Paula Irene del Cid Vargas / La Cuerda

 “Las actividades económicas contaminantes deben prohibirse. A los dueños de estas empresas les corresponde cubrir los gastos que implica la reparación de los daños ocasionados a las personas y a los ecosistemas”

 En los análisis y propuestas de la Asamblea Feminista incluimos los elementos que sostienen la vida en el planeta: aire, tierra, agua y fuego. El incendio del vertedero de Villa Nueva es una triste ocasión para compartir parte de nuestras reflexiones y propuestas sobre el aire.

Qué es y qué genera

El aire es una mezcla de gases: 21 por ciento de oxígeno, 78 de nitrógeno, 0.97 de vapor de agua y 0.03 de dióxido de carbono, los cuales conforman la atmósfera de la Tierra. El oxígeno es fundamental para los seres que habitamos en el planeta. Cuando inhalamos, todos los gases entran a nuestro cuerpo, los pulmones seleccionan el oxígeno y nuestro sistema sanguíneo se encarga de que llegue a cada una de las más de 28 billones de células que componen el cuerpo humano. Al exhalar sacamos dióxido de carbono, el cual es utilizado por las plantas en el proceso de fotosíntesis, que, entre otras, genera flores, verduras, frutas y leguminosas que usamos como alimento, otra fuente de energía para nuestra existencia. 

El aire también es un medio de transporte para aves e insectos, así como para la polinización, y la diseminación de semillas y esporas. Con los cambios de calor y frío el aire se pone en movimiento, convertido en viento desplaza a las nubes, vitales para la distribución del agua sobre la Tierra. Es con el aire que se produce el sonido, medio de comunicación de distintas especies, a través del cual podemos hablar y cantar.

El oxígeno es fundamental para la reproducción de la Vida que se genera en el suelo, el cual requiere un equilibrio entre gases y agua para brindar condiciones para la germinación de plantas, cuando esto se rompe afecta a la óptima producción de cosechas y a la regeneración de bosques.

La suciedad capitalista

En los últimos 300 años, la concentración de dióxido de carbono ha llegado a ser del 40 por ciento. Este desequilibrio en la proporción de los gases se debe a diferentes actividades humanas: quema de combustibles fósiles (gasolina y diésel) que se usan para el transporte; la agroindustria (caña de azúcar), las fábricas de cemento, cal y yeso, jabones y detergentes; ganadería y quema de basureros a cielo abierto. 

Los efectos son: enfermedades respiratorias, ataques cardiacos, cáncer pulmonar, trastornos emocionales, reducción de la memora, dificultades para la coordinación, disminución del rendimiento físico y lesiones en la piel. Quienes habitan cerca de los focos de contaminación son personas empobrecidas y los espacios y tierras libres de contaminantes tienden a subir de precio haciendo inaccesible la posibilidad de vivir en lugares con aire de calidad. Asistimos pues, a un proceso de mercantilización del aire puro. 

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Nuestras propuestas

Hacer discusiones en los distintos espacios socioculturales tomando en cuenta propuestas ecologistas, así como conocimientos y prácticas ancestrales que inspiran respeto a la naturaleza y que nos recuerdan que vivimos en sus sistema interdependiente. También proponemos, en calidad de urgencia, el tratamiento técnico de los desechos sólidos. En el país hay profesionales con capacidades para hacerlo, para ello es necesario dejar la pasividad y atajar la corrupción en las municipalidades, para que asuman su responsabilidad en la organización, transporte, manejo y disposición de los desechos. 

Impulsar el consumo responsable para dejar de generar tanto desecho. Como sociedad hemos adoptado un patrón de consumo desmedido, relacionado con un sistema que nos bombardea con mensajes que nos impelen a la compra constante de objetos innecesarios. El reciclaje es una medida insuficiente para enfrentar la cantidad de basura que se ha vuelto inmanejable.

Al Estado le corresponde supervisar las actividades económicas, prohibir aquellas contaminantes, haciendo que los dueños de estos negocios paguen y reparen el daño ocasionado; definir políticas y asignar recursos para la ampliación de zonas verdes, reduciendo el exceso de áreas ocupadas por el cemento. 

Éstas son sólo algunas propuestas para la atención postergada de la contaminación. Se requiere una visión integral y múltiples rutas para recuperar la idea del aire como un bien común y que el acceso al aire puro sea un derecho que se ejerce cotidianamente por todas las personas que habitamos en este territorio.