Rosario Orellana / laCuerda

Hablar de salud es hablar de dignidad. Dar una mirada a la sabiduría innata de nuestros cuerpos y reconocer las múltiples formas a través de las cuales comunican lo que pasa dentro de ellos. Concebirnos de manera integral y comprender que nuestra salud está conformada por varias dimensiones como la mental, física, emocional, y que incluso nuestros entornos tienen un impacto en nosotras. Como reflexiona Christiane Northrup en su libro Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer, debemos identificar que las heridas emocionales y psíquicas, sobre todo las que se reprimen, se convierten en enfermedades físicas y que, tener conciencia de esto, nos da la capacidad para sanar todos esos trastornos.

La escritora y médica explica, además, que la sociedad influye en la forma en cómo pensamos nuestro cuerpo y cómo lo cuidamos, promoviendo, casi siempre, comportamientos adictivos que terminan causando altos niveles de estrés y de desgaste. Al requerir atención de especialistas, con frecuencia nos topamos con un sistema de atención médica agresivo-patriarcal que no procura que nuestros cuerpos se mantengan estables y así se garantice el bien-estar. En estas lógicas, se trata el efecto más no la causa de la enfermedad; se busca la inmediatez y no una atención que resuelva el problema de raíz. Por la preferencia del mismo sistema a los medicamentos químicos y las cirugías, por encima de los métodos naturales, debido, en buena medida, a los intereses económicos, “se denigran los tratamientos que ofrecen cuidados complementarios”, señala Northrup, haciendo referencia a todas aquellas alternativas “no tóxicas” que favorecen al equilibrio de una persona.

Para alcanzar esa armonía en nosotras, existen múltiples terapias basadas en la relación con la Madre Tierra y conocimientos ancestrales, tales como la fitoterapia, que es el uso de las plantas medicinales o drogas vegetales; la trofoterapia, una  especialidad que se enfoca en que los alimentos que consumimos tengan un valor curativo, de acuerdo a las necesidades individuales; terapia neural, que consiste en el uso de un anestésico para modular la  electricidad que transmiten los nervios. También es posible nombrar la naturopatía, la homeopatía, el biomagnetismo, uso de reiki, la sanación pránica, la bioneuroemoción, meditación, flores de Bach, uso de aceites, tés e infusiones entre muchas otras que fortalecen nuestros sistemas y crean las condiciones para que, por sus propios medios, los cuerpos puedan combatir cualquier dolencia o padecimiento. Coincidentemente todas estas propuestas nos invitan a volver a lo más básico del auto-cuidado como principal tarea: descansar lo suficiente, consumir alimentos no industrializados y reconectar con los sistemas energéticos propios y colectivos, explica el doctor Gerardo Godínez1.

Por su lado, la médica Mildred Llerena2 advierte que lo primero que debemos hacer para mantener nuestra salud, es distinguir qué debemos consumir y qué no. “Los consomés son terribles; nos hacen pensar que tomamos jugo de naranja, pero en realidad son azúcares con colorantes que nos hacen mucho daño; tomamos té de esos que vienen en bolsita, pero no cuentan con ningún valor medicinal”, ejemplifica.

Godínez advierte que, pese a que en nuestro territorio siempre han existido suficientes elementos de la naturaleza que contribuyen a la salud individual y colectiva, la invasión española tuvo sus efectos negativos también en nuestra dieta y nos condujo hacia una forma de alimentación para la cual nuestros cuerpos no estaban “estructuralmente conformados”. “Si hubiésemos seguido con la dieta que teníamos, íntimamente relacionada con la Madre Tierra, tendríamos hoy, otros resultados y mejores condiciones de salud”, asevera. “Además, estamos rodeados de medios publicitarios que nos invitan a consumir comida chatarra”, sobre todo en occidente, “mientras en otras latitudes se hace eco a prácticas que faciliten no perder la salud” y es ahí donde debemos prestar atención para modificar nuestros hábitos, añade el entrevistado.

Terapias alternativas, integrativas y su relación con la ciencia

El especialista consultado manifiesta que el término “medicina alternativa” para referirse a todas las terapias complementarias que se pueden utilizar para equilibrar los cuerpos, está mal empleado. “La colocan como una alternativa a la medicina moderna y en realidad, en el tiempo, son los medicamentos químicos los que surgieron como alternativa a la medicina base u original, o sea, a la natural”, misma que las culturas ancestrales, abuelas y abuelos han utilizado en el tratamiento de los cuerpos descompensados.

Mientras tanto, la doctora Llerena aclara que se conoce como “terapia integrativa” al uso de varios tratamientos con el propósito de armonizar y fortalecer el cuerpo de una persona para que mantenga o recupere la salud.

Ambos especialistas coinciden en que existe mucho desconocimiento en torno a los medicamentos naturales porque la industria farmacéutica, que se ve directamente afectada sobre todo en lo económico, nos ha enseñado a enfocarnos en la solución del malestar, pero no en precisar qué lo causó. “Por eso nos cuesta tanto curarnos”, dice la experta.

Sobre su vínculo con la ciencia, tanto Llerena como Godínez consideran que en la actualidad existen suficientes estudios que sustentan el uso de la medicina natural científica, reconociendo al mismo tiempo los poderes preventivos y curativos de muchas plantas, así como su aplicación ancestral.

Como consecuencia de ese desconocimiento y de los prejuicios que históricamente se han generado alrededor de las terapias y medicinas naturales, aclaramos los mitos más comunes:

1. La medicina natural no actúa lento. Con frecuencia se cree que los tratamientos naturales tardan días y hasta semanas en causar algún efecto, sin embargo, en cuerpos equilibrados, las transformaciones necesarias pueden llegar en pocas horas.

2.  Lo natural no es sinónimo de inocuo. También los tratamientos naturales para recuperar la salud deben ser utilizados con criterio. El uso excesivo de estos puede desequilibrar nuevamente a cualquier persona. Por ejemplo, la linaza después de tres meses es dañina y el ajenjo puede provocar convulsiones si se utiliza demasiado.

3.  Con regularidad se relaciona la medicina natural y las terapias alternativas con charlatanería. Existen múltiples estudios que sustentan el uso de estas terapias y cómo la integración de ellas promueve el bienestar de los cuerpos. Además, muchas asociaciones y agrupaciones de especialistas en salud dedican tiempo a la investigación de la medicina natural y las diversas terapias con el fin de crear y promover salud.

4.   Los medicamentos químicos más costosos no necesariamente garantizan mejores resultados que los tratamientos naturales y terapias integrativas.

5.  La medicina química puede utilizarse en el abordaje de emergencias y a corto plazo. Su uso prolongado suele causar efectos colaterales.

De acuerdo con Godínez, la medicina natural científica tiene tres aspectos fundamentales: calidad, seguridad y eficacia que permiten un mayor aprovechamiento de los elementos. “Como ejemplo, podemos hablar del uso de la alcachofa para el tratamiento de problemas hepáticos. Si bien usar la alcachofa en la dieta, es beneficiosa, al conocer exactamente qué parte de la alcachofa y qué cantidad de la droga vegetal que contiene debemos consumir, incrementamos las posibilidades de obtener resultados positivos en la recuperación de la salud”, señala.

Llerena reitera que Guatemala tiene todos los elementos necesarios para garantizar buenas defensas, órganos estables y equilibrados. “Todo el año tenemos pericón, manzanilla, anís, la hoja del té de limón, hierbabuena, albahaca. Tenemos muchas plantas para mantener sano nuestro aparato digestivo, que es donde se absorben los nutrientes. La cúrcuma, el clavo de olor…para la diabetes tenemos insulina natural, timboque, anticáncer. También hay plantas para atender temas específicos del área genitourinaria. Tenemos de todo, pero por el desconocimiento lo desaprovechamos.”, puntualiza.

Abriendo espacios

Pese a las garantías en salud que tienen la medicina natural y las terapias integrativas al sostener y recuperar el equilibrio físico, emocional y mental de nuestros cuerpos, existen muy pocos espacios para su difusión e investigación. Las universidades en Guatemala han comenzado a incursionar en el tema, sin embargo, aún lo hacen con mesura. Al mismo tiempo, los espacios colectivos como la Asociación de Medicina Biológica, Homeopatía y Homotoxicología de Guatemala (AMBHOGUA) continúan en la lucha por el reconocimiento a estas alternativas en consonancia con la red de la vida.

La aparición de la Covid-19 provocó un mayor interés de las poblaciones en la medicina natural y terapias integrativas para la prevención y atención de casos, suponiendo una nueva ventana para acercar a las personas al ABC de la salud. De hecho, la Asociación de Fitoterapia y Productos Naturales (AFITOGUA) elaboró un documento con respuestas naturales a los síntomas generados por el virus, logrando resultados positivos.

Mantener la salud, no recuperarla

Ayurveda, conocida como “la ciencia de la vida”, es una esfera cultural y un fenómeno hindú que, por más de cinco mil años, ha tenido como propósito armonizar nuestro cuerpo, mente y espíritu procurando salud. Según Simón Hernández3, este sistema es la ciencia que enseña cómo funciona nuestro cuerpo y la matriz de instrucciones con la que logramos que la salud no nos abandone.

De acuerdo con Hernández los términos “medicina” y “enfermedad” son occidentales y comerciales, no existen en los tratados sánscritos ayurvédicos. “Si se utilizan es porque se quiere que la gente de occidente pueda entenderlo. Son las hierbas las que nos proveen de salud” a través de plantas, polvos, aceites y flores, de acuerdo a las necesidades de cada persona. “En Ayurveda se habla de recuperar o perder la salud”, manifiesta.

Para ello, se contempla un esquema básico y sencillo: preparar el cuerpo desde temprano, lavarlo, meditar y alimentarlo para que, a la salida del sol, tenga las fuerzas para trabajar. Luego, un momento de descanso para comer y cuando el sol se oculta, un nuevo descanso que reponga energías y regenere los órganos para el día siguiente. Este funcionamiento está estrechamente relacionado con los alimentos que se cosechan en cada territorio, reconociendo la sabiduría ancestral acerca de estos y sus particularidades. “Los alimentos que se producen en Guatemala, son los que se debe consumir en Guatemala. No hay necesidad de importar otros alimentos. No es la fruta de Panamá o la planta de India la que cura, es lo que provee la propia tierra”, explica.    

En 2007, Simón comenzó un proceso de sanación con esta “terapia alternativa”, luego de ser diagnosticado con VIH positivo. Aunque al inicio a su alrededor solamente escuchaba palabras de desaliento y bajas expectativas sobre su evolución, logró que su sistema inmunológico funcionara perfectamente y sin necesidad de tomar medicamentos retrovirales, aunque como médico no descarta que en momentos de emergencia es válido recurrir a la medicina moderna (química). “He logrado mantener mi salud respetando principios básicos”, apunta.

Además, el entrevistado argumenta que, en estos procesos para recuperar la salud y el equilibrio, es necesaria la conexión con la Madre Tierra, además de reconocer que somos seres humanos y comportarnos como tales, buscando una vida plena y en armonía con el resto de los elementos de la naturaleza, así como resuena en la medicina natural y terapias integrativas, poniendo al centro la sanación con concepción holística.

 

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Las y los entrevistados solicitaron que se les identificada de la siguiente manera:

1. Director General de Clínica Quantum y Farmacia con Recetario Quantum. Médico y cirujano con especialización en Medicina Integrativa, Fitoterapia, Terapia Neural, Medicina Biológica, Homeopatía y Homotoxicología y Medicina Estética.

2. Médica y colegiada activa.

3. Profesional e investigador en materia de salud y ciencias sociales. Artista plástico, de artes escénicas y musicales. Sanador holístico en medicina tradicional indostana Ayurveda, creador de su propia terapia de superación emocional a través del canto.