Sandra Morán

Participar en la toma de decisiones en la familia, en una organización, en la comunidad y en el país es un objetivo permanente para las mujeres. Este objetivo tiene dos propósitos, el primero es ser sujetas políticas por sí mismas, desde su voz, sus propuestas y su autonomía; el segundo es contribuir a la mejora de la calidad de vida de las mujeres, desde la familia hasta el país y el mundo. Es decir, buscamos ser protagonistas en la construcción de mejores condiciones de vida y de potenciar las posibilidades colectivas para la vida de las personas y del planeta. Parte de nuestras luchas es descubrir y fortalecer nuestras potencialidades ante un sistema que nos ha excluido y obstaculiza nuestro desarrollo de manera permanente.

Hacer un balance de lo que hemos avanzado en ese objetivo es importante, sobre todo porque a veces la situación en la que vivimos no nos deja valorar el camino, el proceso y los avances logrados, además de que esto es importante hacerlo ante nuevas generaciones y contextos distintos.

Contexto general

El libro Ciudadanía de las mujeres en las democracias de América Latina1 expresa que

…en el interés del movimiento feminista en la acción del Estado y en la ampliación de la interlocución con sus distintas institucionalidades, se han conjugado distintos procesos. La recuperación de la democracia luego de regímenes dictatoriales o de largos conflictos armados en países de la región, permitió a su vez recuperar el diálogo de la ciudadanía con el Estado. La aprobación por los Estados de marcos jurídicos internacionales sobre derechos humanos e igualdad de género, entre los que destaca la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés, 1979), así como la suscripción de compromisos en las conferencias mundiales sobre las mujeres de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a partir de 1975, dotaron de legitimidad a la argumentación feminista a favor de la inclusión de nuevas concepciones e ideas sobre las relaciones de género en los paradigmas de la acción del Estado. Simultáneamente, la expansión del modelo neoliberal y de la acción de los bancos de desarrollo y entidades financieras internacionales, obligaron a los distintos Estados nacionales a reformar su institucionalidad a fin de garantizar la estabilidad de los acuerdos económicos y facilitar la incorporación de las economías nacionales al mercado global. Los procesos de reformas del Estado abrieron el debate sobre los principios y marcos de referencia que debían ser considerados, las formas de organización y de gestión, y las nuevas modalidades de relación del Estado con la ciudadanía. En esa coyuntura, los colectivos de mujeres encontraron la oportunidad de argumentar a favor de la creación de órganos responsables de las políticas de género en el Estado, y de la inclusión de la igualdad de género como uno de los principios orientadores de las reformas del Estado y sus políticas.

Estos procesos tuvieron su expresión en Guatemala y sirvieron de marco y nuevos caminos a lo que en Guatemala ya se estaba organizando, discutiendo y descubriendo. 

Guatemala: Nuestro camino y sus logros

En este estudio que hace la Comisión Interamericana de las Mujeres se evidencia el proceso en el que hemos estado inmersas, los aportes a la construcción de la paz, la justicia y el avance de derechos civiles y políticos, sociales, culturales, económicos, sexuales y reproductivos y de los derechos colectivos de los pueblos. Distintas organizaciones y redes han aportado a las discusiones y propuestas a nivel nacional e internacional en el marco de Naciones Unidas y la OEA para lograr estos procesos mencionados.

El movimiento de mujeres se comenzó a constituir como un actor protagónico en las calles y en las propuestas desde 1984; aún en el marco de la vida militarizada de persecuciones y represiones estatales, las mujeres del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y Coordinadora de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), retomaron las calles en la búsqueda de sus seres queridos, por la justicia, contra el servicio militar, por los derechos propios de las mujeres, contra de racismo y la discriminación, por los derechos laborales y por la voz propia y la autonomía como parte de las luchas populares. Mujeres jóvenes universitarias, profesionales, de los barrios, en las iglesias y del campo se organizaron en distintos lugares y formas siendo parte de los movimientos sociales y revolucionarios.

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Estos antecedentes abrieron la posibilidad de la organización propia de las mujeres en el Sector de Mujeres de la Asamblea de la Sociedad Civil en 1994, espacio constituido para aportar a la consecución de la paz por medio de acuerdos consensuados en una mesa de negociación entre la guerrilla, el ejército y el gobierno. Tomando en cuenta la experiencia de tres años de trabajo (1994 a 1996) que nos dió la posibilidad de conocernos entre nosotras, de compartir nuestras propuestas y reivindicaciones, y de ver el resultado de este trabajo en los 28 compromisos en favor de las mujeres en los Acuerdos de Paz, nos dimos a la tarea de la construcción de un movimiento nacional y del Foro Nacional de la Mujer como espacio de participación de las mujeres diversas para aportar al cumplimiento de los acuerdos y darle seguimiento a su puesta en práctica.

Con la certeza de que sin movimiento los acuerdos de paz no se cumplián, nos dimos a la tarea de convocar a la organización comunitaria y departamental a través de las 54 estructuras del Foro de la Mujer, las multisectoriales que era el espacio de las mujeres organizadas desde su identidad sectorial y las comunidades lingüísticas integradas por mujeres organizadas desde su identidad étnica. Bajo la idea política del derecho a tener derechos como punto de partida, fuimos rompiendo el miedo a juntarnos, a hacer reuniones, a organizarnos, a tomar la palabra. Durante el año 1997 al mismo tiempo que hacíamos las reuniones difíciles en la comisión organizadora del Foro de la Mujer en donde estaba la representación del gobierno, del Congreso y de las organizaciones sociales, nos fuimos a recorrer todo el territorio nacional a organizar el Foro.

Este lo fundamos en noviembre de 1997 con un acto en el Palacio Nacional, teniendo al mismo tiempo la primera asamblea nacional del foro en la ciudad capital. Fue la primera experiencia donde las mujeres, en toda nuestra diversidad, nos juntamos para abrir un espacio de participación y en donde nuestra voz tuviera valor y fuera tomada en cuenta para la construcción de futuro. En ese momento de la fundación vimos a mujeres que jamás habían venido a la ciudad, a quienes enviaron su indumentaria ceremonial por bus porque pesaba mucho, a las mujeres garífunas entrando al palacio acompañadas de los tambores, fue una expresión de multiculturalidad del país.

Luego de su fundación y organización, nos dimos a la tarea de re- tomar los contenidos de los acuerdos de paz, discutirlos y concretarlos en propuestas para la política pública, al mismo tiempo que conocíamos nuestros derechos. Era un proceso de discusión, formación y acción política, tanto en el Foro como en el Sector de Mujeres y otras organizaciones. A lo largo de tres años, este proceso impulsó la organización en todo el país, el conocimiento de los derechos y los espacios a participar, como los Consejos de desarrollo que a través de mucho esfuerzo y alianza con diputadas, se logró la reforma a la ley de Consejos de Desarrollo, lo que permitió la participación de las mujeres y la organización de los consejos comunitarios. La idea de que los derechos humanos comenzaron en Guatemala después de los Acuerdos de Paz, da cuenta de que hemos vivido en un país en donde el goce y ejercicio de derechos no ha sido la forma de comprender la vida y de vivirla.

Con esta experiencia de organizarnos a nivel nacional, fuimos construyendo un sujeto político que poco a poco desarrolló su identidad propia, sus demandas, sueños y construcciones. Su punto de partida fue el derecho a tener derechos y ejercer uno de los más importantes que fue la organización propia en todos los departamentos, tanto desde su identidad sectorial como lingüística. Esta experiencia nos llevó a conocer nuestros derechos y retomar lo que en el movimiento mundial se había avanzado con los acuerdos de las conferencias internacionales como fue Beijing, Cairo y Belem do Pará. Así conocimos nuestros derechos a partir de los contenidos de los Acuerdos de Paz y de la Comisión para la eliminación de la violencia contra las mujeres, (CEDAW, por sus siglas en inglés). A partir de la participación en el foro y la construcción en proceso de una política pública y nuevas leyes o reformas a leyes existentes, comenzamos a construir la ciudadanía activa y participativa, enfrentando las problemáticas de la cotidianidad, la violencia y la criminalización de los liderazgos.

Nos propusimos ser más y construir un movimiento que contribuyera al y exigiera el cumplimiento de los Acuerdos de Paz. De esa experiencia queda la expresión organizativa y la participación de mujeres diversas en todo el país que han jugado roles importantes en las comunidades, el sistema de Consejos de desarrollo, en las municipalidades, en el Congreso de la República y en el Ejecutivo, en la defensa y avance de derechos de las mujeres y en la defensa del territorio.

En el año 2000 se logra concretar la creación de la Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM), y con ella la Política pública de igualdad de oportunidades, como resultado de las propuestas y la incidencia hacia los políticos del movimiento organizado, de mujeres y feministas. Esta institucionalidad y la política han sido también herramientas de discusión política entre las mujeres organizadas en el país para su representación y la actualización de las necesidades y de las voces de todas las mujeres en su diversidad.

Este proceso abrió la discusión del Estado para las mujeres, así como tener institucionalidad en favor de sus derechos. Así nacen la SEPREM, la Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI), la Coordinadora Oficial contra la Discriminación y el Racismo (CODISRA) como el cumplimiento a los Acuerdos. En el Foro Nacional de la Mujer se tenía conciencia de que los acuerdos sólo se podían cumplir a partir de reformas legales o nuevas leyes y a través de políticas públicas nacionales y municipales, además de las discusiones comunitarias que incidieron en el cambio de actitudes patriarcales y racistas. La lucha contra la violencia hacia las mujeres, la visibilidad de la problemática de las niñas obligadas a casarse a temprana edad o que son víctimas de violencia sexual, son problemas que se comenzaron a develar durante estos procesos y siguen siendo parte de las luchas en los territorios. La falta de participación de las mujeres en la toma de decisiones en los espacios institucionales y en los espacios propios de los pueblos también ha sido y sigue siendo una problemática que se enfrenta pero que se ha discutido y develado por mujeres que han hecho el ejercicio de participación y la propuesta de ello.

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Como sujeto político, el movimiento de mujeres y feminista se enriqueció con redes específicas temáticas: Comité Beijing; Sector de Mujeres de la Asamblea de la Sociedad Civil -hoy Alianza Política Sector de Mujeres- en seguimiento a los Acuerdos de Paz; la Red de la No violencia, primera red en el país de lucha para erradicar la violencia en contra de las mujeres; la Red por la salud de las mujeres; la Red Cairo, en seguimiento a los acuerdos sobre los derechos sexuales y reproductivos. Sumado al Foro de la Mujer que era el espacio donde las mujeres organizadas de la sociedad civil se reunían con las representantes del Congreso de la República, del Ejecutivo, de Derechos Humanos, de la Corte Suprema de Justicia. Estas redes han sido los motores del movimiento de mujeres y feministas. En 1997 se construye el Espacio de Mujeres organizadas de la Sociedad Civil, para la creación de estrategias conjuntas para la participación en el Foro de la Mujer y lograr el avance de derechos.

Desde estos espacios se organizaron las caravanas conmemorativas en las fechas del movimiento feminista como el Día Internacional de las Mujeres, el 8 de marzo; el Día Internacional de la No violencia contra las mujeres, el 25 de noviembre; el Día Internacional por la Salud de las Mujeres, el 28 de mayo; el Día de la Ciudadanía de las Mujeres, el 8 de septiembre, a partir de 1993 hasta la fecha. Estas caravanas han sido parte de las acciones de visibilización de las demandas, de las propuestas y de la fuerza organizada del movimiento de mujeres y feministas en el país, al principio concentradas en la ciudad capital y actualmente con expresiones en todos los departamentos y municipios.

Además el movimiento, sobre todo el Sector de Mujeres, ha participado en acciones públicas como parte de los movimientos sociales en luchas nacionales, como por ejemplo en contra de la firma de los Acuerdos de Libre comercio con Estados Unidos, en contra del aumento de los impuestos en 2005 y en solidaridad con las comunidades en resistencia por la defensa de sus territorios. Hemos sido parte también de la defensa de los territorios ante el nuevo despojo del que los pueblos son objeto, y de las marchas campesinas en 2012. De esta acción se conforma la Marcha Campesina, social y popular que dio origen al Cuarto Congreso de Movimientos, Comunidades y Pueblos en Resistencia, espacio en el que se propuso con un fuerte aporte de las mujeres y feministas, contenidos para una nueva sociedad y sus estrategias para la construcción. Posterior a este espacio importante, se constituye en el marco de las movilizaciones contra la corrupción de 2015, la Asamblea Social y Popular (ASP), espacio de articulación de movimientos sociales y organizaciones comunitarias en donde las organizaciones de mujeres y feministas han sido parte importante en su constitución.

Los Acuerdos de Paz, a pesar de las propuestas y del movimiento en torno a ellos, no se han logrado cumplir porque existe bloqueo de la clase política para impedir que las mujeres gocen de sus derechos y se acabe el racismo, la discriminación y la violencia en contra de las mujeres. Es decir, el movimiento ha estado en la disputa de poder y de sentido común desde su constitución como tal. A pesar del ataque directo a las oficinas del Sector de Mujeres, de criminalización de jóvenas feministas, de la aparición de liderazgos en listas y pasquines a partir del 2012, y de denuncias penales en su contra, éste ha logrado avanzar en el reconocimiento, en la existencia, en la propuesta y mediante alianzas coyunturales con políticos, tener institucionalidad, políticas públicas y la herencia política que ya se percibe en la juventud actual.

El movimiento ha tenido incidencia en periodistas y comunicadoras, con la existencia de laCuerda como periódico feminista que a su vez promovió la Red de mujeres periodistas. En la radio, con Voces de Mujeres, programa transmitido por la radio de la universidad pública, que da pie a otros programas en distintas estaciones, incluyendo la radio nacional TGW. Igualmente, integrantes del movimiento han ejercido su influencia con la Comisión Universitaria de la Mujer de la Universidad de San Carlos y la propuesta de la política de género, así como con la elección de Lenina García, la primera Secretaria General de la Asociación de Estudiantes Universitarios Oliverio Castañeda de León, en 2017 y la presencia de los grupos de la diversidad sexual dentro de la misma. En los institutos públicos, con el trabajo en el Instituto Nacional Centro América (INCA) y el Instituto Normal para señoritas Belén, en la lucha por la defensa de la carrera de magisterio. Entonces, el trabajo sostenido de las redes y organizaciones de mujeres y feministas ha logrado que la organización esté presente en todo el territorio nacional, organizaciones, colectivos, redes que poco a poco han sostenido, ampliado y profundizado en la discusión de los derechos, en los sueños y en las propuestas.

Actualmente el movimiento es más diverso de como comenzó, es la expresión de mujeres mayas, xincas, garífunas y mestizas y se amplía hacia las propuestas para una nueva Constitución, en redes por la justicia y la participación política de las mujeres, en organizaciones de niñas por sus derechos y voz propia. La constitución de la Mesa de Mujeres para el avance de la agenda legislativa que expresa una alianza entre diputadas y mujeres organizadas, también es un aporte a estos esfuerzos. La organización de mujeres y feministas ha sido también parte de redes feministas en Centroamérica, y a nivel internacional como la Marcha Mundial de Mujeres, lugares desde donde se han tejido luchas, discusiones y propuestas que en una forma dialéctica se van enriqueciendo.

La incidencia de esta lucha también se ha expresado en el arte plástico, teatro y música. Hay artistas que se identifican como feministas y sus letras, colores e imágenes dan cuenta de esos aportes a la lucha y a la construcción y ampliación del ser como sujeto político.

A lo largo de estos años, el movimiento de mujeres y feministas se ha enriquecido con los conocimientos ancestrales de los pueblos mayas, garífunas y xincas, que desde esa perspectiva plantean la construcción del Buen Vivir como propuesta alternativa al patriarcado colonialista, capitalista neoliberal que mata la vida.

El movimiento también tiene escuelas políticas, experiencias en comunicación, en alternativas de trabajo y administración, en formas diversas de articulación, redes y colectivos, cuenta entonces con una gama de experiencias, recursos y saberes importantes.

La participación política directa en puestos de decisión ha sido una experiencia pequeña, pero también parte de la historia del movimiento que poco a poco la construido historia como parte de la historia de los pueblos y las mujeres en lucha para que en este país se nos reconozca la fuerza, las propuestas y nuestros sueños y construcciones que nos mueve cotidianamente.

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