie Perfil Ambiental de Guatemala; colaboración técnica Sara Ortiz; editores: Juventino Gálvez, Pablo Prado y Cecilia Cleaves — Guatemala: Universidad Rafael Landívar, Editorial Cara Parens, 2023.