María Caal es una mujer maya q’eqchi’ que continúa luchando junto a sus compañeras por el acceso al agua de los ríos. Esto en medio de una pandemia que exige lavado de manos y desinfección continua.

Francelia Solano/ laCuerda

El 15 de octubre es el Día Internacional de la Mujeres Rurales, y María Caal es una de ellas, quien muestra cómo han sido un pilar importante en la lucha contra las mega hidroeléctricas que desvían los ríos y dejan desprotegidas a las poblaciones que enfrentan extrema pobreza.

En 2007, en la resolución 62/136 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se aprobó el Día Internacional de las Mujeres Rurales, para resaltar su papel fundamental en la seguridad alimentaria, el desarrollo, igualdad y lucha contra la pobreza. En ésta “exhorta a los Estados miembros a formular políticas y programas destinados específicamente a mejorar la situación de la mujer rural”, sin embargo, en Guatemala se les criminaliza.

Por eso María no se considera lideresa del movimiento por la lucha de territorio, asegura que es una lucha de todas las mujeres. Además de que han decidido no ponerle rostro a esta batalla, ni mostrar un representante público del movimiento por la criminalización de sus líderes.

Esto después de que su hermano, Bernardo Caal, fuera criminalizado y encarcelado injustamente tras poner una denuncia donde se muestra que la segunda parte de la hidroeléctrica Oxec estaba construida “sobre terreno propiedad de la nación”, según una investigación del periódico Plaza Pública, y luego de que “los vecinos de Cahabón se dieron cuenta de que estaban desviando y operando sobre los sagrados ríos”, cuenta María Caal.

Foto: Archivo Amnistía Internacional

El papel de las mujeres rurales en la lucha

“La mayoría de las mujeres y niñas en el área rural, somos las principales proveedoras de la casa y vemos las necesidades de las familias, somos nosotras las que vemos la importancia del agua en el hogar”, señala María Caal, quien explica que por eso surgen movilizaciones y la lucha de “las compañeras mujeres q’eqchi’es del área rural”.

Esa es la diferencia entre la mujer rural y la urbana, dice María, quien explica que las primeras defienden sus territorios y sus ríos. En cambio, en el área urbana “es poca la importancia que le tienen a los sagrados ríos porque se consume el agua a través de la tubería o el agua potable”. En algunos casos no se sabe de dónde proviene el agua que se consume en la ciudad, ejemplifica.

Para mujeres como María en el territorio q’eqchi’, no tener agua o el difícil acceso a ella, interfiere en la calidad de vida de estas poblaciones. Esto porque “las mujeres tenemos que abastecernos de nuestro consumo diario de agua en un arroyo o un río”. Pero con el desvío de estos, se han ido secando desde el 2017 entre los meses de marzo y junio, “eso no había sucedido en nuestro territorio q’eqchi’”, lamenta.

¿Por qué se secan los ríos? “Es como que a una mujer la hirieran y la machetearan, entonces sus venas y arterias no van a funcionar. Así como pasa con las mujeres pasa con los ríos, que los están entubando, canalizando y desviando y se sienten estas modificaciones. Por eso se han secado”, responde María.

Las mujeres rurales y las fuentes de agua están siendo dañadas para beneficio de unos pocos.

Pobreza y pandemia

“Las mujeres son las más afectadas por las empresas de hidroeléctricas, por eso es la lucha de la mujer. Por ejemplo, antes si no se tenía para el consumo en la casa, en el río se podía pescar, buscar jutes, peces y camarones”, explica María, quien dice que ha visto que a raíz de la privatización llegó la extrema pobreza a las comunidades.

¿Quién ve esos cambios? La mujer q’eqchi’ que atiende el campo y a la niñez. La mujer ha estado batallando por la defensa de su río. Hay quienes tienen 60 o 70 años, que están en la resistencia. Ellas tienen más conocimiento, ellas valoran los sagrados ríos y los territorios. Ellas siempre preguntan con qué se van a alimentar nuestros hijos y nietos.

Ahora en medio de la pandemia, la sequía es uno de los problemas más fuertes dice y expone que “como mujeres buscamos cómo proveer agua, más ahora con la pandemia, que los protocolos piden lavarse las manos cada 20 minutos, pero si no tenemos agua, no podemos protegernos”. Apunta además que quizás de esta forma “el pueblo se está dando cuenta de la importancia que tiene el agua en nuestra vida”, con la esperanza de que ahora se cuide más los bienes naturales.

Otro de los problemas que María encuentra dentro de la pandemia, es que “hay familias en el área rural, que en toque de queda sufren. Por ejemplo, de día el esposo va a tomar y luego con el toque de queda, ellas se encuentran atrapadas con la pareja porque no pueden salir.” Además de que la prohibición de las reuniones, también ha impedido las juntas para hablar sobre la lucha de territorios.

Sin embargo, la batalla sigue, aunque los medios sean diferentes.