En Guatemala, la mayor cantidad de personas vacunadas son mujeres. Además, según datos del Ministerio de Salud, son las mujeres quienes fallecen menos a causa de la pandemia. Según expertas, las razones detrás de este fenómeno tienen que ver con roles asignados al género.

Kimberly López / laCuerda

Según el portal del Ministerio de Salud (MSPAS), en Guatemala 7 de cada 10 personas que fallecen por Covid-19 son hombres. En otras palabras, a pesar que más de la mitad de la población la conforman mujeres, de los  9 mil 498 fallecidos a causa de la pandemia, 2 mil 987 fueron mujeres.

El 53% de los casos confirmados son hombres, el resto son mujeres, según la cartera de Salud.

A eso se suma que la mayor parte de la población que ha respondido al llamado de la vacunación son mujeres. Según datos oficiales, hasta la fecha, el 61% de personas que ya han recibido el esquema completo de vacunación, son mujeres. En contraste, el 39% son hombres.

En la primera dosis las mujeres son las que predominan.

Iris Cazali, jefa del Departamento de Infectología del Hospital Roosevelt, opina que hay varios factores que pueden justificar este dato.

En primer lugar, dice, es importante tomar en cuenta que en la primera fase de vacunación fue incluido todo el personal del sector salud. “La mayoría de trabajadores son mujeres, por eso encontramos más mujeres vacunadas. Son las que conforman el personal de enfermería”, explica.

En esa línea, será determinante analizar cómo evolucionan los datos en las próximas fases de vacunación. Sin embargo, aclara, es innegable que existen diferencias entre las condiciones a las que se exponen hombres y mujeres que pueden incidir en esas cifras.

“El hecho de que haya más hombres contagiados y fallecidos tiene que ver con el trabajo, en Guatemala aún salen más los hombres a trabajar que las mujeres. En los trabajos donde hay más exposición predominan hombres”, dice Cazali.

En esa línea opina también Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI).

“Hay que recordar que las mujeres suelen ser cabeza de familia y en muchos casos son las responsables y quienes llevan la casa en muchos hogares, se dedican al cuidado de los miembros de la familia y podrían estar más atentas a la información en radio, televisión, prensa o redes sociales, esto habría que atarlo más a los datos del último censo población”, infiere la experta.

La masculinidad en la salud

La tendencia en los datos de fallecidos se repite también en países como México y El Salvador.  En México, de las 233 mil 622 muertes registradas, el 37.53% son mujeres y el 62.47%son hombres.

Mientras tanto, en El Salvador, el 61.4% de los fallecidos reportados son hombres y el 38.3% mujeres.

La epidemióloga considera que en estas estadísticas hay factores culturales que deben ser considerados. “Culturalmente,  da la impresión que la mujer busca más la ayuda y la salud y esto está ligado al cuidado de los hijos. Las madres tienen una preocupación muy cercana a los hijos”, explica.

Esto coincide con una de las primeras conclusiones del informe Masculinidad y Salud en la Región de las Américas, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019.

El documento fue elaborado para explicar cómo la salud y el bienestar de los hombres es producto de múltiples factores, entre los que destaca la construcción de la masculinidad.

“Existe una estrecha relación entre masculinidad y salud, en la que los roles, las normas y las prácticas impuestas socialmente a los hombres exigen o refuerzan su falta de autocuidado e incluso el descuido de su propia salud física y mental”, concluye el estudio.

Esto explica por qué se ha generado una cultura de riesgo en los estilos de vida y conductas asociadas a hombres, que tienen consecuencias negativas en varios ámbitos como el trabajo, las relaciones sexuales, la violencia de género, los accidentes, el aumento del consumo de drogas y alcohol, entre otros. Por eso, en gran medida, los hombres asisten menos a consultas médicas y mueren más por enfermedades oportunistas.

Dichas conductas han sido visibles también durante el transcurso de la pandemia.

“El cuidado de la salud es feminizado”

Detrás del poco interés de hombres en ser vacunados y de la alta tasa de hombres contagiados y fallecidos por Covid19,  hay causas que tienen que ver con las asignaciones que se han dado a la conducta masculina dice Gabriel Álvarez, psicólogo y experto en temas de género.

Desde el inicio de la pandemia, Álvarez se ha dedicado a estudiar las causas de que en las cifras de contagios predominen hombres y no mujeres.

“Mucho de lo que hemos encontrado es que el tema del cuidado de la salud es feminizado.

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En un contexto de masculinidad dominante, donde se exalta lo viril, protegerse de los contagios y no exponerse es atribuido a lo femenino”, señala.

No solo en Guatemala, sino en países que comparten características culturales, dice el entrevistado, es visible que los hombres, ante la emergencia, han tomado un rol de protagonistas heroicos.

“El asumir riesgo, el pensar que a mí no me va pasar nada se ha tomado como una conducta viril. El cuidado que implica usar mascarilla, llevar gel es atribuido a mujeres. Por eso, las personas que usan mascarilla correctamente son mujeres. Esta feminización del cuidado ha estado expuesta siempre. Entonces no es extraño que también en este contexto donde se ha criticado tanto, el no hacerlo sea como asumir una conducta de riesgo”, asegura.

A manera de ejemplo, Álvarez recuerda que el año pasado lo común era observar a hombres en supermercados realizando las compras familiares, a pesar de que esa es una tarea que se feminizó culturalmente. “Pero como en ese contexto de pandemia implicaba un riesgo, lo hacían los hombres”, añade.

Otra brecha: la población indígena

El MSPAS no tiene un registro de cuántas mujeres indígenas han tenido acceso a la vacuna. Sin embargo, los datos generales revelan que las personas ubicadas en las áreas rurales, que se identifican como parte de una etnia, son aquellas a las que la vacuna no ha podido llegar.

Según el Laboratorio de Datos, el 83% de las personas que ya fueron inmunizadas son mestizas, 16% mayas y menos del 1% xinka y garífuna.

Es innegable que en Guatemala, antes de la pandemia, la salud ya era un privilegio del cual muy pocas personas gozaban. Y durante la crisis sanitaria esta condición se ha vuelto más evidente.

“La vacunación se ha enfocado en los centros de la ciudad capital y aledaños. No ha llegado a las periferias, a zonas rurales donde tenemos mayor población. Lo que nuevamente denota la poca información, el poco conocimiento de este tema porque puede ser que llegue a las comunidades pero qué tal si van a llegar con las vacunas y la gente no sabe de qué es”, concluye Cazali.