Rosalinda Hernández Alarcón / La Cuerda

El Día de la Libertad de Prensa, derecho universal que se celebra cada 3 de mayo, es una efeméride propicia para recordar que el monopolio de medios de comunicación violenta este derecho humano. También es oportuno tener presente que ese derecho corresponde no solo a periodistas y medios, sino a todas las personas que buscan información. 

En foros internacionales, regionales y locales esta conmemoración generalmente evalúa cada año los obstáculos a la acción periodística y resalta los hechos de persecución y violencia contra quienes se dedican al periodismo, pero falta agregar cómo la concentración de los medios limita dos derechos: el libre acceso a la información y a la libre emisión del pensamiento. 

En Guatemala, cinco grandes grupos mediáticos dominan la radio y la televisión. Un empresario posee todos los canales de televisión abierta (3, 7, 11 y 13). Radio Sonora tiene una amplia cobertura como las iglesias evangélica y católica, aunque las de carácter monopólico pertenecen al Grupo Alius y el Grupo Emisoras Unidas.

En el contexto de globalización neoliberal se protege el monopolio empresarial y en ese marco, también se protege a las grandes corporaciones mediáticas que han alcanzado un enorme poder al actuar como voceras de los intereses del capital. Son las que alteran de manera cínica los hechos: un genocidio lo convierten en acción de legítima defensa, la industria de la guerra se justifica como apoyo a la “democracia”, convierten en delincuentes a quienes demandan un alto al fuego en Gaza o minimizan / borran las voces opositoras al sistema. 

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Hacer un recuento histórico en Guatemala da muestras de lo anterior, por ejemplo: cuando los medios tergiversaron la información acerca del genocidio cometido por la institución armada contra comunidades indígenas, señalando que el ejército las protegía en cumplimiento de su “deber”. 

Esa cadena de transmisión monopólica moldea la ideología de su público lector, que se refleja en la forma de interpretar el mundo, los deseos y actitudes de las personas, etc. Cabe entonces señalar que la prensa corporativa violenta prácticas democráticas, al aplicar referentes como el pensamiento único, las miradas dicotómicas, el consumismo y la jerarquización de las personas, los cuales se contraponen a los enfoques democráticos, 

Lo cierto es que las prácticas monopólicas dañan el bienestar de las mayorías, así lo demuestran distintos informes anuales que reportan los retrocesos en la vigencia de los derechos humanos. Si se habla de las corporaciones mediáticas, su funcionamiento daña el pluralismo y la diversidad, la convivencia pacífica y respetuosa; por tanto, son contrarios a la vida en democracia. 

Al cuestionar cómo los medios corporativos dañan la libertad de expresión, se hace necesario promover los observatorios ciudadanos que reporten la difusión de materiales comunicacionales de carácter machista, misógino, discriminatorio, racista y clasista, entre otras alternativas; así como consolidar los medios de comunicación alternativos, comunitarios e independientes, que reconocen la pluralidad de realidades y personas, así como las miradas emancipadoras. Sin esos medios sería imposible en Guatemala tener acceso a un periodismo crítico e incluyente, lo que representa un riesgo en lugar del ejercicio pleno de un derecho de periodistas.