Sofía Monzón y Liz María Salic / Sin cuentos

En un momento libre del día abro Instagram y navego rápidamente por mis historias hasta que una capta mi atención. Es un vídeo de 1 minuto y 18 segundos en el que varios hombres ven directamente hacia la cámara mientras hacen preguntas como: “¿alguna vez has llamado a una chica ‘muñeca’? o ¿le has silbado mientras camina por la calle?”, “¿alguna vez le has hecho a una chica un ‘cumplido’, como linda, y te has preguntado por qué no te da las gracias?”.

“La violencia sexual empieza mucho antes de que lo crees”, termina el video, “no seas ese chico”.

 

Dicho video forma parte de la campaña That guy (Ese chico), lanzada por la policía de Escocia para reducir los crímenes en contra de las mujeres en ese país, intentando promover reflexiones entre los hombres sobre su rol en la violencia de género.

Esta campaña surge luego de la condena a cadena perpetua del oficial Wayne Couzens por el secuestro, violación y asesinato de Sarah Everard el pasado marzo en Londres, y de que la policía metropolitana de esa ciudad “aconsejara” a las mujeres “bajarse del bus” si desconfiaban de los oficiales abordo.

 En respuesta, en el sitio web de la campaña se lee: “Queremos que las mujeres se sientan a salvo. Queremos que las mujeres sean libres de vivir sus vidas sin tener que preocuparse de lo que un hombre diga o haga. Las mujeres deberían poder continuar con sus vidas diarias sin tener que preocuparse de ser acosadas, agredidas o violadas sexualmente. Pero, para muchas mujeres, ese no es el caso”.

El enfoque y la intención de That guy, afirman, no está en depositar en las mujeres la responsabilidad de resolver el problema, sino en cuestionar las actitudes de aquellos que lo causan; pues, aunque no todos los hombres son violentos, las mujeres suelen temerle a la mayoría. 

Y es esta intencionalidad lo que generó mayor reconocimiento en el público local e internacional, ya que, por lo general, los programas y campañas que se difunden en contra de la violencia de género se orientan a promover “consejos” a las mujeres para evitar ser agredidas; reproduciendo así el mensaje de que la culpa de ser agredidas recae en ellas.  

Esta perspectiva se utiliza, inclusive, en los círculos de conversación de nuestro contexto, en los que a diario se debaten asuntos sobre la libertad de las mujeres y la “necesidad” que creen tenemos de ser “protegidas y acompañadas” para evitar que algo nos suceda. Existe la idea de que si no estamos encerradas debemos contar con el respaldo de un hombre para que no nos molesten y nos deje en paz, pues entre ellos existe un pacto de respeto. Dicen que exageramos, pero aquí en Guatemala la sensación de inseguridad al caminar solas por las calles, no es exageración.

Lo cierto es que estamos cansadas de cuidar nuestra identidad y alterar nuestro estilo con tal de no ser violentadas. Estamos hartas de gritar y no ser escuchadas; más que vivir con miedo, vivimos con frustración y enojo, parece que este es un problema solo nuestro y que solo a nosotras nos interesa lo que sucede.

Y es exactamente la frustración y el enojo lo que nos hace preguntar si los hombres identifican cuál es su papel en todo esto: ¿comprenden la magnitud de sus acciones?, ¿entienden que sus “cumplidos” o “piropos” son más que simples palabras o silbidos?

Quizá ni ellos mismos lo saben con claridad. Cuando se habla de estos temas muchos permanecen en silencio, evitan tomar una posición y no comparten sus opiniones. La mayoría pareciera ir donde le lleva la corriente. Mientras nosotras recibimos sermones sobre cómo evitar ser violadas, ellos no hacen nada.

El Observatorio del Acoso Callejero en Guatemala (OCAC-GT), por medio de los mapeos que realiza, estima que el 96% de los casos de acoso callejero en el país son hacia mujeres. 

La violencia de género es un problema social, surge y se reproduce donde te criaste, donde estudiás y te desenvolvés; por lo tanto, es responsabilidad de todas y todos abordar esta problemática. 

Los procesos de deconstrucción son complicados, implican cuestionarte hasta lo más profundo de tu ser con tal de encontrar aquello que, sin saberlo, influye en tus acciones y genera un impacto negativo en las demás personas provocando miedo y restringiendo autonomías.

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El acoso callejero y los delitos sexuales cesarán el día que los hombres entiendan que ellos son los causantes y empiecen a tomar posiciones en contra de los comportamientos machistas de la sociedad, es allí cuando las calles se volverán más seguras.

Más allá de saber si conocés a ese chico, es preguntarte si lo sos.