Anamaría Cofiño Kepfer / La Cuerda

Ahora sí le calza bien al país el eslogan «Guatemala asombrosa e imparable» porque nadie esperaba unos resultados como los que vimos en esta elección con lo que se ha dado un auténtico viraje histórico. 

Que Semilla, un movimiento político de reciente formación que hizo una campaña de hormiga más que de compra de voluntades, llegara al segundo lugar en la elección presidencial, no solo sorprende, sino que lleva una carga altamente simbólica. Además, que haya aumentado su bancada hasta lograr 24 escaños, sin que ninguna encuesta previera estos éxitos, es otro rasgo más de este triunfo inesperado. 

En síntesis, este fenómeno político-telúrico demuestra que se votó contra la corrupción y la impunidad, contra las viejas estructuras conservadoras, contra la mediocridad y la hipocresía. Que la gente escogió una opción moderada con propuestas coherentes, que no padece los males que caracterizan a los partidos de la lotería. Significa que la memoria y la justicia siguen estando presentes en una parte de la ciudadanía que anhela una Guatemala donde se respeten todos los derechos de la población.

Quiérase o no, el giro político lo dio la gente de todo el territorio con su voto, en un acuerdo tácito que expresa el deseo colectivo de vivir con dignidad. No ganó la apatía, ganó la voluntad de trabajar en y por un país para todas las personas, por un territorio de justicia. Por el Estado laico que proclama la Constitución.

Es evidente que ninguno de los sucesivos partidos de derecha, mucho menos militares ni del narco que han ocupado el gobierno, han intentado resolver las demandas de las mayorías, quienes padecen las desigualdades extremas que caracterizan a esta sociedad racista, patriarcal, homofóbica, clasista. El voto por Semilla es la búsqueda de un gobierno que cumpla con la tarea principal de garantizar el bienestar colectivo. Desafío monumental con un Estado controlado por mafias de todo tipo.

Un gobierno que se precie de ser bueno, responde a las demandas de los distintos grupos y movimientos sociales. En este caso, estamos convencidas de la necesidad de darle atención prioritaria a las niñas, víctimas inocentes de una cultura tolerada de violencia sexual. A la niñez debe ponérsele en el centro de los planes de gobierno para que goce de salud, afecto, educación, condiciones óptimas para su crecimiento. Por lo mismo, demandamos justicia para las 43 niñas asesinadas en el Hogar Virgen de la Asunción, crimen en el que Jimmy Morales tiene harta responsabilidad.

Las mujeres conscientes de nuestra interdependencia con todas las formas de vida acuerpamos la defensa de los territorios. Por ello exigimos que se ponga alto al extractivismo y a las industrias que despojan las tierras de las comunidades, sus conocimientos y medios de sobrevivencia ancestrales, y que contaminan y destruyen fuentes de agua, bosques y selvas. Exigimos políticas integrales de salvamento, protección y mantenimiento de los bienes naturales y culturales como prioridades del Estado.

Las feministas sabemos que la lucha por el poder político sigue siendo un campo minado de misoginia y racismo, que los prejuicios impiden la puesta en práctica de la equidad. Ojalá quienes hoy aspiran al poder, no caigan en esa trampa patriarcal y pongan siempre por delante la ética para lograr equilibrio y armonía.

Somos muchas las personas conmovidas en este momento en el que, de manera pacífica, se le dice NO a la corrupción y a la impunidad. A quienes apoyan a Semilla, les enviamos luz y fuerza en ese arduo camino. Y a la población, hacemos un llamado a defender los sueños, más allá del voto, con la construcción cotidiana del Buen Vivir en Iximulew. 

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